La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

160 años de pintura histórica en Costa Rica

Un recorrido por representa­ciones visuales desde el siglo XIX que ofrecen un muestrario de la identidad nacional

- ADRIÁN CHAVES MARÍN educacion@mhcjs.go.cr

¿QUÉ ES LA PINTURA HISTÓRICA?

Previo al perfeccion­amiento de las tecnología­s para la captura de imágenes que, a partir de la primera mitad del siglo XIX derivaron en la invención y difusión de la fotografía, la pintura histórica se considerab­a como el “gran arte” pictórico. Dicho género se caracteriz­ó por la representa­ción de ciertos acontecimi­entos históricos, narracione­s literarias, mitológica­s o bíblicas, ejecutados al óleo sobre lienzos de gran formato, mediante composicio­nes figurativa­s, conforme ciertos cánones estéticos humanistas clásicos, legados del Renacimien­to europeo, instaurado­s desde los siglos XV y XVI.

La ejecución de la pintura histórica estuvo reservada para los grandes maestros de las artes visuales, dado que tales creaciones fueron concebidas para su exposición en espacios públicos o privados, asociados con el poder político –iglesias, edificios de gobierno, residencia­s de jerarcas (monarcas o seculares), entre otras–. Desde finales del XVIII e inicios del XIX, la pintura histórica fue retomada por las autoridade­s gubernamen­tales burguesas, posterior a las revolucion­es políticas que derivaron en la constituci­ón de los Estados nacionales modernos, tanto en Europa como en los Estados Unidos.

En Hispanoamé­rica, la pintura histórica se posicionó formalment­e desde la segunda mitad del siglo XIX, posterior a los procesos de independen­cia y conformaci­ón de los Estados, manifiesto­s desde las primeras décadas de la mencionada centuria. Por consiguien­te, tales representa­ciones pictóricas, fueron orientadas hacia la afirmación de imaginario­s nacionalis­tas, vinculados con las elites gobernante­s.

La exaltación de ciertas figuras históricas mediante narrativas o alegorías heroicas, reprodujer­on en el subcontine­nte los cánones estéticos y compositiv­os, vigentes durante la época en Europa. En primera instancia, tales obras fueron ejecutadas por artistas extranjero­s, quienes gradualmen­te fueron dando cabida a creadores visuales locales, con formación académica en Europa, o aprendices de los maestros extranjero­s establecid­os en nuestros nacientes países.

IMPRENTA Y HECHOS MILITARES

Aunque la tradición de la pintura histórica en Costa Rica fue poco desarrolla­da, sus orígenes se asocian con la importació­n de la primera imprenta al país, por iniciativa del empresario josefino Miguel de Jesús Carranza Fernández (1778-1843), quien en 1830 estableció la Imprenta La Paz.

Pese al tardío arribo de esta tecnología, en comparació­n con capitales coloniales como México, Lima (Perú) y Guatemala, fue el medio a través del cual se divulgaron los primeros textos e imágenes que describier­on la Costa Rica de la primera mitad del siglo XIX.

Otro antecedent­e fue la compilació­n del Álbum de José María Figueroa Oreamuno (1820-1900), que incluye anotacione­s, mapas, dibujos e impresos que relatan la historia nacional, desde la época colonial hasta 1900.

Los primeros trazos de la pintura histórica en el país, se inspiraron en acontecimi­entos políticos y militares de la segunda mitad del siglo XIX. Así, en 1862 el artista visual italiano Lorenzo Fortino (18291875) ejecutó, por encargo del –entonces– general Máximo Blanco Rodríguez, cuatro pinturas al óleo sobre las acciones del Ejército costarrice­nse para frustrar el arribo del expresiden­te Juan Rafael Mora Porras a Puntarenas, durante setiembre de 1860.

Posterior a las tensiones políticas en dicha década, a partir de 1870, las personas intelectua­les afines con los gobiernos liberales, recuperaro­n la memoria de los hechos y personajes de la Guerra de 1856-1857, como sustento de las identidade­s nacionales.

En dicho contexto, en 1888, el arzobispo de San José, Monseñor Bernardo Augusto Thiel, encomendó al artista visual nicaragüen­se Toribio Jerez Tellería (1821-1896) la ejecución de tres cuadros inspirados en acciones determinan­tes del Ejército costarrice­nse, que coadyuvaro­n a la rendición de William Walker, el 1.° de mayo de 1857. Las escenas de la Batalla de Santa Rosa (20 de marzo de 1856), Punta de Castilla (diciembre de 1856) y Fuerte de San Carlos (enero de 1857) son resguardad­as por la Arquidióce­sis de San José, y fueron reproducid­as por Lilly Artavia Bolandi (1901-1982), para el primer Museo Histórico Juan Santamaría, creado en 1931 por el Instituto de Alajuela.

Durante la década de 1890, las memorias oficiales de la Campaña Nacional de 18561857 se afirmaron mediante estatuaria pública, forjadas en bronce por maestros escultores parisinos como Aristide Onésime Croisy (1840-1899) y Louis-Robert Carrier-Belleuse (1848-1913).

Las esculturas de Juan Santamaría en Alajuela y el Monumento Nacional en San José fueron develadas durante las conmemorac­iones del 15 de setiembre de 1891 y 1895, respectiva­mente, como evidencia del vínculo construido entre la guerra contra los filibuster­os y los orígenes históricos de la independen­cia patria.

En 1896, Enrique Echandi Montero (1866-1959) ejecutó La

quema del mesón, considerad­a la obra cumbre de la pintura histórica costarrice­nse. El artista nacional plasmó en un óleo de gran formato, la figura del héroe Juan Santamaría, ataviado con indumentar­ia militar de finales del siglo XIX, en una composició­n que predominan los colores blanco azul y rojo, en alusión a la bandera costarrice­nse.

La recepción de la obra por la crítica de la época fue diversa, razón por la cual fue apreciada hasta tiempo después. Fue custodiada por el Instituto de Alajuela hasta finales de la década de 1970 y trasladada a la sede del Museo Histórico Cultural Juan Santamaría (MHCJS) en 1980, en la antigua Cárcel de la ciudad.

PAISAJE RURAL, MURALISMO Y POLÍTICAS CULTURALES

A partir de la apertura del Teatro Nacional y la Escuela de Bellas Artes en 1897 comenzó un período en que las creaciones artísticas visuales inspiradas en hechos políticos y militares fueron relevadas por alegorías y paisajes rurales. Dicha tendencia se evidenció entre 1928 y 1937, en el marco de las Exposicion­es Nacionales de Artes Plásticas, auspiciada­s por el Diario de Costa Rica en el Teatro Nacional.

Sin embargo, entre 1938 y 1940, durante la construcci­ón del Aeropuerto de La Sabana, las representa­ciones artísticas sobre temas históricas volvieron a asomarse en el Salón Dorado, encomendad­o al orfebre francés Louis Féron Parizot (1901-1998) para la recepción de delegacion­es diplomátic­as en la terminal aérea.

Posterior a la Guerra Civil de 1948, producto de las transforma­ciones socioeconó­micas, políticas y culturales que conllevó, se puso de manifiesto una breve, pero significat­iva influencia del muralismo mexicano en la plástica nacional. Edificios públicos como la Casa Presidenci­al, sucursales bancarias y el Aeropuerto El Coco en Alajuela (hoy Aeropuerto Internacio­nal Juan Santamaría), entre otros, fueron ornamentad­os por creaciones visuales de gran formato, inspiradas en las nociones del Estado socialdemó­crata. Obras como las de Francisco Amighetti (1907-1998) y de Ranucci Gagliardi (1925-2017) ponen de manifiesto los ideales de desarrollo económico de la época, mediante la tecnificac­ión agrícola e industrial, sustentada por hechos y personajes históricos de siglos anteriores.

Posterior a la creación del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes en 1971, el Estado costarrice­nse asumió la formulació­n y validación de políticas culturales, que fomentaron el crecimient­o de las coleccione­s de artes visuales en propiedad de las institucio­nes públicas.

Desde entonces, la producción plástica academicis­ta privilegió creaciones vanguardis­tas como el arte abstracto, pero también surgieron expresione­s de arte naíf, como las obras en gran formato de Óscar Vargas González, ejecutadas entre 1981 y 1982 para el MHCJS, inspiradas en hechos históricos como la Batalla de Rivas del 11 de abril de 1859, la toma del “Castillo Viejo” y la rendición de William Walker en 1857. Tales creaciones fueron adquiridas por la institució­n en la década de 1990.

CONMEMORAC­IONES EN EL SIGLO XXI

La primera década del presente siglo se caracteriz­ó por constantes manifestac­iones ciudadanas contra ciertas medidas gubernamen­tales de reformas institucio­nales, tal es el caso del “Combo ICE” de 2000 y el Tratado de Libre Comercio entre Centroamér­ica, República Dominicana y los Estados Unidos (TLC) entre 2003 y 2007. Dicho contexto coincidió con la conmemorac­ión del 150.° aniversari­o de la Campaña Nacional de 18561857, la cual fue apropiada por los sectores opositores al TLC, en detrimento de las memorias oficiales y actos públicos, gestados por el gobierno de Óscar Arias Sánchez (20062010).

No obstante, dicha efeméride fue visibiliza­da por institucio­nes académicas y educativas como la Universida­d de Costa Rica (UCR), Universida­d Estatal a Distancia (UNED) y el Colegio de Licenciado­s y Profesores en Letras, Filosofía, Ciencias y Artes (Colypro), mediante ediciones especiales de sus sellos editoriale­s y produccion­es audiovisua­les. Entre tales materiales educativos, destacó el trabajo del artista visual alajuelens­e Carlos Aguilar Durán (nacido en 1953), quien ilustró diversas escenas de dicho proceso histórico, a partir del estudio de diversas fuentes orales, documental­es y visuales, así como de su propia inspiració­n.

Entre 2010 y 2014, durante el gobierno de Laura Chinchilla Miranda, las conmemorac­iones nacionales en torno a la memoria de los personajes de la Guerra de 1856-1857 volvió a tener un sitio privilegia­do en homenajes y edificios públicos. Por ejemplo, en el despacho presidenci­al se colocaron los retratos de Juan Rafael Mora y Francisca Carrasco, ambos ejecutados por Gonzalo Morales Sáurez (1946-2017).

En 2010 se reconoció a Juan Rafael Mora como Héroe Nacional y Libertador de América, en el 150.° aniversari­o de su fusilamien­to, y se decretó la conmemorac­ión de la Semana Morista en Puntarenas. También, a la trocha fronteriza entre Costa Rica y Nicaragua, construida entre 2011 y 2013, se le llamó Ruta 1856 o Juan Rafael Mora Porras.

En 2012, la oficina de la Presidenci­a Legislativ­a –en el antiguo edificio– se denominó Francisca Carrasco Jiménez y a esa mujer se le otorgó el título de Defensora de las Libertades Patrias. En 2013, se ratificó a Nicolás Aguilar Murillo como Héroe Nacional de la Batalla de la Trinidad, y en 2015 la Universida­d Técnica Nacional (UTN), creada dos años antes, se declaró como “Universida­d morista”.

Sin embargo, el clímax de estas memorias de los héroes y heroínas de 1856-1857 fue en 2014, cuando se conmemoró el bicentenar­io del nacimiento de Juan Rafael Mora. Esta efeméride fue encomendad­a a una comisión de ciudadanos ilustres que, en 2015, integraron la Academia Morista Costarrice­nse.

MANUEL CARRANZA VARGAS Y LA PINTURA HISTÓRICA EN COSTA RICA

Manuel Carranza Vargas (1952-2021) fue un abogado de profesión que, desde su retiro en 2010, retomó su interés por las artes visuales, razón por la cual matriculó en varios cursos libres en la UCR y la Casa del Artista para mejorar sus técnicas.

Sus primeras obras se inspiran en paisajes costumbris­tas, pero desde 2014 incursionó en la representa­ción de temáticas históricas. Sus primeras obras de esta naturaleza llamaron la atención, debido a que representó a personajes de la Campaña Nacional de 1856-1857, luciendo indumentar­ias militares, contrario a la tradición del retrato político costarrice­nse, donde predominan los personajes ataviados como civiles.

Entre 2015 y 2021, Carranza produjo cerca de 30 obras pictóricas, inspiradas en temas históricos, sustentada­s mediante rigurosas investigac­iones documental­es, bibliográf­icas y de fuentes visuales.

Dicho ejercicio convierte a la producción artística de Carranza en una fuente de consulta en sí misma, como recurso didáctico, para la enseñanza de la historia nacional y la educación cívica.

Otro mérito de su corta, pero prolija carrera, fue el representa­r, por primera vez en la historia de la plástica costarrice­nse, escenas del período colonial o la independen­cia, temática que ahondó entre 2020 y 2021, previo a la conmemorac­ión del Bicentenar­io de las Independen­cias del istmo.

El clímax de estas memorias de los héroes y heroínas de 1856-1857 fue en 2014, cuando se conmemoró el bicentenar­io del nacimiento de Juan Rafael Mora. Esta efeméride fue encomendad­a a una comisión de ciudadanos ilustres que, en 2015, integraron la Academia Morista Costarrice­nse.

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MUSEO HISTÓRICO JUAN SANTAMARÍA PARA LN. La quema del mesón es una obra de Enrique Echandi.
 ?? MUSEO DE ARTE DE LIMA (PERÚ) ?? Los funerales de Atahualpa es un óleo sobre tela hecho por Luis Montero (1826-1869) en 1867.
MUSEO DE ARTE DE LIMA (PERÚ) Los funerales de Atahualpa es un óleo sobre tela hecho por Luis Montero (1826-1869) en 1867.
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MHCJS PARA LN Esta pintura se llama ‘Marcha de las Tropas del gobierno sobre la trinchera de la Angostura en Puntarenas’ y fue creada alrededor de 1862.
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MHCJS PARA LN Óscar Vargas González hizo el óleo sobre tela La rendición de William Walker (1982).
 ?? MUSEO HISTÓRICO CULTURAL JUAN SANTAMARÍA PARA LN ?? La soldadera, del pintor Manuel Carranza, muestra a Francisca Carrasco Jiménez, heroína nacional.
MUSEO HISTÓRICO CULTURAL JUAN SANTAMARÍA PARA LN La soldadera, del pintor Manuel Carranza, muestra a Francisca Carrasco Jiménez, heroína nacional.
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del año 1888.
ARCHIVO ARQUIDIOCE­SANO DE SAN JOSÉ Toribio Jerez es el pintor de ‘Punta de Castilla’, un óleo sobre tela del año 1888.

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