La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

LA NUEVA VIDA DE DANI LEÓN

- FERNANDA MATARRITA CH. fernanda.matarrita@nacion.com

Daniel León celebra dos cumpleaños. El primero conmemora el día que vino al mundo (el 20 de diciembre del 2005). El segundo festejo está relacionad­o con la fecha del trasplante de médula ósea (el 17 de agosto del 2017) que más allá de salvarle la vida, le regaló una nueva.

A él lo conocimos como Dani, un niño discreto, introverti­do y que salía en medios

Hace cuatro años la familia de Danie León Calvo impulsó una maratónica en busca de $1 millón que salvaría la vida de su hijo, quien requería de un trasplante de médula ósea que no podía hacerse en Costa Rica. Hoy es un adolescent­e sano que se permite soñar.

de comunicaci­ón masiva porque su historia necesitaba un rostro. Su carita era en ese momento el símbolo de aferrarse a la vida en medio de imposibles.

Nació con Aplasia pura de la serie roja, una enfermedad que le producía una anemia severa que traía muchísimas más complicaci­ones de las que su nombre puede hacer suponer y dos de las tres opciones que tenía para salvar su vida eran inviables. El trasplante de médula no podía ser ni de su hermano Kendall, ni de sus papás Zaida Calvo y Alexánder León. La única opción que había para él

(un procedimie­nto con un donador idéntico no relacionad­o, es decir, un donador de un banco de médula ósea) costaba $1 millón y la garantía de alcanzar su salud no era certera, pero había que intentarlo.

Y lo intentaron. Su familia inició una maratónica, lo que parecía inalcanzab­le se obtuvo y Dani pudo someterse al tratamient­o que, si era exitoso permitiría que no solo que viviera, sino que lo hiciera sin los dolores e incomodida­des que empezó a experiment­ar al año y nueve meses de edad, cuando iniciaron las transfusio­nes de sangre que le ayudaban a mantener su cuerpo funcionand­o.

Dani León lo logró y esta es su vida ahora.

Daniel León ya no tiene la cara redondita de hace cuatro años. Ahora lleva un peinado de moda, sus cabellos lucen un poco largos y ondulados. Es fanático de los tenis Vans y Converse; su prenda favorita para vestir son los hoodies (sudaderas con gorro).

En agosto se cumplen cuatro años desde que recibió el trasplante de médula ósea que necesitaba para sobrevivir y hoy está adaptado a su nuevo estilo de vida. Si bien tiene citas de control con hematologí­a, ya no se enfrenta a las incómodas agujas de las transfusio­nes de sangre ni mucho menos al terrible dolor que experiment­ó luego de la operación.

Si su proceso de años luchando contra la enfermedad fue difícil, la recuperaci­ón del trasplante se tornó aún más dura. Dani estuvo internado por seis meses y en ese tiempo requirió de cuidados intensivos en tres ocasiones. Pasó por tanto

En su reciente viaje a Estados Unidos Dani se reencontró con Doug Janz, de 30 años. Él es su donador de médula ósea. Ambas partes aceptaron revelar sus identidade­s para conocerse. A él la familia de Dani lo ve como un ángel. Y la mamá de Doug ve en Dani “una oración contestada”, pues lo ve como un nuevo hijo.

que ni siquiera conserva muchos recuerdos.

Hoy tiene 15 años y es un adolescent­e educado y agradecido. También es mucho más hablantín y risueño, pero discretame­nte.

“Todo ha estado muy bien. El tiempo ha pasado muy rápido. Ya estoy en noveno de colegio (pese a todo su proceso, Daniel nunca perdió un año escolar). Voy a citas de control, pero no son nada comparado a lo de antes. Es muy poco. Esto ha sido un cambio drástico emocional y físicament­e y también de salud. Todo ha sido para bien. Puedo estar vivo y hacer cosas de persona normal, cosas que me gustan”, cuenta Dani.

Luego del procedimie­nto a él se le presentó un efecto secundario denominado injerto versus huésped que puede ocurrir luego de un trasplante de médula ósea. Como su cuerpo recibió un sistema inmunológi­co (injerto) idéntico

al de él pero provenient­e de otra persona, sus órganos y tejidos (el huésped) lo sienten poco familiar y por eso buscan destruirlo.

A Dani este efecto se le ha manifestad­o en la piel, en el hígado y en el esófago. Por eso no puede cerrar del todo las manos, le han salido algunas manchas y le cuesta tragar, sin embargo, en su caso no es grave y toma tratamient­o para estar estable.

“Luego del trasplante de médula él tiene el sistema inmunológi­co del donador. Ese sistema dice: ‘este no es mi cuerpo y ataca cualquier parte’. Lo más común es la piel y un poquito el hígado. Todo eso está controlado con medicina que le baja las defensas. (la condición) es crónica pero se controla. Se apaga y enciende. Hay que tener algo de paciencia. Es súper común. La doctora dijo que es leve y dice que Dani es de los pacientes más enfermos que tuvo y de los que están mejor. Ella dijo que él estaba muy enfermo. Luego del trasplante lo tuvieron tres veces en cuidados intensivos”, explica su madre.

Por los efectos de ese medicament­o y estando en tiempos de pandemia, Dani ha tenido que ser muy cuidadoso y la mayoría de actividade­s las realiza virtualmen­te. Él cuenta que se siente muy bien. Ya fue vacunado contra la covid-19.

“Lo de la vacuna se hizo porque viajamos al hospital de Cincinnati porque debe ir una vez al año con cita de control por el trasplante. Así deben ser los primeros cinco años. Fue el primero, se pospuso la de segundo por la pandemia y ahora se dio oportunida­d; la doctora nos avisó que iban a aprobar la vacuna. Lo vacunaron allá. Apenas llegamos lo inmunizaro­n y ella le hizo la revisión anual. Nos quedamos esperando la segunda dosis”, cuenta doña Zaida.

La madre continúa: “Es un joven sano. Su médula funciona perfecto. La doctora le hace bromas. Él tenía el problema de que la hemoglobin­a le salía en cuatro o cinco y lo normal es 14 o 15. Ahora en los exámenes le sale con 17. La doctora (del hospital de Cincinnati, donde lo trasplanta­ron) dice que tiene mejores exámenes que ella”.

futuro. No sé para qué. Eso me gusta creer”, confía el adolescent­e.

En el contexto actual él se reúne virtualmen­te con sus amigos todos los viernes. Asiste a clases de la misma manera. En casa ha encontrado el gusto por tocar guitarra y como le sugirieron que practicara deporte pero sin involucrar­se con demasiadas personas, ahora juega tenis.

Los videojuego­s siguen siendo parte de su afición y también disfruta junto a su perrita Gidget, una compañera tierna y fiel que ha sido muy especial para Dani. Ella llegó en uno de los momentos más desesperan­zadores para la familia. Cuando médicament­e no se podía hacer nada más por él en Costa Rica, a los padres de Daniel les dijeron que lo enviarían a cuidados paliativos para “darle más tiempo”. Los progenitor­es acudieron al psicólogo y les recomendó que en ese proceso sería de ayuda que el niño tuviera a su propia mascota.

“Cuando lo mandaron a casa y nos dijeron que no había nada más que hacer, nos preguntamo­s que qué hace uno, buscamos a un psicólogo y nos dio la recomendac­ión de una mascota. Fuimos y la adoptamos. No puedo explicarlo con palabras, pero ella entendió lo que pasaba. Ella siempre estaba con él. Desde el primer momento hicieron conexión. Ella entendió que Dani la ocupaba”, cuenta la mamá, quien reconoce que esta criatura la marcó tanto que su relación con los perros cambió y ahora tienen cuatro.

Dani va muy bien en el colegio y ya piensa en el futuro. Le gustaría estudiar diseño gráfico, o al menos, esa es la carrera que más le llama la atención en este momento.

“Ha crecido muy rápido. Dejó toda la ropa en la pandemia. Ya nada le quedaba y en el viaje a Estados Unidos compró ropa. Yo vi a un adolescent­e normal que escogía sus cosas y yo lloraba. Esto es un regalo”

Zaida Calvo, madre de Dani

una casa para que tuvieran a donde llegar. Ellos siempre arrendaban, pero cuando ocurrió la maratónica para recolectar el dinero de la operación, los León Calvo vendieron todo lo que tenían en su casa. El padre de Dani se deshizo del equipo con el que trabajaba en su taller mecánico.

Doña Zaida siempre se dedicó a ser analista financiera y tras el retorno pudo retomar esa labor. Inicialmen­te la

Caja Costarrice­nse de Seguro Social (CCSS) le otorgó una licencia para cuidar a su hijo y en la empresa le dieron un permiso.

Hoy esta familia vive, por primera vez en muchos años, en calma. Luego de tener que empezar de cero cuando regresaron con su hijo sano, este mes de julio el papá tiene planes de reabrir el taller y como familia pusieron a andar un proyecto.

Ellos crearon Daisu (dado en japonés), una cafetería temática en la que cuentan con 160 juegos de mesa. La propuesta se ubica en barrio Escalante y quien más tiempo pasa allí es Kendall, el hermano mayor de Dani; el muchacho se especializ­ó como barista.

El local abrió en febrero y ese mes y el siguiente les fue bien, sin embargo, los últimos no han sido tan favorecedo­res por el contexto pandémico y las restriccio­nes que se han impuesto para evitar la propagació­n del virus. Pase lo que pase, esta familia está acostumbra­da a no rendirse.

“Dios ha sido demasiado bueno en todos los aspectos. A veces a uno algo no le sale o con esto del covid y todo lo que ha traído. Pero yo siempre vuelvo a ver a Daniel y caigo en cuenta de que eso no es nada. Eso me aterriza un poquito. A veces nos dejamos llevar por cosas de todos los días y nos estresamos y al final son realmente tonteras. Fueron muchos años los que él estuvo enfermo, somos de fe y creíamos en el milagro. Pero yo no pensaba en lo que él fuera a hacer de grande. Ya ahora sí lo visualizo. Sé que tiene una vida por delante. Es súper inteligent­e”, detalla la madre.

Cuando repasa lo que experiment­aron, esta mujer y madre incansable percibe como si le estuvieran contando la historia de alguien más. Intenta entender todo por lo que pasaron y dice que “no se cree capaz de nada de eso”. Encuentra la explicació­n en Dios.

“Fue Dios quien movió corazones de miles de personas. Dios nos dio la fortaleza en ese momento. A mí me parece increíble. Fue un milagro. Desde que se abrió la puerta de poder trasplanta­rlo hasta poder pagar el trasplante. El proceso allá fue más difícil que la campaña. Fue difícil verlo tan enfermo luego del trasplante, en estos casos siempre hay un panorama complicado”, detalla.

Dani afirma que “se hizo resistente al dolor físico”. Una bomba de morfina le acompañaba y aliviaba. Hoy él no se lamenta ni expresa pena por lo pasado: Daniel está enfocado en su presente y en todo lo que está por venir. Es optimista.

“Hubo momentos donde yo lloraba con mi esposo y le decía que mejor lo hubiéramos dejado morir en Costa Rica. Estaba sufriendo tanto (luego del trasplante) y pensaba que si al final se moría mejor lo hubiéramos dejado tranquilo en nuestro país. Mi esposo es extraordin­ario y lleno de fe. Yo iba a la capilla y Dios me traía esa paz. Sabía que eso también iba a pasar”, agrega la mamá.

Y pasó. Hoy su vida es mucho mejor, dicen. No creen que “hayan regresado a la normalidad”, pues antes su cotidianid­ad no era normal, insiste doña Zaida.

“Tenemos la vida estabiliza­da. Siento a este punto que nos sentimos bien”, dice la mujer.

El 17 de agosto, Daniel León, el niño por el que un país se movió y solidarizó, cumple cuatro años de disfrutar una nueva vida. Un año después de su trasplante le pusieron una de las vacunas que colocan a los recién nacidos, después tuvo que aprender a tolerar la comida sólida tras pasar mucho tiempo alimentánd­ose por una línea central; también se acostumbró a caminar de nuevo.

Dani tiene una nueva existencia, una en la que ya no hay dolor, pero sobre todo, en la que no está presente el miedo. Hoy él y su imparable familia flotan en una nube de ilusión, de esperanza: queda mucho por vivir.

 ?? CORTESÍA ZAIDA CALVO ?? Dani es un adolescent­e de 15 años que disfruta de diferentes aficiones, entre ellas tocar guitarra.
CORTESÍA ZAIDA CALVO Dani es un adolescent­e de 15 años que disfruta de diferentes aficiones, entre ellas tocar guitarra.
 ?? JOSE CORDERO ?? Daniel León en el 2017, meses antes de viajar a Estados Unidos para su trasplante de médula ósea.
JOSE CORDERO Daniel León en el 2017, meses antes de viajar a Estados Unidos para su trasplante de médula ósea.
 ?? CORTESÍA ZAIDA CALVO ?? Dani y su adorable mascota Gidget.
CORTESÍA ZAIDA CALVO Dani y su adorable mascota Gidget.
 ?? CORTESÍA ZAIDA CALVO ?? Dani y sus
inseparabl­es papás, Zaida y Alexánder, junto a Doug, “el ángel” que ayudó a salvar la vida de Daniel.
CORTESÍA ZAIDA CALVO Dani y sus inseparabl­es papás, Zaida y Alexánder, junto a Doug, “el ángel” que ayudó a salvar la vida de Daniel.
 ?? CORTESÍA ZAIDA CALVO ?? Daniel es un aficionado de los videojuego­s, un gusto que disfruta desde niño.
CORTESÍA ZAIDA CALVO Daniel es un aficionado de los videojuego­s, un gusto que disfruta desde niño.

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