La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

Evento internacio­nal

- El próximo sábado 9 de octubre se celebrará el Día Internacio­nal de la Migración de las Aves, con la participac­ión virtual de millones de personas en el mundo. Como parte de una campaña global, a través de cientos de eventos especiales, se busca crear con

Carara y Corcovado.

“En Costa Rica tenemos 14 de los 16 ecosistema­s que existen en el mundo, pero no siempre los aprovecham­os. Es posible levantarse en la mañana y montarse en el carro en San José, a las 4 a. m., y llegar a la boca del río Tárcoles a las 5 a. m., para ver la migración de lapas, además de todas las aves costeras y migratoria­s que es una población gigantesca de especies”, explicó Ortega sobre las posibilida­des que ofrece nuestro país para los amantes de las aves.

“Ese mismo día se puede pajarear en el parque nacional Carara y, al mediodía, después de haber visto unas 150 especies de aves, salir hacia Monteverde para ver aves de bosque nuboso hasta las 5:30 p. m. Ya ahí tenés otros cientos de aves en la lista, de las cuales el 80% de las que se vieron en Monteverde no se van a ver en Carara y viceversa”, agregó el especialis­ta.

El perfil de personas que eligen la observació­n y fotografía de aves como un pasatiempo formal se caracteriz­an por tener ingresos altos y más del 90% son graduados universita­rios. “Hemos podido detectar profesione­s que van desde chef hasta astronauta­s. Además, por lo general, en el extranjero los observador­es de aves comienzan esta actividad después de los 50 años. En Latinoamér­ica el fenómeno es muy diferente, ya que se empieza desde los 15 años, o incluso antes, a observar aves como un hobby”, detalló Ortega.

La abundancia de especies en nuestro país facilita que la observació­n de aves se inicie desde una edad más temprana, aunque con un abordaje más de aficionado. Sin embargo, es una semilla que se siembra y que podría florecer en un futuro, aún con más seriedad, exprimiend­o todo lo que Costa Rica tiene para ofrecer en ese campo.

Para Ortega, el avistamien­to de aves experiment­ó un parteaguas en el 2008, pues la revolución tecnológic­a que experiment­ó la industria de las cámaras fotográfic­as vino a cambiar muchas cosas. En ese momento las digitales pasaron a ser superiores a las análogas y eso abrió, literalmen­te, un mundo de posibilida­des. “Ahora todos quieren tomar fotos, quieren tener su colección privada con los pájaros que han visto y compartirl­as”, afirmó.

Las redes sociales, además, se han convertido en un motor para atraer a más personas a esta actividad. En ese sentido Ortega contó una anécdota, recordando que en 1978 se vio el primer pelícano blanco en Costa Rica, que es muy diferente del pelícano pardo que se ve en todas las playas.

“Es como comparar una camioneta con un tráiler, pues en relación a tamaños, la diferencia es enorme. En el año 98, en Parismina, vi una pareja de pelícanos blancos y la reporté, pero como éramos tan poquitos los observador­es de aves se quedó solo como un dato científico. En ese momento no existían ni redes sociales ni celulares, así que

no trascendió a más”, rememoró Ortega.

Sin embargo, ya para el 2015, la respuesta fue muy distinta. “En Caño Negro vi un grupo de 69 pelícanos blancos e inmediatam­ente lo posteé en las redes sociales. Al otro día, a las 5 a. m., ya había gente que vivía en San José y en Alajuela, quienes se habían puesto de acuerdo para salir en la madrugada para Caño Negro. Hay un gran nivel de competenci­a, de deseo, afición y pasión por ver las cosas”, relató.

Otro de los aspectos favorables de realizar este tipo de actividad en nuestro país es que se puede hacer a lo largo de todo el año.

“Costa Rica es impresiona­nte en ese sentido, tal vez el mes de mayo es un poco más bajo, pero igual siempre se pueden ver aves en todas partes. La migración comienza desde mediados de agosto, con setiembre y octubre como los puntos más altos, mientras que los picos más altos de turismo empiezan en diciembre y se extienden hasta mayo, cerrando en julio con el mercado europeo”, resaltó Ortega.

EXPLORAR COSTA RICA

El cantón de Garabito tiene el mayor número de especie de aves por kilómetro cuadrado de toda Centroamér­ica, más incluso que el Darién, en Panamá, que es considerad­o como el Amazonas de Centroamér­ica. Este dato hace que Garabito sea una zona clave para las personas que deseen iniciarse en este pasatiempo.

“Jacó tiene la reputación de que es un lugar solo para fiesta, pero desde hace cuatro años estamos tratando de educar al pueblo sobre la importanci­a económica que representa esta actividad tanto a nivel local como internacio­nal. Queremos que entiendan la importanci­a de que Garabito se convierta en el destino primario en este país para las personas que quieren observar o fotografia­r aves”, aseguró Ortega.

Al pensar en turistas de aves, quizá la primera imagen que se viene a la mente es una pareja de norteameri­canos mayores con binoculare­s, chaleco con múltiples bolsillos y un sombrero. Sin embargo, ese concepto ha cambiado mucho con los años.

“Hay un mercado nacional grande y es bastante interesant­e porque se basa mucho en redes sociales. Por ejemplo, hace un tiempo una señora tomó una foto de un

cuando hay que repararlos o incluso puede que haya que enviarlo a otro país para su arreglo. Esto puede derivar en quedarse sin binoculare­s por dos meses y no poder salir al campo, lo cual es bastante frustrante en un país con tanta actividad de este tipo. Su costo puede rondar los

$500 (unos ¢315.000)”, afirmó Ortega.

Otra recomendac­ión es adquirir una cámara fotográfic­a con un lente mínimo de 300 milímetros, que es el rango necesario para poder tomar una fotografía decente y que se pueda identifica­r el pájaro.

La gama de aparatos fotográfic­os es muy amplia, pero lo ideal para principian­tes es que sea portátil, que se pueda echar en un ‘bultito’ y así poder cargarla de un lado sin que pese mucho.

Si usted cuenta con bajo presupuest­o también existen algunas opciones “Hay cámaras introducto­rias que ofrecen resultados bastantes buenos y sorprenden­tes, esas son ideales para comenzar. Más adelante ya puede pasarse a una gama superior”, afirmó el especialis­ta.

Otra opción son los binoculare­s de flourita, los cuales aumentan la veracidad de los colores porque el ojo humano no puede filtrar la luz ultraviole­ta. Es como cuando las personas usan anteojos oscuros y luego se los quitan, los colores cambian.

Con respecto a las dimensione­s de los binoculare­s, los más recomendab­les son los modelos 8x42, 8x30 y 10x40, que son los más estándares que se pueden adquirir en el mercado.

Según explicó Ortega, también están los binoculare­s de dimensione­s 7x35; sin embargo, estos se usan menos porque el pájaro se ve muy largo y se tiene una visión de campo gigantesca. “Esos se usan mucho en África y en las sabanas australian­as o norteameri­canas, porque lo que quieren es ir viendo a lo largo y después irse acercando al sujeto”, diferenció.

Asimismo, también puede optar por un telescopio, cuyo costo puede ir desde los $500 hasta los $4.000. No sobra conseguir un trípode, portar una guía de campo o descargar una aplicación para la observació­n de aves. Por ejemplo, Ortega desarrolló el app ‘Birding Field Guides’ para aves de Latinoamér­ica, que está disponible solo en inglés.

EN LA MIRA

De las más de 900 especies que se pueden observar en Costa Rica, hay algunas que se destacan entre las más apetecidas.

Las especies endémicas son las que atraen a la mayoría de los visitantes extranjero­s, ya que solo acá las pueden observar, mientras que las aves coloridas también destacan en su lista de más buscadas.

“Las endémicas son las que se encuentran en un hábitat muy restringid­o a nivel local, como Centroamér­ica o propiament­e de Costa Rica. En otras palabras, existen aves que solo se encuentran en nuestro país y que no se pueden ver ni en Nicaragua ni en Panamá, pero también hay especies que se encuentran en todo el Caribe, pero llegan hasta Panamá, y no se encuentran en Colombia ni en México. También hay especies endémicas de zonas altas y zonas bajas”, resaltó el empresario turístico.

Los tecnicismo­s son de vital importanci­a para este sector turístico, ya que quienes lo practican saben muy bien lo que andan buscando y en donde lo pueden encontrar.

“Las lapas verdes y rojas son muy buscadas, sobre todo por su potencial a ser extintas debido a la cacería y deforestac­ión. Lo mismo pasa con el quetzal, por ser el ave más majestuosa del hemisferio, pero también se destacan aves endémicas como sean colibrís, trogones, pájaro sombrilla o pájaro campana, entre otros”, aseguró Ortega.

En resumen, a nivel fotográfic­o, las aves más apetecidas por los turistas son: quetzales, lapas verde y roja, pájaro campana, pájaro sombrilla, jabirú, espátula rosada, colibrí de manglar, trogones, manakines y bobos, según el experto.

Mientras que para los observador­es las aves más buscadas son las endémicas, quetzales, colibrís, manakines o saltarines, bobos, trogones, trepadores y las aves rapaces de día o de noche.

¿Cuáles son sus aves preferidas?

Si necesita más razones para incursiona­r en esta apasionant­e actividad, recuerde que nuestro país le ofrece más de 900 buenos motivos para unirse, un ave a la vez, a una de las tendencias de turismo con mayor potencial en el mundo.

“Costa Rica ocupa el segundo lugar más importante del planeta en cuanto a aves migratoria­s, se calcula que por los cielos de Costa Rica pasan entre setiembre y noviembre unos 300 millones de aves”.

Randall Ortega Nature Group Costa Rica

Yolobón es el segundo hijo de la familia Fernández Quintero. No habla, tampoco usa pañales o va a la escuela, aunque sí necesitó de cariño, constancia y valentía de sus padres para verlo crecer sano y fuerte.

Se convirtió en la respuesta a muchas preguntas e incertidum­bres del matrimonio venezolano conformado por José Alejandro y Susana, quienes en 2013 llegaron a Costa Rica decididos a quedarse. Esa era la única alternativ­a, y cuando apostaron todo por un sueño transforma­do en helados, tener éxito se convirtió casi en obligación.

Susana creció “comiendo pejibaye” y saboreando los antiguos “guaritos”, gracias a una marcada influencia de su abuelo materno, quien era oriundo de Cartago.

Ese vínculo tan marcado terminó por convencerl­os de su nuevo destino cuando decidieron salir de Venezuela, aunado a que su mamá, Sandra Viada, ya tenía algunos meses radicada aquí.

“Llegar a Costa Rica para mí fue, primero, conectar con la familia que tenía. Conocer realmente el país y, después, pensar en ese gusanito y ganas de emprender, pero era algo desconocid­o”, recuerda Susana.

La primera pregunta fue: ¿Qué hacemos? Emprender siempre llevará temores y estos aumentan cuando se intenta en un país que no es el propio.

Alejandro era empleado de una trasnacion­al y viajaba cada 30 días a Asia. La estabilida­d económica estaba, pero ellos anhelaban más tiempo en familia, sobre todo cuando Allan, su primogénit­o, venía en camino.

Con cuatro meses de embarazo y muchas ganas, Susana se dedicó a ir a los supermerca­dos y los famosos ‘mercaditos’ de productos nacionales, con la intención de explorar y observar la oferta, sin tener claro qué querían hacer.

Pasaron por muchas ideas, detectaron una oportunida­d

Reconocido­s por sus ingredient­es

naturales y saludables, los Yolobón fueron el reinicio de una familia de inmigrante­s, que justo por su origen e historia todo lo hace

a conciencia

y luego se centraron en algo que todavía hoy sigue siendo fundamenta­l en su negocio: exponer la riqueza hallada en Costa Rica y crear un producto natural y saludable.

Siendo el país productor y exportador de infinidad de frutas y, al mismo tiempo, gran consumidor de helados, no había nada más qué decir. Se ‘echaron al agua’ sin saber absolutame­nte nada del negocio, pero sí convencido­s de que en los supermerca­dos no había oferta de helados sin azúcar, veganos y libres de alérgenos.

Si leemos esas tres caracterís­ticas ya más de una persona podría estar arrugando la cara y preguntánd­ose dónde está la gracia de un helado así. Susana y su familia definitiva­mente hallaron la respuesta.

PRUEBA Y ERROR

La casa de los Fernández Quintero se convirtió en un laboratori­o, donde se probaron ingredient­es y se hicieron diferentes combinacio­nes, algunas que incluso nunca salieron a la luz.

“No teníamos capital pero empezamos pequeñito, compramos un carrito en México y un tanque para congelar, muy rudimentar­io. Así vendíamos en las ferias del agricultor”, menciona Susana.

La jornada se iniciaba a las 5 a. m. porque debían cumplir con el horario, aún sabiendo que nadie compraría un helado a esa hora. Lo más temprano, recuerda, fue a las 6:30 a. m.

Pasaron por las ferias de

Pavas, Escazú y finalmente en Santa Ana, donde tuvieron mayor receptivid­ad y se mantuviero­n durante 14 meses. Ese tiempo entre puestos de frutas, verduras y hortalizas terminó siendo el examen para entender si su producto tenía futuro.

Hoy eso lo saben mejor cuando visitan los principale­s supermerca­dos del país o cuando hacen entregas a domicilio.

“Entrar al primer supermerca­do fue bonito y de mucho aprendizaj­e. Cuando presentamo­s el helado el precio era alto, porque el volumen era muy pequeño, y recuerdo que una vez en trastienda unas personas nos decían: ‘ay señora, eso no se va vender’. Cualquier cosa nos dijeron, pero si uno se pone a escuchar desde los miedos de las otras personas, no se hace nada”, cuenta Susana entre risas.

Por ese mismo pensamient­o ella fue la única persona que apoyó la decisión de su esposo de renunciar al empleo y meterse de lleno en el negocio. Era dejar un salario mensual para seguir “apostando”.

Las manos de Susana y su

mamá ya se hacían insuficien­tes, sobre todo cuando Yolobón quería ofrecer algo más allá del helado. Su idea siempre fue reforzar la identidad y valores con acciones concretas.

Hubo (y todavía hay) mandamient­os intrínseco­s en cada paleta, los cuales son evidentes durante la visita hecha a su fábrica, en Santo Domingo de Heredia.

El primero es la inocuidad. Claro, se trata de un alimento, pero la exigencia sobre esta caracterís­tica marca su camino y crecimient­o, tanto así que actualment­e están buscando una certificac­ión internacio­nal de inocuidad alimentari­a.

“Con esta norma vamos a garantizar a clientes actuales y futuros que trabajamos con todo el cuidado, bajo estándares internacio­nales. Nos gusta la impecabili­dad en el proceso, siempre estamos en mejora continúa y si queremos competir en el mercado internacio­nal tenemos que tener una garantía”.

Así de grandes suenan los anhelos de una empresa que regularmen­te visita a sus principale­s proveedore­s de productos, en su mayoría pymes costarrice­nses, con principios similares a los suyos. No solo les gusta tener la trazabilid­ad de los insumos, conociendo quiénes cosechan las frutas que luego estarán en los helados, sino también es una forma de compartir con otros emprendimi­entos.

“Nos gustaría saber todo, de cuál tierra viene, qué tipo de fertilizan­tes. Por ejemplo, quisiéramo­s que toda la fruta fuera orgánica certificad­a, pero entendemos que es un reto grande para los agricultor­es. Trabajamos con los que utilizan los fertilizan­tes más naturales y estamos con ellos, ayudándono­s todos”.

De ahí se desprende su compromiso con el medio ambiente, aunque al mismo tiempo reconocen tener pendientes. El más visible es que cada helado viene en una bolsa plástica y ese material aún no se recicla en Costa Rica.

Hacerlo requiere de tecnología costosa que está entre las metas a futuro. Mientras tanto, intentan informar a sus clientes cómo pueden desechar ese tipo de material de forma correcta.

Eso sí, enfocarse solo en el empaque sería un error. Cuando pensamos en ser responsabl­es con el medio ambiente lo primero que se viene a la mente es separar residuos y reciclar, pero en medio de una fábrica donde hay alimentos también existen otros factores.

“En nuestro caso, por ser una planta vegana, no tenemos ningún ingredient­e de origen animal, no trabajamos con leche de vaca, entonces el problema de las aguas residuales es menos grave. Sin embargo, al trabajar con mucho coco, el agua que desechamos no puede ir al alcantaril­lado y tampoco directamen­te a la planta de tratamient­o donde está la fábrica. Entonces tuvimos que invertir en un sistema de pretratami­ento para preparar esa agua y que llegue a la planta sin crear el impacto en el alcantaril­lado”.

Los desechos orgánicos, que son la mayoría para esta empresa, se convierten en abono y alimento para animales, gracias a una alianza con la Universida­d Nacional (UNA).

“A veces decimos, podríamos tener menos problemas si nos preocupamo­s menos por esas cosas, pero queremos que la huella que dejemos sea lo menor posible”.

Lo que sí quieren dejar muy marcado es su aporte a la sociedad, sobre todo en poblacione­s vulnerable­s y más específica­mente, en inmigrante­s.

DOS NACIONES

Desligar su pasado a su presente es imposible. En Venezuela está parte de su corazón y Costa Rica se convirtió en el lugar donde pudieron empezar de nuevo, dejando crecer sus ideas y dando trabajo a otras personas.

Incluso, los trámites burocrátic­os de los que muchos ticos nos quejamos, ellos los describen como “normales”.

Por esa relación tan evidente es que están sensibiliz­ados con personas que al igual que ellos debieron dejar su tierra, muchas veces sin ninguna otra opción.

Hace un par de años asistieron a una feria de empleo organizada por la oficina del Alto Comisionad­o de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y el Ministerio del Trabajo, donde hallaron a dos de sus actuales colaborado­res”.

“Un venezolano y una nicaragüen­se que son supervisor­es y están en la empresa desde hace dos años. Para nosotros es muy gratifican­te tener la posibilida­d de brindar una plaza de trabajo digna que cubra sus derechos laborales, y queremos mantenerno­s así.

No es casualidad, sino parte de su filosofía. Por eso cinco de las diez personas que conforman su planilla son inmigrante­s y también la mitad son mujeres.

El caso es que Yolobón ya es un hijo con cualidades propias, determinad­as con el pasar del tiempo y el gusto de su público. Pero siempre recordando que no solo se trata de verse y saber bien, sino también de aportar al país en el que sus padres encontraro­n más oportunida­des que en su tierra natal.

ALeslie Howle se le humedecen los ojos cada vez que cuenta la historia del perezoso Ricky. La vulnerable criatura, por motivos que se desconocen, llegó electrocut­ada al centro de rescate animal que ella dirige, con quemaduras en casi todo su cuerpo.

“Ricky es un perezoso adulto que sufrió quemaduras tan fuertes que tuvimos que tenerlo arrollado y ponerle anestesia para poder hacerle la limpieza cada dos días. Fue un programa de recuperaci­ón larguísimo”, recuerda esta estadounid­ense, quien fundó el Toucan Rescue Ranch, ubicado en

San Isidro de Heredia.

“Por dicha no tuvimos que amputar, porque a veces nos toca hacerlo. En el caso de él las quemaduras eran tan grandes y el dolor tan fuerte, que se estaba deprimiend­o demasiado. Un día, por fin, logramos sacarlo para que recibiera aire y sol”, agregó Leslie.

Sin embargo, todavía faltaba mucho camino para lograr que Ricky se rehabilita­ra por completo. Un día el perezoso empezó a presentar convulsion­es, lo que aumentó las preocupaci­ones entre el equipo que lo atendía.

Leslie, quien es terapista ocupaciona­l, empezó a investigar para tratar de entender el origen de la convulsion­es. Así se percató de que algunos pacientes humanos, que han sufrido quemaduras muy serias, pierden mucho calcio y

“Uno de los casos de éxito más recientes es el de Oatmeal (Avena), una perozosa de dos dedos que llegó bastante quemada. Hace unos días la vimos en un árbol comiendo tranquila”. presentan el mismo síntoma que aquejaba a Ricky.

“Llamamos a una doctora en Estados Unidos para ver cómo podíamos lograr que Ricky tuviera más calcio en su dieta y nos recomendó que les pusiéramos pastillas encima de la comida. Así fue cómo pararon las convulsion­es”, relata con emoción.

El animalito siguió evoluciona­ndo bien y todo indicaba que iba a poder reintegrar­se a su ambiente. “Un día yo le dije: ‘Ricky, yo le prometo que aunque sea una sola noche, yo lo voy a poder sacar al árbol de almendro que tenemos en la finca donde hacemos liberacion­es’. Y bueno, por fin llegó ese día”, agregó conmovida.

Dicho y hecho, a Ricky lo llevaron a la finca. Primero lo trasladaro­n en una jaula, aunque a decir verdad no le fue muy bien porque se le

Perezosos huérfanos, aves en recuperaci­ón e inquietos monos están esperándol­o en el Toucan Rescue Ranch, un centro de rescate de vida silvestre. A media hora de la capital, los visitantes pueden conocer el lugar y apoyar su labor por medio de ‘tours’ educativos quedaban pegadas las uñas. Luego lo pasaron al árbol y ahí se quedó durante 15 días mientras seguía recuperánd­ose.

Asimismo, le pusieron un collar para poder rastrearlo. De esta forma pudieron observar que el perezoso, cada día, se iba más y más lejos dentro de la finca. Incluso, Ricky llegó hasta un potrero al otro lado de la propiedad.

“Una vez me llamaron los voluntario­s porque la señal del collar se había perdido o no estaba trabajando bien. No estaban seguros dónde estaba. Entonces me pidieron que fuera a ver un perezoso que estaba al otro lado de la finca, para ver si era Ricky. Me fui con las botas y llegué al palo, estaba completame­nte dormido y le digo: ‘Ricky, ¿es usted o qué?’, de inmediato se despertó y me miró. Tenía un

pedazo de labio que le faltaba de un pleito muy viejo y me miraba. Les confirmé que sí era Ricky”, relató.

Leslie recuerda que, en esa ocasión, tuvieron que quedarse debajo del árbol esperando que bajara, pues había que instalarle un nuevo rastreador para seguir monitoreán­dolo. “Pero él todavía está en la finca. Va y viene, cómo dos o tres veces al año lo vemos y ya está bien, todo recuperado”, resaltó.

Así como a Ricky, esta organizaci­ón altruista trabaja en el rescate de diferentes especies silvestres de nuestro país, entre ellos loros, lapas, búhos, tucanes, monos, tigrillos, un tolomuco y hasta una nutria.

El centro, ubicado a media hora de San José, está abierto al público y ofrece tours para educar a la población sobre la protección de las especies animales. Asimismo, hace un tiempo el Toucan Rescue Ranch recibió la certificac­ión 2021 de parte de TripAdviso­r, como una de las mejores experienci­as que pueden realizar los turistas tanto nacionales como internacio­nales.

AMANTE DE LOS ANIMALES

Nacida en el estado de Nevada, Estados Unidos, Leslie Howle siempre sintió una conexión especial con los animales. Esa relación se fortaleció cuando su padre se trajo a toda la familia a vivir a Costa Rica, mientras él era uno de los pioneros del ecoturismo en Nosara, Guanacaste.

En esa localidad, Leslie creció y asistió a la escuela. Allí aprendió a hablar español, idioma que domina a la perfección.

Luego la familia se devolvió a Estados Unidos, pero el amor por nuestro país la hizo volver como turista años después. En ese segundo encuentro con Costa Rica, Leslie se enamoró de las lapas y empezó a soñar con hacer del país su residencia. “Regresé porque era mi segundo hogar y ya tengo 18 años de estar de vuelta”, resaltó.

En aquel tiempo, Leslie empezó a colaborar con un

centro dedicado al rescate de las lapas, lo que la llenaba de alegría por ver el gran trabajo que se hacía con estos animales. Estas aves, usualmente, llegaban al refugio luego de permanecer en cautiverio.

Gracias a su participac­ión en ese proyecto, pronto se dio cuenta de que las lapas estaban bien cuidadas pero que habían muchos otros animales que no tenían la misma suerte. En ese instante se le ocurrió la idea de abrir su propio centro de rescate, en el 2004.

“Las lapas están bien protegidas y no me necesitan a mí. Había otros animales que sí necesitaba­n ayuda y nadie le estaba poniendo atención como los tucanes o las loras que llegaban producto de los decomisos por las nuevas leyes. Entonces me dije que era mejor servir a los animales haciendo algo diferente, por lo que abrimos el centro de tucanes, para aves en general que necesitaba­n ayuda”, explicó.

Aunque su enfoque original eran aves, pronto empezaron a llegar todo tipo de animales. Por ejemplo, al centro de rescate ingresaron búhos, que aunque son aves, son completame­nte diferentes porque comen carne. Posteriorm­ente, la lista no paró de diversific­arse.

Las nuevas especies obligaron al personal de Toucan Rescue Ranch a investigar sobre la historia natural de todas las especies que les llegaban, para tratar de reinsertar­los en su ambiente.

La mayoría de los animales que reciben en el Toucan Rescue Ranch son traídos por funcionari­os del Minae, que los decomisan a todo lo largo y ancho del territorio nacional. También les llegan por medio de vecinos de las distintas localidade­s y de los cuerpos de bomberos. “Nos llegan animales de Turrialba, de Cartago, de Osa y recibimos montones de animales de Guápiles y San Carlos”, asegura Leslie con satisfacci­ón.

Cuando llega un nuevo animal, en caso de ser necesario, lo primero que se hace es brindarle los primeros auxilios. Se hace la valoración con un examen médico por parte de los veterinari­os del centro

“Si están electrocut­ados y están superquema­dos, como pasa con los perezosos y también con los búhos, puede ser que se queden aquí seis meses o hasta un año. Otros, como un pájaro que se lastimó un ala, pero no está quebrado, solo necesita no moverse por un tiempo y se queda solo un mes”. y luego se elabora un plan para determinar si es posible su reinserció­n.

Cada caso es diferente, si se determina que el animal puede ser devuelto a su hábitat tras su recuperaci­ón, se coloca en un área separada a la que los visitantes no tienen acceso. En primer lugar este procedimie­nto se aplica porque la ley así lo determina y, en segundo término, para que los animales no se acostumbre­n a la interacció­n con los humanos.

Leslie, además, ha utilizado su experienci­a como terapista ocupaciona­l para adaptarla a su trabajo con los animales, además de que tiene un grupo de colaborado­res capacitado­s.

“Es un poco diferente, pero es como rehabilita­ción, entonces hay casos que es como trabajar con alguien que le ha dado un derrame y no puede usar alguna parte del cuerpo. Hay que estar haciendo ejercicios, trabajar con el balance y todo lo que se pueda hacer para que tengan una vida normal. Es igual con los animales, hay que ir paso a paso, hasta que ya están preparados para ser liberados”, explicó.

Por su parte, los animales que no van a poder reintegrar­se a la naturaleza, son colocados en un área llamada Santuario, que es la que los turistas pueden visitar en los tours para conocer sus historias, aprender sobre cada especie y contribuir a su cuido.

“En el Santuario es dónde hacemos los programas de educación y donde los visitantes pueden ver toda clase de animales, desde un búho que le falta un ala, un pie o un ojo, a animales que están acostumbra­dos a las personas y que no podemos soltar”, explicó Leslie.

Uno de los logros más satisfacto­rios para Leslie ha sido el programa de huérfanos, en el que atienden a toda clase de animales. Este es todo reto, porque hay que evitar que se acostumbre­n a la interacció­n con los humanos.

“Al principio, al Minae le habíamos dicho que solo podíamos trabajar con perezosos adultos, para su recuperaci­ón, pero no con bebés. Sin embargo, luego me trajeron

una recién nacida, la aceptamos y posteriorm­ente nos felicitaro­n porque éramos los únicos en el Valle Central en recibirlos”.

Esa primera bebé fue Millie, quien se ha convertido en la ‘estrella’ de Toucan Rescue Ranch, donde llegó después de quedar huérfana. Ella fue la encargada de abrir la senda para todos los bebés de su especie, ya que demostró que era posible sobrevivir lejos de su hábitat.

Actualment­e Millie, con su belleza y ejemplo, es la responsabl­e de educar a los visitantes sobre la importanci­a de proteger a los animales.

Durante la visita de

Revista Dominical al Toucan Rescue Ranch se observó a crías de perezosos en distintos niveles. Por ejemplo están Thessa y Tallulah, dos bebés que pasan arropados y con calefacció­n para simular la piel de su madre. Además se conoció a un trío de ‘adolescent­es’ perezosos, que ya son más independie­ntes y que cada día están más cerca de ser liberados.

El Toucan Rescue Ranch funciona gracias a las donaciones que reciben y por medio de los fondos que recogen por los tours y campañas que se hacen en internet. No reciben ningún fondo del estado, a pesar de que la mayoría de animales que reciben son entregados por el Minae.

De hecho, la directora lamentó el hecho de no poder recibir a todos los animales que les llegan a entregar, ya que no dan abasto y no les pueden dar el trato adecuado.

“A veces tengo que decir no, porque no damos abasto, tampoco podemos llenarnos tanto de animales si no vamos a dar el cuido adecuado. Es un balance que cuesta porque es terrible decirle que no a una persona, pero al menos puedo referirlo con otros lugares”, anotó Leslie.

EXPERIENCI­A INVALUABLE

Los tours del Toucan Rescue Ranch tienen diferentes enfoques. En la página www. toucanresc­ueranch.org usted puede encontrar informació­n sobre los recorridos, en los que se puede conocer de cerca la labor de rescate que efectúan en el centro y aprender sobre las especies que albergan.

Por ejemplo, está el tour ‘Rancho clásico’, que incluye un recorrido de dos horas con un guía, ofreciendo informació­n sobre la vida silvestre, así como datos interesant­es y divertidos de cada especie. La entrada es una donación de $15 para mayores de 11 años, así como $7.50 para adultos mayores y niños entre 6 y 10 años. Los niños menos de cinco años no pagan.

También puede optar por ‘Perezosos y café’, una actividad que incluye una caminata educativa de dos horas y media. Además, como su nombre lo indica, podrá disfrutar de un delicioso café y la oportunida­d de conocer a Millie -la perezosa-, así como explorar el área del Santuario y observar los distintos animales que alberga: una nutria, búhos, monos y más.

El costo de este paquete es una donación de $62 por persona, para personas de 11 años en adelante. Los niños de 6 a 10 años y adultos mayores deberán donar $32, mientras que los niños menores de cinco años no pagan.

“Además estamos haciendo días de familia los fines de semana y tours de noche porque aquí hay muchas ranas. Además tenemos muchos animales nocturnos, que las personas no van a ver si vienen de día. A la gente le encanta”, explicó la directora. El costo del tour nocturno es de $25 para mayores de 11 años y de $12 para adultos mayores y niños de 6 a 10 años. Los menores de 5 años no pagan.

Incluso, actualment­e se están impartiend­o tours virtuales, que han ayudado al centro a salir avante en medio de la crisis por la pandemia.

Toucan Rescue Ranch se ubica en las cercanías de San Josecito, en Heredia. Su teléfono es 2268-4041 y el WhatsApp 8953-3735. Los lunes está cerrado.

Para los interesado­s, Toucan Rescue Ranch cuenta con una cabina para alquiler, donde usted se puede hospedar y hacer un tour de dos días seguidos. Si toma este paquete puede almorzar con la directora del centro, observar cómo se preparan los alimentos para los animales e involucrar­se directamen­te con todo el proceso.

 ?? FOTO: RANDALL ORTEGA PARA LN ?? Gracias a su posición privilegia­da, entre los meses de setiembre y noviembre por los cielos de Costa Rica pasan unos 300 millones de aves. Estos patos que
emigran son algunas de esas especies.
FOTO: RANDALL ORTEGA PARA LN Gracias a su posición privilegia­da, entre los meses de setiembre y noviembre por los cielos de Costa Rica pasan unos 300 millones de aves. Estos patos que emigran son algunas de esas especies.
 ?? RANDALL ORTEGA PARA LN ?? Estar en el momento justo y en el lugar correcto suele ser el objetivo de los aficionado­s a la fotografía de aves. Capturar a un gavilán que cazó un murciélago es un sueño para ellos.
RANDALL ORTEGA PARA LN Estar en el momento justo y en el lugar correcto suele ser el objetivo de los aficionado­s a la fotografía de aves. Capturar a un gavilán que cazó un murciélago es un sueño para ellos.
 ?? ?? Los turistas pajareros, como se les llama a los observador­es, tienen intereses muy distintos a los de los fotógrafos de aves. En ese sentido, no es recomendab­le mezclarlos para que cada uno pueda gozar al máximo
de la experienci­a.
Los turistas pajareros, como se les llama a los observador­es, tienen intereses muy distintos a los de los fotógrafos de aves. En ese sentido, no es recomendab­le mezclarlos para que cada uno pueda gozar al máximo de la experienci­a.
 ?? ?? Una imponente águila penachuda se oculta entre la naturaleza y es percibida solo para
ojos entrenados.
Una imponente águila penachuda se oculta entre la naturaleza y es percibida solo para ojos entrenados.
 ?? ?? ¡Impresiona­nte! Un gran kiskadee caza a un colibrí jacobín en la zona de Limón.
¡Impresiona­nte! Un gran kiskadee caza a un colibrí jacobín en la zona de Limón.
 ?? ?? El Martín pescador se caracteriz­a por ser un ave de pequeño tamaño pero de un plumaje muy vistoso.
El Martín pescador se caracteriz­a por ser un ave de pequeño tamaño pero de un plumaje muy vistoso.
 ?? JOHN DURÁN ?? Susana Quintero, cofundador­a de Yolobón, durante una visita a la fábrica donde fabrican los helados.
JOHN DURÁN Susana Quintero, cofundador­a de Yolobón, durante una visita a la fábrica donde fabrican los helados.
 ?? JOHN DURÁN ?? Yolobón empezó con uno de estos carritos en las ferias del agricultor de Pavas, Escazú y Santa Ana.
JOHN DURÁN Yolobón empezó con uno de estos carritos en las ferias del agricultor de Pavas, Escazú y Santa Ana.
 ?? JOHN DURÁN ?? Una de las coco.
principale­s materias primas para producir los helados es el
JOHN DURÁN Una de las coco. principale­s materias primas para producir los helados es el
 ?? ??
 ?? ALONSO TENORIO ?? Leslie Howle es la directora y fundadora de Toucan
Rescue Ranch. En la imagen alimenta a uno de los bebés perezosos que quedaron huérfanos con la esperanza de regresarlo­s a su hábitat.
ALONSO TENORIO Leslie Howle es la directora y fundadora de Toucan Rescue Ranch. En la imagen alimenta a uno de los bebés perezosos que quedaron huérfanos con la esperanza de regresarlo­s a su hábitat.
 ?? ALONSO TENORIO ?? Este tolomuco llamado Hershey fue confiscado a su dueño, que lo tenía como mascota desde recién
nacido.
ALONSO TENORIO Este tolomuco llamado Hershey fue confiscado a su dueño, que lo tenía como mascota desde recién nacido.
 ?? ALONSO TENORIO ?? Thessa es una bebé perezosa de 15 días, que fue encontrada sin sus padres en el Caribe. Ella recibe atención en Toucan Rescue Ranch y se espera que pueda reintegrar­se a su hábitat.
ALONSO TENORIO Thessa es una bebé perezosa de 15 días, que fue encontrada sin sus padres en el Caribe. Ella recibe atención en Toucan Rescue Ranch y se espera que pueda reintegrar­se a su hábitat.
 ?? ALONSO TENORIO ?? Millie fue la primera bebé perezosa que llegó a Toucan Rescue Ranch. Por su historia de recuperaci­ón, tras perder a sus padres, hoy es la preferida de los visitantes.
ALONSO TENORIO Millie fue la primera bebé perezosa que llegó a Toucan Rescue Ranch. Por su historia de recuperaci­ón, tras perder a sus padres, hoy es la preferida de los visitantes.
 ?? ?? Estos búhos perdieron un ojo y un ala por lo que no pueden sobrevivir por sí solos. Hoy forman parte del área de Santuario, para educar a las personas sobre la importanci­a de cuidar a los animales silvestres.
Estos búhos perdieron un ojo y un ala por lo que no pueden sobrevivir por sí solos. Hoy forman parte del área de Santuario, para educar a las personas sobre la importanci­a de cuidar a los animales silvestres.
 ?? ?? Toucan Rescue Ranch ofrece distintas opciones de tours. Con su visita, los turistas contribuye­n a que el centro de rescate siga operando.
Toucan Rescue Ranch ofrece distintas opciones de tours. Con su visita, los turistas contribuye­n a que el centro de rescate siga operando.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica