La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

Línea de tiempo: situación actual en Costa Rica

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2017:

Ante la Asamblea Legislativ­a se presentó el proyecto 20.670, que pretendía reformar el artículo 95 del Código Laboral para establecer una licencia de paternidad. Cinco días de licencia, tanto para el sector público como privado, están contemplad­os en ese proyecto, que al día de hoy no ha superado la Comisión de Asuntos Sociales y su avance es prácticame­nte nulo.

2019:

A principios del año pasado, el diputado Enrique Sánchez, del PAC anunció estar explorando la posibilida­d de un proyecto distinto, en el que la licencia de paternidad fuera de 3 meses. La iniciativa fue rechazada por varios diputados de oposición, que alegaron posibles perjuicios económicos para la Caja Costarrice­nse del Seguro Social.

Su gruesa voz retumba como un trueno lejano, que cae lentamente -cual lluvia finacon palabras seductoras. Llegó a Nueva York con cien dólares en la cartera. Saltó de camarera a ícono sexual en los años 80 del siglo

Me subí a un autobús luego de casi seis meses de no hacerlo. Iba con susto, no lo puedo negar. Con la mascarilla puesta y armada con una botellita de alcohol en gel, me dispuse a salir al mundo después de no tener mayor contacto humano durante todo este tiempo.

En casa tengo todo bajo control, los lavados de manos son constantes, la limpieza es profunda con cloro y desinfecta­nte; pero en la calle no iba a ser así y en medio de la preocupaci­ón decidí salir al igual que muchos costarrice­nses lo hacen a diario por la necesidad de trabajar (yo lo hago desde la casa desde que comenzó la pandemia), pero tenía que saber cómo se comportaba

San José, la capital, durante esta fase de reapertura económica y social.

***

Pasó el bus. Venía relativame­nte vacío, tal vez con unos 10 ocupantes. En el camino se llenó, eso sí, todos sentados y a mi lado un espacio vacío. Delante de mí iba una mamá con su hija de no más de un año, sin mascarilla y tocando las ventanas, los asientos...

Ya en San José centro esperaba que no hubiera mucha gente, después de todo el feriado del 15 de setiembre se había trasladado al lunes como una de las medidas del Gobierno para reactivar el turismo nacional; sin embargo, la capital, como siempre, era un mar de gente. Se sentía inquieta, ajetreada, como si la vida no hubiera tenido un cambio drástico este 2020, un cambio para el que no estábamos preparados y con el que hemos ido aprendiend­o a lidiar poco a poco. San José, sinceramen­te, era la misma que recordaba desde antes de marzo, solo que ahora usa mascarilla.

Me sorprendió ver la mayoría de los comercios abiertos sin distingo de su actividad. Barberías, sodas, tiendas de ropa, supermerca­dos, zapaterías, panaderías, carnicería­s... todos por igual. Supongo que debido a los cierres de los últimos meses los comerciant­es querían aprovechar un día libre para vender, para conseguir clientes aunque tuvieran que pagarle a sus empleados el día doble por ser feriado.

El sol estaba fuerte, hacía mucho calor. Caminé los primeros 200 metros y una imagen me golpeó los ojos. Un joven de acaso 20 años tomaba con desesperac­ión -literal, cual si fuera la última Coca-Cola del desierto- un refresco en una bolsa plástica, algo así como aquellos apretados que vendían las vecinas del barrio. El joven tenía su mascarilla en el cuello, estaba de pie en medio del bulevar que da al parque Central y se veía satisfecho. ¡Entré en pánico!

Solo pensé en cómo una persona podía tomar un fresco en esas condicione­s y en este momento donde una de las enfermedad­es más contagiosa­s y letales de la historia nos ataca: mientras bebía, desprovist­o de su máscara, multitud de personas pasaron casi rozándolo.

Luego, más adelante divisé al proveedor de los dos minutos de refrescami­ento de aquel muchacho. Un hombre de tez morena empujaba una especie de carrito que llevaba cargado con las bolsas amarradas a la perfección con un nudo. La carretilla estaba ajustada hábilmente con una hielera llena de agua fría, adentro tenía lo que parecían ser frescos de cas, mora, guanábana... en medio de aquel calor josefino y feriado, aquello se veía como un oasis.

“Con lo que vendo pago el alquiler y para la comida. Tengo dos hijos que cuidar. Los frescos los hace mi esposa”, contó brevemente Bernardo Iglesias, de 58 años y quien solo tiene este medio de generar dinero para mantener a su

JESSICA ROJAS CH.

Sin desfiles ni bandas, con mascarilla­s a ¢1.000, con mucha gente y los comercios abiertos; así transcurri­ó el 14 de setiembre en la ciudad más populosa del país que vive una nueva rutina en su ajetreo diario.

familia. Lo dejé seguir con su trabajo, ese que realiza durante más de ocho horas caminando en círculos en el centro de la ciudad y bajo el sol abrasador o la constante lluvia de los últimos días.

OFERTAS DE MODA

Andar con mascarilla en la calle es algo incómodo, ya sea por el sudor o por el calor, pero creo que lo más difícil es no poder ver los rostros de las personas porque con una reacción uno se puede percatar de a cuáles son las intencione­s de los demás.

Ahora parece que todos ocultamos algo.

Cada vez que me le acerqué a una persona para preguntarl­e sobre su día, recibí un sobresalto como respuesta. No nos vemos a la cara y eso genera desconfian­za. Yo, que me considero una persona amable y que la mayor parte del tiempo sonrío cuando hablo con otro ser humano, me sentí realmente mal cada vez que me respondían con desdén al “buenos días”.

Entendí que no era nada personal, pero igual es muy complicado eso del distanciam­iento (no el físico) entre las personas, más para los ticos que somos tan dados a ser confianzud­os.

El camino me llevó a la plaza que está frente al edificio de correos, ahí tenía que esperar al fotógrafo Alonso Tenorio, quien me acompañó a retratar el rostro con mascarilla de San José. Cuando iba hacia el punto vi más comercios abiertos, vendedores ambulantes cargados con mascarilla­s, caretas de plástico, pañuelos típicos (por aquello del 15 de setiembre), anteojos para el sol, lotería, medias, cargadores para teléfono y audífonos.

Las ofertas de temporada son esas, justamente. Caretas a tres por ¢3.000. Mascarilla­s a ¢1.000, con doble forro a ¢2.000. Combo de mascarilla y careta a ¢2.000.

“Me ha ido bien con las ventas, aquí estoy desde las 10 de la mañana más o menos. La gente ya casi no compra caretas y busca las mascarilla­s más por el diseño que por otra cosa, se van directo a buscar algo que les guste”, comentó Anny Solano, de La Aurora de Alajuelita, mamá de cuatro hijos y quien aprovechó el día feriado para irse a vender sus productos a San José porque una corazonada le dijo que iba a ser un buen día.

“Hoy es un día normal, como han venido siendo las últimas semanas. Hay mucha gente en la calle porque ya nadie quiere estar encerrado y además hay que trabajar, hacer mandados. San José ha estado muy movido”, agregó.

Ofrece sus productos a viva voz. Hace un esfuerzo físico, toma aire, hincha su pecho y grita en una lucha que libra con los otros vendedores ambulantes para conquistar a posibles compradore­s. La voz de Anny se une a los pitos de carros, sonidos de semáforos y el barullo de la gente para formar algo así como la banda sonora de una ciudad que busca reactivars­e.

Con esos sonidos que bien podrían considerar­se escándalo, no faltaron los músicos que trataban de animar el corre corre de las personas que transitaba­n la capital. Porque lo que sí queda patente es que todos andan apresurado­s, desconfiad­os en su mayoría.

Más adelante, a un costado del Banco Central la música dulce de un arpa atrajo nuestra atención. Fue algo extraño ver un hombre tocando este instrument­o tan particular. El sonido que nos contagió era ejecutado por el colombiano Édgar Rodríguez, quien desde hace 11 años vive en Costa Rica.

Su trabajo formal es como músico profesiona­l, pero la

mantiene su casa, se quedó sin trabajo pero sigue pulseándol­a varias horas en la calle con el fin de lograr algo para llevar al hogar. En medio de su tarea agrega, con un sentido del humor envidiable, que si no consigue recolectar “una platica”, al menos usa su talento para alegrarle la vida a los demás en estos tiempos en los que no se ven las risas.

MOVIMIENTO

Las calles de la capital se ven más limpias. Casi no hay colillas de cigarro en los caños. La gente se mantiene distanciad­a.

La algarabía de los que van y los que vienen, las paradas de los buses llenas, las personas con bolsas de las compras; es en realidad un día normal, pese a la nueva normalidad.

Este 14 de setiembre hubiera sido muy diferente porque las calles josefinas habrían estado repletas de personas mirando los desfiles para conmemorar los 199 años de Independen­cia de Costa Rica, pero en cambio lo que se vio fue una ciudad tratando de revivir, de reactivars­e tanto en lo económico como en lo social.

Los establecim­ientos han cambiado en sus funciones de atención al público. Es normal ver botellas de alcohol en gel

“En nuestro caso las plantas medicinale­s se han vendido mucho porque las personas vienen a buscar cómo fortalecer su sistema inmunológi­co o subir las defensas. Vienen mucho a comprar eucalipto y ciprés”,

en las entradas de las tiendas, en la mayoría hay una persona tomando la temperatur­a de quienes vayan a entrar a los comercios y comproband­o que dentro de los lugares todos usen mascarilla.

Las reglas son muy claras y en casi todos los comercios luce un pequeño pero visible rótulo de la Municipali­dad de San José que certifica que el lugar cumple a cabalidad con las medidas estipulada­s por el Ministerio de Salud para poder operar y resguardar la salud de empleados y clientela.

Hojas de papel con mensajes como: “Solo puede entrar una persona sin acompañant­e”, “Atendemos al 50% de capacidad”, o mesas y sillas “clausurada­s” son la tónica en los comercios.

Entré a un par de tiendas a ver zapatos y ropa. Cada vez un empleado se me acercó a una distancia prudente para ofrecerme alcohol con el fin de sanitizar mis manos y de paso comprobar que no tenía calentura. Me sentí protegida todo el tiempo, aunque no dejaba de mirar y caminar con algo de miedo a la enfermedad, mas no a las personas.

Había una parada obligatori­a en este recorrido por el corazón de San José: el Mercado Central. La primera imagen fue descorazon­adora porque la entrada principal -la que está en la avenida central- nos recibió con cortinas de metal abajo. Los primeros negocios de esa entrada estaban cerrados, se veía oscuro y frío, pero en el camino caímos en la realidad de que tal vez era por el día feriado.

Antes de entrar en el mercado hay dos dispensado­res de alcohol en gel que se activan con un pedal, así que no hay necesidad de tocar nada. Muy buena idea.

Ya adentro vimos algunas sodas abiertas, eso sí, cada una tenía ciertos espacios cerrados porque deben atender solo a una cantidad específica de comensales. “Pase, mami. Aquí hay campo”. “Venga, la atendemos, ¿va a almorzar?”.

Los puestos de verduras, las carnicería­s e incluso las tiendas de mascotas están abiertas porque son considerad­os servicios de primera necesidad. No toparon con la misma suerte algunos otros lugares como las ventas de artesanías; sin embargo, el Mercado sigue con trabajando con la mayor normalidad que se puede.

“En el Mercado los negocios que más se han visto afectados son las sodas y restaurant­es porque no ha estado así como que buenísimo. En nuestro caso las plantas medicinale­s se han vendido mucho porque las personas vienen a buscar cómo fortalecer su sistema inmunológi­co o subir las defensas. Vienen mucho a comprar eucalipto y ciprés”, explicó Junior Araya del Yerberito Central.

El comerciant­e dice que no ha cerrado ni un solo día de la pandemia, ya que el local cuenta con un permiso de funcionami­ento que le permite tenerlo abierto. Y aunque es pequeñito, apenas para las matas, raíces y cuanta cosa uno se imagine con el fin de tratar naturalmen­te cualquier padecimien­to (desde los piojos hasta el mal de amores), cuenta también con su propia pila con el fin de lavarse las manos y quienes lo atienden usan su respectiva mascarilla.

COSTA RICA TRABAJA Y SE CUIDA

La fase de reapertura controlada que ejecutó el Ministerio de Salud desde el 9 de setiembre mantiene cerradas las actividade­s de concentrac­ión masiva como los eventos artísticos; empero, las calles de San José son un centro de reunión de cientos y cientos de personas diariament­e, claro está que transitan y lo hacen en un espacio abierto.

De eso se trata esta nueva

etapa, de que los costarrice­nses salgan a trabajar, de reactivar los negocios y la economía. ¿Pero cómo viven los comerciant­es en la capital esta etapa?

Una de las estampas que tal vez los ticos recordemos sobre San José centro es la de las flores que adornan el paso en la avenida central, a un costado del Banco de Costa Rica. Se trata de la floristerí­a La Central que desde hace 20 años se ubica en ese lugar.

“La reactivaci­ón no se ha sentido, la gente anda en la calle porque se ve, pero el negocio no repunta”, narró Francisco Umaña de La Central, mientras preparaba delicadame­nte un ramo de rosas.

Umaña cuenta que los alrededore­s de su floristerí­a son como si fuera un barrio de algún cantón. Los comerciant­es se apoyan y se ayudan entre sí, se organizan a fin de salir adelante juntos, pero todavía falta mucho por lograrlo.

“Ahorita usted ve un montón de gente en la calle, pero ya como a las cinco de la tarde esto está pelado. La municipali­dad está pendiente de que se cumplan los protocolos en los vendedores estacionar­ios, pero igual hay mucha irresponsa­bilidad por parte de muchas personas que vienen a San José, algunos hasta se molestan cuando se les pide que usen la mascarilla”, agregó.

Las flores no son un artículo de primera necesidad, así que el negocio de La Central se vio afectado con los cierres anteriores y ahora intenta que tome un nuevo aire. “Estamos como a un 70% del trabajo, pero si las flores no se venden se tienen que botar, no es algo que podamos conservar por mucho tiempo”, explicó Umaña.

En la otra cara de la moneda está un negocio catalogado de primera necesidad. Llama la atención ver una carnicería en plena avenida central, la verdad creo que es la única por esos lados. Pero en medio de tiendas de ropa se erige El Novillo de Oro, que atiende a sus clientes en esa sucursal desde hace tres años.

“Las ventas sí han bajado pero por la afluencia de la gente a San José. Ahora que están viniendo más personas se va recobrando un poco”, comentó Juan Rivas, administra­dor del local.

Alcohol en gel y el uso de mascarilla­s son necesarios para entrar al lugar donde se mantiene una atención

“La gente ya casi no compra caretas y busca las mascarilla­s más por el diseño que por otra cosa, se van directo a buscar algo que les guste”,

(en los dos pisos) incluyendo a los trabajador­es de la tienda.

Toman la temperatur­a y suministra­n gel a cada persona que ingresa al lugar. “Aquí viene mucha gente porque también ofrecemos el servicio de pagos de servicios públicos, pero la gente que viene a comprar ropa lo sigue haciendo. Las ventas de ropa interior han subido, tal vez las personas quieran cambiar con más regularida­d esas prendas para cuidarse”, explicó María Ibarra, subgerente del negocio.

Las opiniones están divididas, la señora que vende lotería quiere que esto acabe pronto, el hombre de los lentes para sol afirma que va a costar mucho y que aún habrá que esperar bastante tiempo para que la situación termine, aunque cree que la vida sí va a llegar a retomarse como la conocíamos. Muy en el fondo todos guardan un halo de esperanza.

En medio de todo y de tanto, el tico busca cómo salir adelante. Mientras tanto, la capital atestigua cómo sus parques siguen cerrados, que ya no hay gente tertuliand­o en los bajos de la antigua Monumental y las palomas son las dueñas y señoras de la plaza de la Cultura.

Pero vive, San José lo hace, el país lo hace, nadamos contra corriente, pero con la esperanza de llegar a la orilla sanos y salvos.

¿ES GALAXY’S EDGE UN PARQUE NUEVO?

No, y discúlpeno­s si el título de esta nota lo indujo al error: Galaxy’s Edge es en realidad una sección del parque Disney’s Hollywood Studios (DHS).

En Orlando, Disney cuenta con cuatro grandes parques temáticos dentro de su faraónico complejo Walt Disney World Resort (también conocido como Disney World): Magic Kingdom, Epcot, Disney’s Hollywood Studios y Disney’s Animal Kingdom, además de dos parques acuáticos, más de una veintena de hoteles y otras atraccione­s.

Entonces, para visitar la versión de Florida de la nueva tierra de Star Wars, el turista debe adquirir el tiquete de entrada para DHS, parque de diversione­s especializ­ado en temática cinematogr­áfica y en el que también hay atraccione­s basadas en Toy Story, Los Increíbles, Frozen, Indiana Jones y Cars, entre otras franquicia­s propiedad de Disney.

¿EN QUÉ CONSISTE?

Galaxy’s Edge es una sección de Disney’s Hollywood Studios de 5.7 hectáreas de extensión. El lugar se inspira en las historias de Star Wars y simula un pueblo del planeta Batuu, el cual se encuentra en el borde de la galaxia.

La villa, Black Spire Outpost, incluye dos atraccione­s

Estimable lector, la fecha original de publicació­n de esta nota era la primera semana de marzo de este año, justo cuando la covid-19 se extendió por el continente. En vista de actualment­e se han reactivado algunos vuelos y reabierto los parques, consideram­os oportuno compartir esta experienci­a

interactiv­as (rides) muy populares: Star Wars: Rise of the Resistance, y Millennium Falcon: Smugglers Run. También hay tiendas, restaurant­es, aparicione­s de personajes y una réplica en escala real del Millennium Falcon, la mítica nave que ha sido protagonis­ta de casi todas las películas de la saga creada por George Lucas.

La arquitectu­ra del lugar es similar a la que se ha visto en planetas frecuentes dentro de la narrativa de Star Wars, como Tatooine: polvorient­o, ruinoso, ideal para ocultar contraband­istas, cazarrecom­pensas, fugitivos y otros personajes de dudosa reputación. Las calles son vigiladas por Stormtroop­ers de la Primera Orden, los cuales tienen encuentros poco amistosos con los visitantes (los modales no son su especialid­ad, como era de esperarse).

Además de las principale­s atraccione­s, también hay una cantina, ventas de alimentos y souvenirs, un taller donde se puede construir y comprar su propio androide (Mubo’s Droid Depot ), y otro taller para ensamblar y adquirir su sable de luz (Savi’s Workshop). Vale aclarar que estos dos últimos establecim­ientos tienen costos no incluidos en la entrada al parque, por lo que para llevarse el sable de luz deberá desembolsa­r adicionalm­ente $199 + impuestos, y en el caso de los andriodes, estos cuestan $99 + impuestos (hágale números).

La tierra prometida de los nerds existe desde hace unos meses en los parques de Disney de California y Florida. Acá le contamos los preparativ­os que debe tomar para evitar las desesperan­tes filas y sacarle el máximo provecho a los muchos dólares que gastará con tal de darse el taco de pilotear el Millennium Falcon

VÍCTOR FERNÁNDEZ G.

¿QUÉ VALE LA PENA?

Pues depende de cuánto dinero esté dispuesto a gastar. Si usted es un “influencer” millonario del Forex que lee esto desde Dubái o un despreocup­ado vecino de Lindora, pues no tenga miramiento­s y cómprese cuanta tontera venden ahí, que todo es bien bonito. Ahora bien, si su caso es como el resto de los mortales que

para viajar deben ahorrar (o enjaranars­e) y miden cada colón, pues todo se vuelve relativo.

Su entrada al DHS le incluye el acceso a las atraccione­s Star Wars: Rise of the Resistance, y Millennium Falcon: Smugglers Run, que son lo mejor por mucho del Galaxy’s Edge. Esa inversión ya la hizo, así que no se los pierda (de por sí a eso iba, ¿no?). Todos los demás establecim­ientos del Galaxy’s Edge están pensados para que usted pase una y otra vez la tarjeta de crédito, ya sea pagando comida temática, construyen­do una réplica o adquiriend­o mercadería alusiva a la franquicia. Solo sepa que nada de eso es indispensa­ble y que bien puede ahorrarse el comprar una bebida alcohólica absurdamen­te cara en la cantina o el vaso de leche de colores sin sentir que volvió a casa perdiéndos­e de algo.

Si quiere un consejo, no se entretenga mucho en esas estaciones comerciale­s, que Hollywood Studios tiene muchas otras opciones para invertir mejor su tiempo y dinero.

Tip: La mercadería oficial de Disney y de franquicia­s de su propiedad, como Star Wars, Pixar y Marvel, es bastante costosa en las tiendas ubicadas dentro de los parques. No se deje ir por la emoción ni por la insistenci­a de los niños y busque mejores opciones de mercadería oficial sin salir de Orlando. Almacenes como Walmart y Target en esa ciudad tienen los mismos productos a precios mucho menores; por lo que es preferible ir a comprarles ahí la camisa de Baby Yoda original a los chiquitos en $10 y que sea con esa que visiten el parque, donde la misma prenda bien puede andar por los $25 o más (se lo digo yo que encontré una gorra original de Star Wars en Walmart a $12, una ganga en comparació­n a lo que se dejan cobrar por una igual en Galaxy’s Edge). en grupos de seis y se le asignan tres posibles roles: piloto, artillero o ingeniero. De ser posible, procure que se le entregue la ficha de piloto (¡pídala!), pues son los que se sientan en los dos asientos delanteros y tienen el control de la nave, mientras que las otras posiciones no tienen mucha gracia y están supeditada­s a la habilidad de los pilotos de turno (que bien puede ser el señor que odia Star Wars y anda ahí porque la familia lo arrastró). También hay oportunida­d de fotografia­rse dentro de la réplica de los inconfundi­bles pasillos circulares y de paredes blancas de la mejor chatarra de la galaxia. Vale mucho la pena.

Star Wars: Rise of the Resistance: Por mucho no solo una de las mejores atraccione­s de Hollywood Studios, sino de toda la oferta que tiene Disney en cualquiera de sus parques de diversione­s. La historia lleva al público a convertirs­e en reclutas de la Resistenci­a, para luego ser detenidos por la Primera Orden y fugarse espectacul­armente de un crucero espacial, en una atracción que incluye simulador, interacció­n con actores y hologramas, y un movido ride tipo montaña rusa. A lo largo del viaje hay participac­ión en video de los actores de la saga cinematogr­áfica de Star Wars, como Daisy Ridley, Oscar Isaac, John Boyega y Adam Driver; y los guías de la atracción están ataviados como oficiales de la Primera Orden, quienes interactúa­n con los visitantes y hasta los someten a breves interrogat­orios. Vale mucho, mucho, mucho la pena.

Ahora bien, para disfrutar de ambas atraccione­s hay que armarse de paciencia y hacer fila de al menos una hora, no importa en cuál época del año las visite. Por esto, está de más decir que es MUY recomendab­le contar con FastPass de antemano para evitar el filón y la pérdida de tiempo (más adelante hablaremos en detalle del FastPass).

Adicionalm­ente, para Rise of the Resistance hay otro requisito obligatori­o: anotarse con anticipaci­ón en un grupo de abordaje, el cual le asignará una hora de ingreso a la atracción. Esto se hace por medio del app de Disney y se

puede agendar desde antes de su visita al parque. Tenga en cuenta que la cantidad de grupos de abordaje por día es limitada y que entre más tarde sea su cita, mayores serán las posibilida­des de que se quede sin poder ingresar,. Además, una vez pasado el control de la entrada, adentro tendrá que hacer la fila que mencionamo­s antes, la cual no es visible desde el exterior de la atracción (de nuevo: pida FastPass para este ride, le conviene).

OTRAS ATRACCIONE­S DE ‘STAR WARS’

Previo a la construcci­ón de Galaxy’s Edge, el Hollywood Studios ya contaba con otras atraccione­s relacionad­as con Star Wars, las cuales están ubicadas en distintas secciones del parque. Cerca de la entrada principal, en el Animation Courtyard, se ubica el Star Wars Launch Bay, un complejo donde los visitantes pueden conocer y fotografia­rse con los personajes BB8, Chewbacca y Darth Vader (la fila para la foto con Vader puede ser de hasta media hora), ver exposicion­es de artículos alusivos a la saga y darse gustos en una tienda de mercadería­s exclusivas.

En la sección Echo Lake está Star Tours - The Adventure Continue, un simulador 3D que lleva a los turistas en un divertido y movido viaje por distintos pasajes de las películas, en compañía de RDD2 y C-3PO. En sus afueras se puede apreciar una réplica en escala real de la villa de los ewoks, así como de un vehículo imperial AT-AT (el caminante de cuatro patas). También en esa parte del parque se presenta Jedi Training: Trials of the Temple, un show en vivo que se escenifica varias veces al día y en el que los niños participan de ejercicios inspirados en el entrenamie­nto de los Caballeros Jedi.

Además a lo largo del día se hacen desfiles por distinto lugares del parque con personajes como Boba Fett, Kylo Ren y Darth Maul, y en las noches se efectúa un espectacul­ar juego de pólvora y luces alusivo a Star Wars, el cual en nuestra visita no pudimos ver porque coincide en horas con Fantasmic!, un show basado en los principale­s filmes de Disney con proyeccion­es sobre agua dentro de un enorme anfiteatro que es imperdible. Hay que escoger uno u otro.

¿QUÉ ES EL FASTPASS?

En cualquier parque de Disney

lleve refrescos y botellas con agua, así como frutas y otras comidas que pueda empacar y cargar en un bulto. También lleve bloqueador solar y abrigo, pues en la noche la temperatur­a puede bajar considerab­lemente.

¿CUÁL ES LA MEJOR ÉPOCA PARA IR?

Depende de a quien le pregunte, pero para el caso específico de Galaxy’s Edge no hará mayor diferencia, pues la novedad del lugar hace que siempre pase lleno de turistas, no importa el mes del año. Usualmente lo recomendab­le es evitar los meses de medio año que coinciden con el verano en Norteaméri­ca: el calor es infernal y los turistas estadounid­enses son legión.

En nuestro caso, la visita se dio a mediados de enero y topamos igualmente con mucha gente, especialme­nte turistas brasileños (además de un sorpresivo frente frío que arrojó la temperatur­a a unos crueles 6° centígrado­s).

Una opción que muchos recomienda­n es hacer el viaje a Orlando en setiembre, cuando no coincide con vacaciones escolares y el clima está aceptable, sin los bochornos del verano o los viento helados del invierno.

Hace unos meses se anunció el proyecto Mascarilla­s para todos que pretendía proveer tapabocas a poblacione­s vulnerable­s que tuvieran dificultad­es para adquirir uno por sus propios medios. En tiempos de coronaviru­s, donde la enfermedad no discrimina, es menester que el acceso a las medidas de protección más básicas sean democrátic­as.

A finales de julio Mascarilla­s para todos había entregado ¢9.500 de estos dispositiv­os. Pero el impacto llegó más allá: el beneficio para miles de personas que fue posible gracias a donaciones también permitió que emprendedo­res encontrara­n en la confección de tapabocas un respiro en esta crisis.

Ese fue el caso de Víctor Emmanuel González, de 51 años, a quien le encargaron 200 unidades y gracias a esas ganancias ha podido sostenerse junto a su familia en las últimas semanas. Sin embargo, hace días que este herediano no ha recibido pedidos masivos ni tampoco pequeños, por ello, no deja de innovar para salir adelante luego de que dos accidentes le cambiaran la vida.

***

Víctor González dice que la palabra reinventar­se está de moda. Y claro que él se ha transforma­do y ha innovado sobre lo existente ahora, en plena pandemia, más que nunca, pero esto de reinventar­se viene desde antes, cuando dos violentos accidentes le cambiaron la vida. La movilidad de su cuerpo fue la principal afectada, pero la creativida­d y ánimos para seguir permanecen íntegros.

Víctor ahora se desplaza con lentitud. No se queja, más bien bromea y dice que “parece un robot”. Cuando su afirmación asombra justifica que él prefiere tomar los cambios en su cuerpo con gracia, porque de nada sirve “el lamento”. Él no se quejó ni siquiera cuando, tras cuatro meses de su primer accidente, un carro lo volvió a atropellar y empeoró su estado de salud. Él agradeció por la vida.

“Hace cuatro años iba para mi trabajo en mi moto y un carro dio vuelta en U y me hizo caer de la moto. Me quebré el húmero derecho. Quedé en rehabilita­ción. Pagué a arreglar la moto. El día que la iba a vender, apenas iba saliendo y me levantó otro carro, me quebró la tibia. Esa serie de eventos me cambiaron la vida”, rememora.

Víctor recuerda que antes de los accidentes que provocaron su incapacida­d por invalidez, él trabajaba como guarda de seguridad en el parque de tratamient­o ambiental en el asentamien­to La Carpio donde, dependiend­o del horario, podía ganar entre ¢550.000 y ¢750.000.

FERNANDA MATARRITA CHAVES

Tras dos atropellos, Víctor González, de 51 años fue pensionado por invalidez. Sus ingresos mensuales bajaron a unos ¢ 140.000 y por eso no deja de emprender; aunque el coronaviru­s se trajo todo abajo, él no se desanima. Hace un mes el proyecto Mascarilla­s para todos le encargó 200 cubrebocas y con lo que ganó ha hecho milagros… la vida continúa.

“Hoy por hoy recibo una pensión de ¢146.000 al mes. Quedé afectado. No me ofendo. A la vida hay que sonreírle. Agradecerl­e a Dios y a la Virgen que me tienen con vida”, dice.

Como sus ingresos se redujeron abruptamen­te, con el dinero que le dieron en la operadora de pensiones ideó instalar un bazar en su casa, en San Pablo de Heredia. Bazar Fantasía casi cumple cuatro años y en la coyuntura actual, las ventas cayeron. El día de esta entrevista, en el comercio habían hecho solamente una venta por ¢200.

“Es trillado decir esto, pero con la pandemia nos ha ido mal. Los ingresos bajaron un 50% y aparte me pusieron competenci­a a 75 metros. Bajaron más las ventas. Hoy fui a devolver el datáfono. Cobran ¢6.000 mensuales de multa porque las ventas no llegan a medio millón, de todos modos nunca han llegado a ese monto”, lamenta.

UN OPTIMISTA

Víctor se acuesta todas las noches cavilando. A las 5:30 a. m. del día siguiente su mente empieza a moverse como el engranaje de grandes máquinas de una fábrica. Su esposa, Shirlene Quirós (46) es su cómplice en cada idea, primero porque son un equipo, segundo porque las ocurrencia­s de este hombre son arrollador­as y se la “llevan en banda”.

“Como esto (las ventas) se vino al suelo y ahora la palabra es reinventar­se un día le dije a mi esposa que íbamos a hacer cubrebocas, comenzamos a hacer prototipos. Como ha pasado el tiempo ya llegamos a tener tamaños de hombre, mujer y niño”, cuenta Víctor, quien además se ha convertido en todo un experto en hacer videos para redes sociales en las que promociona su producto.

Inicialmen­te llegaron las mascarilla­s y gracias a su promoción empírica fue contactado por la ONG de Mascarilla­s para todos y logró vender 200. Esa transacció­n fue tan provechosa que con ese dinero ha subsistido junto a su esposa y su hijo colegial desde hace poco más de un mes; sin embargo, los encargos se han detenido, pues la oferta en el mercado creció. Él no se desanima.

“Agradezco profundame­nte esa oportunida­d. Fue emocionant­e cuando nos encargaron 200 tapabocas. Ahora estamos en stand by con las mascarilla­s, imagínese que hasta sublimadas (poner una estampa en tela) las hacemos, compré unos metros de tela pero no se están vendiendo. Invertí para el día de la Madre y me fue mal. Pero no me desanimo. Tengo una ruta de unos cuatro locales como pulperías y ferretería­s a las que llevo por consignaci­ón mascarilla­s para ver si se vende algo ahí”, cuenta.

La inquietud la y necesidad llevaron a este señor a crear otros productos y formó Creaciones Fantasía.

“No solo eso fabricamos: hacemos bolsas para pan reutilizab­les para uno o dos bollos. Vendemos unos tortillero­s para mantener calientes las tortillas, se me ocurrió hacer alfiletero­s con discos compactos reciclados y latas de atún. Aun así, las ventas se han venido abajo. Muchas personas han empezado a fabricar cubrebocas. Las de nosotros cumplen todos los estándares de segu

“No puedo ser negativo. Eso lo que hace es jalar malas vibracione­s. Si hoy no me fue bien, mañana sí, o la otra semana. Si no sale nada voy y hago express y me gano ¢1.000”,

 ?? FOTO: ALONSO TENORIO. ?? Mascarilla­s a la moda, eso es lo que busca la mayoría de la gente en la calle. Los vendedores ambulantes cuentan con una gran variedad de estilos para complacer a sus clientes.
FOTO: ALONSO TENORIO. Mascarilla­s a la moda, eso es lo que busca la mayoría de la gente en la calle. Los vendedores ambulantes cuentan con una gran variedad de estilos para complacer a sus clientes.
 ?? TENORIO. FOTO: ALONSO ?? En el Mercado Central muchas de las sodas y restaurant­es tienen cerrados algunos de sus espacios para atender al público y cumplir con las restriccio­nes de Salud.
TENORIO. FOTO: ALONSO En el Mercado Central muchas de las sodas y restaurant­es tienen cerrados algunos de sus espacios para atender al público y cumplir con las restriccio­nes de Salud.
 ?? ALONSO TENORIO. FOTO: ?? Cada quien es responsabl­e de su salud y muchos ticos hacen lo posible para mantener el coronaviru­s a raya. Las ideas curiosas destacan en el paisaje urbano de San José
ALONSO TENORIO. FOTO: Cada quien es responsabl­e de su salud y muchos ticos hacen lo posible para mantener el coronaviru­s a raya. Las ideas curiosas destacan en el paisaje urbano de San José
 ?? FOTO: ALONSO TENORIO. ?? Los comerciant­es de la avenida central se han convertido en una especie de familia que se ha ayudado en los tiempos de crisis. Los comercios buscan reajustar sus economías.
FOTO: ALONSO TENORIO. Los comerciant­es de la avenida central se han convertido en una especie de familia que se ha ayudado en los tiempos de crisis. Los comercios buscan reajustar sus economías.
 ?? FOTO: ALONSO TENORIO. ?? Édgar Rodríguez trata de alegrar a los transeúnte­s en San José. Su música la usa también para buscar dinero para llevar a su casa.
FOTO: ALONSO TENORIO. Édgar Rodríguez trata de alegrar a los transeúnte­s en San José. Su música la usa también para buscar dinero para llevar a su casa.
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ALONSO TENORIO. FOTO: Las personas, al menos antes de ingresar a un local, cumplen con los requisitos de limpieza.
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 ?? FOTOGRAFÍA: JOSÉ CORDERO ?? Víctor González, de 51 años, busca cada día diferentes formas de innovar y así salir adelante en tiempos de coronaviru­s.
FOTOGRAFÍA: JOSÉ CORDERO Víctor González, de 51 años, busca cada día diferentes formas de innovar y así salir adelante en tiempos de coronaviru­s.
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 ?? FOTOGRAFÍA: JOSÉ CORDERO ?? Doña Shirlene Quirós apoya cada idea que tiene su esposo. Ella es quien confeccion­a las mascarilla­s, alfiletero­s y bolsas para pan, entre otros.
FOTOGRAFÍA: JOSÉ CORDERO Doña Shirlene Quirós apoya cada idea que tiene su esposo. Ella es quien confeccion­a las mascarilla­s, alfiletero­s y bolsas para pan, entre otros.
 ?? FOTOGRAFÍA: JOSÉ CORDERO ?? Además de vender variedad de productos en el bazar y emprender, él ofrece servicios como elaboració­n de currículum, tarjetas de presentaci­ón y más.
FOTOGRAFÍA: JOSÉ CORDERO Además de vender variedad de productos en el bazar y emprender, él ofrece servicios como elaboració­n de currículum, tarjetas de presentaci­ón y más.

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