La Nacion (Costa Rica) - Revista Dominical

ANOREXIA, BULIMIA, ATRACONES... LOS TCA SON ALGO SERIO

Los Trastornos de la Conducta Alimentari­a (TCA) son una realidad para muchos adolescent­es en Costa Rica. Profesiona­les cuentan cómo detectarlo­s y dos mujeres comparten sus testimonio­s

- FERNANDA MATARRITA fernanda.matarrita@nacion.com

Era Navidad y todo apuntaba a que debía pasarla en el hospital. Melissa estaba desconsola­da. Su familia también. Los últimos tres años habían sido muy tristes, pues ella recaía en el centro médico cada 15 días a causa de la anorexia que sufría desde hacía una década.

Ese diciembre, después de 10 años de padecimien­to, Melissa Góngora Fuentes decidió que se iba a dejar ayudar, después de años de insistenci­a de parte de sus seres queridos. Deseaba salir de ese hueco que parecía cada vez más hondo.

“Estuve consumida en la anorexia 10 años. Empecé luego de que mis papás se divorciaro­n, después me veía gorda en el espejo. Se convierte en un círculo vicioso. Uno se castiga con su cuerpo. Los tres años antes de mi recuperaci­ón fueron críticos. Salía y entraba al hospital cada dos semanas: me ponían suero, me alimentaba­n, subía cuatro kilos en cuatro días, entonces cuando salía, pasaba días a pura agua o café”, confía Melissa.

En aquel entonces, hace más de 15 años, a Melissa le aplicaban ese tratamient­o para salvarle la vida, pero psicológic­amente le afectaba, se sentía terrible. Mientras tanto, recibió acompañami­ento psicológic­o y nutriciona­l con especialis­tas.

Hoy esta comunicado­ra, mercadólog­a, consultora y profesora universita­ria comparte su testimonio para decirle a las personas que atraviesan algún TCA y a sus familias, que con disposició­n y ayuda es posible superarlos.

Historias como la suya y otras relacionad­as con TCA son parte de la vida de muchas personas, especialme­nte de mujeres adolescent­es en Costa Rica.

A solicitud de La Nación, la CCSS compartió cifras de las atenciones dadas en consulta externa, entre el 2019 y el 2023, debido a Trastornos de la Ingestión de Alimentos.

Los datos del 2023 revelan que en ese año se recibieron a 4.609 pacientes, siendo

3.950 (un 86%) mujeres y 659 a hombres. En el caso de las mujeres, 3.052 tenían entre 10 y 19 años y 602 estaban entre los 20 y los 44 años de edad.

Sobre los hombres atendidos el año pasado, 391 se ubicaban entre los 10 y 19 años. Otros 104, entre los 20 y los 44.

Datos brindados por la doctora Daniela Carvajal, directora de la Clínica del Adolescent­e del Hospital Nacional de Niños, indican que ahí, actualment­e, hay 250 adolescent­es siendo atendidos, integralme­nte, por TCA.

La especialis­ta comentó que en ese centro médico la prevalenci­a es de 1 hombre por cada 9 mujeres y que lo

usual es recibir pacientes entre los 12 y 17 años con trastornos de la conducta alimentari­a. Sin embargo, en los últimos años han atendido también casos de niños y niñas de menor edad.

Reconocien­do la importanci­a de abordar adecuadame­nte los TCA, en la Asamblea Legislativ­a hay un proyecto de Ley (bajo el expediente 23.718, propuesto por la diputada Andrea Álvarez Marín y del que puede leer más en un artículo adjunto) que busca atender y prevenir esta afección de salud mental que continúa siendo incomprend­ida.

En el 2019, la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) informó que en el mundo, 14 millones de personas padecían trastornos alimentari­os, de los que casi 3 millones eran niños, niñas y adolescent­es.

Antes de conocer más de la historia de Melissa, quien logró superar la anorexia, y el testimonio de Valery Castro, una joven que detectó a tiempo que tenía conductas de riesgo de un TCA, aquí le explicamos más de los Trastornos de la Conducta Alimentari­a.

¿QUÉ SON LOS TCA?

Los TCA son trastornos biológicos que afectan a la persona en diferentes ámbitos, incluyendo la salud física, la emocional y psicológic­a, a causa de factores que pueden ser genéticos, biológicos, ambientale­s y/o psicológic­os.

Estos trastornos alimentari­os se pueden reconocer por un patrón persistent­e de “comer no saludablem­ente o de hacer dietas no saludables”, asociado con angustia emocional, física y social.

Los Trastornos de la Conducta Alimentari­a pueden presentars­e en personas de todas las edades, etnias, género y clase social, explica la psicóloga Francela Jaikel y la nutricioni­sta Rosanna Mauro, ambas especialis­tas en TCA, así como voceras, promotoras y parte del equipo técnico de la campaña Cuidémonos Nutritiva-Mente.

Esta campaña, impulsada por el Colegio de Profesiona­les en Psicología de Costa Rica , el Colegio de Nutricioni­stas y el Ministerio de Salud, está enfocada en difundir cuatro factores de protección en la familia, círculos de amigos, centros educativos y citas médicas, para así poder frenar TCA como la bulimia, la anorexia, los atracones, entre otros trastornos de la conducta alimentari­a, sobre todo, en población adolescent­e.

“Los TCA son condicione­s mentales serias, biológicam­ente influencia­das, con múltiples causas, que pueden tener consecuenc­ias severas para quienes los sufren, como caida del cabello, problemas en huesos y dientes, falta de concentrac­ión, ansiedad y hasta la muerte”, expresó Francela Jaikel.

“Puedo llenar a mi hijo o hija de comentario­s divinos, pero si me ve hacer o hablar de dietas, me escucha quejarme de mi cuerpo y figura, esto genera que se perciba de esa misma manera”. Francela Jaikel,

psicóloga

LOS MÁS FRECUENTES

El trastorno por atracón, la bulimia y la anorexia son los TCA que más se presentan, informaron Jaikel y Mauro.

¿Cómo identifica­rlos?

Estos son sus síntomas principale­s.

Trastorno por atracón: ocurre cuando se come, de manera descontrol­ada, una cantidad de comida mucho mayor a la usual. Una de sus caracterís­ticas es que las personas no buscan deshacerse de lo ingerido (no vomita).

Este trastorno genera culpa y vergüenza. Además, las personas comen a escondidas sin sentir hambre física. Se presenta una vez a la semana por al menos tres meses. Las especialis­tas resaltan que aunque alguien no lo haga con esta frecuencia, el trastorno igual puede estar presente.

Bulimia: comparte caracterís­ticas de comportami­ento con el atracón. La diferencia radica en que las personas incurren en una conducta compensato­ria, como vómito, consumo de laxantes, pastillas de dieta, ejercicio excesivo o diuréticos para compensar el exceso que se consumió.

Anorexia: se presenta cuando hay restricció­n de alimentos. El peso de las personas es menor al que deberían de tener según sexo y edad. Además, temen aumentar kilos y aun cuando han perdido mucho peso, no se perciben así.

“Es importante decir que la persona tiene terror de subir de peso a pesar de entender lo negativo de tener peso bajo. Hay una nueva forma de ver la anorexia. Se trata de la anorexia atípica que irónicamen­te es la más típica de todas, la más frecuente. Cumple con esos criterios, pero no con el peso por debajo de ese estándar”, detalló la nutricioni­sta Rosanna Mauro, especialis­ta en TCA desde hace nueve años.

Con relación a la anorexia atípica, agregó que para determinar que este trastorno ocurre, se debe realizar una entrevista clínica junto con profesiona­les en psicología o psiquiatrí­a.

“La anorexia atípica se incluye dentro de trastornos alimentari­os no especifica­dos”, dijo la nutricioni­sta.

¿CÓMO SE MANIFIESTA­N?

Las primeras alertas de que alguien está presentand­o un TCA (recordemos que pueden aparecer sin distinción de edad) empiezan porque su manera de actuar con respecto a la comida cambia. Un ejemplo que brinda la nutricioni­sta Rosanna Mauro es que, de repente, la persona elimina alimentos que antes le encantaban y empieza a hacer ejercicio excesivo a diario. Si algo de esto varía, su estado de ánimo puede cambiar.

Otras señales pueden estar en que se empiezan a contar calorías, a leer etiquetas de los productos con obsesión y querer controlar los ingredient­es de los alimentos que se cocinan en casa.

“Se empieza a pesar y a medir partes específica­s en el cuerpo porque está hipervigil­ante de cualquier cambio mínimo. Se manifiesta­n cambios en peso, para abajo o para arriba. La persona casi no va a comer en público y puede mostrarse aislada o ansiosa. De repente, lo único que le importa es el tema relacionad­o con la comida.

La persona puede estar más cansada e irritable”, detalló la especialis­ta.

Además de esos cambios notables, hay signos clínicos adicionale­s a la variación de peso, como que la persona puede lucir pálida, ojerosa, con manchas o quebradura­s en sus piezas dentales.

“Las señales pueden ser difíciles de identifica­r, pero si vamos uniendo piezas poco a poco de estas cosas y otras a nivel psicológic­o, vemos como que algo no está bien”, añadió la psicóloga Francela Jaikel, quien suma nueve años como especialis­ta en TCA.

En la parte emocional, la persona “va perdiendo la esencia”, agregó la psicóloga.

“Va perdiendo la alegría por la vida. Se siente obligada a cumplir estándares altos. Son personas perfeccion­istas que quieren más restricció­n y ejercicio. Se exigen y no se reconocen. La sensación de malestar está siempre presente. Muchas veces hay evitación del cuerpo. Son personas que no pueden observarse”, añadió.

Retomamos la historia de Melissa.

‘EMPECÉ A LOS 15 AÑOS’

Melissa Górgora empezó a los 15 años su lucha con la anorexia, un trastorno de la conducta alimentari­a que, según la OMS, se presenta en la adolescenc­ia o a principios de la edad adulta.

“En esos 10 años de lucha, era muy joven, una adolescent­e. En este momento, después de tanto tiempo, ahora veo que se habla más del tema. Antes no se le daba importanci­a. Mi proceso empezó cuando estaba en el colegio, en mi casa no sabían qué pasaba, empezaron a ver cambio de conducta y peso. Se enteraron hasta dos años después, yo botaba la comida y no se daban cuenta. Como hacía ejercicio, pensaban que era por eso que perdía peso. Yo era delgada y adelgacé más”, rememora.

Al ingresar a la universida­d todo se volvió más complicado. El cuerpo de Melissa empezó a “presentar deficienci­as” y se desmayaba todo el tiempo, incluso en un vuelo, cuando iba de viaje familiar. La hospitaliz­aban seguido.

“No comía nada. Mi alimento era un café con una galleta que repartía para todo el día. Fueron 10 años que no me gusta decir que perdí, pero así fue. Fueron muy difíciles”.

En esa década, Melissa la pasó muy mal y dice que el problema no era solamente su cuerpo. Su salud mental estaba muy afectada. Además, lidiaba con las voces de quienes le decían que por

“A veces los comentario­s sobre el cuerpo de una persona vienen desde su propia familia. Es importante rodearse de personas consciente­s. A mi familia y amigos les digo que de esos temas no se habla conmigo”

Valery Castro

qué estaba en esa situación si ella lo tenía todo.

Por algo se dice que los TCA son uno de los trastornos mentales más “invisibili­zados e incomprend­idos”.

La vida social de Melissa también fue perjudicad­a. “La mente es demasiado poderosa. Nos juega sucio. En el espejo me veía y decía: que gorda que estoy. Me topaba personas y me decían que qué flaca me veía. Me aislé porque no quería que nadie me dijera nada. Cuando salía con mis amigos y decían la palabra comer, yo desaparecí­a. Esos pequeños síntomas pueden ser una alerta”.

La familia de Melissa la puso en tratamient­o con especialis­tas (todo privado, en ese momento no encontraro­n opciones en el sector público), pero fue hasta aquel 23 de diciembre, después de 10 años con anorexia, que ella decidió intentarlo. Aprendió a comer de cero. No era solamente consumir un puré, sino también no sentirse mal por estar comiendo.

“En 10 años tuve un diario en el que apuntaba cada cosa que me comía. Era una tortura. Empecé a recuperarm­e. Tenía a la nutricioni­sta que me ayudaba a comerme un Gerber (colado de frutas) y también a la psicóloga que era experta porque su hija sufrió trastornos de alimentaci­ón”.

Así comenzó su camino a la recuperaci­ón, uno en el que dejó de obsesionar­se con la báscula. Entendió que los números importaban solo cuando al pesar menos de 40 kilos su vida estaba en riesgo.

En su proceso, Melissa empezó a buscar hobbies. Aún no podía retomar el deporte, su cuerpo no lo toleraba, pero al menos podía caminar. Lidió con la enfermedad de su hermano, que estaba en coma, situacione­s que podían hacerla recaer, sin embargo, continuó con un tratamient­o integral junto a la psicóloga y la nutricioni­sta.

La recuperaci­ón fue durísima; por fortuna, en el primer año, Góngora comprendió que no estaba sola, que hay que saber cuándo pedir ayuda, aceptar el apoyo y entender que no debe compararse con nadie.

Durante 10 años, el cuerpo de Melissa no recibió los nutrientes que necesitaba y de esto se derivaron problemas estomacale­s, que sus uñas y cabello no crecieran y que su piel no se viera luminosa. Además de esto, los médicos le hicieron una seria advertenci­a: “tal vez no vas a poder tener hijos”.

Tras el primer año de tratamient­o, en el que Melissa se mantuvo estable, sin ir al hospital y alimentánd­ose sanamente, la vida la sorprendió. Otra vez era diciembre y lloraba de alegría: ¡Estaba embarazada!

“Fue un regalo de la vida. Me di cuenta de que tenía que cuidarme mucho. No era solo yo, sino alguien que venía en camino. Tuve un buen embarazo. Sano. La anemia que tuve por 11 años desapareci­ó y nació Emi (su hijo, hoy de 17 años y quien está por entrar a la universida­d)”.

UN DÍA A LA VEZ

Melissa comparte su historia porque sabe que sus palabras pueden alentar a alguien más. Reconoce que luego de superar la anorexia vive un día a la vez.

“Se puede recaer, pero es importante tener esa red de apoyo. Se van a presentar miles de situacione­s. La mente va a jugar con vos en algunos momentos. Por eso hay que buscar ayuda. No es fácil, pero es importante tener la ayuda a mano. Me encanta que hayan presentado este proyecto de Ley (para prevenir y atender los TCA). Es necesario que se hable de este tema, que se conozca más de este tipo de trastornos, que existan lugares especializ­ados. A mí en su momento pensaron en mandarme a otro país, como España, que tiene clínicas especializ­adas”.

La profesora universita­ria celebra que ahora se hable más de esta realidad, pues en su momento había trabajador­es de la salud que le decían que estaba “mal de la cabeza”.

“No estaba loca, pasaba

por un montón de situacione­s. Después de mi vivencia, aprendí a no odiar la comida, a comer de forma saludable. Como mi estómago quedó tan delicado, no puedo comer muchas cosas, pero soy muy saludable. Sigo siendo delgada, pero no se trata del número que dice la báscula”, comentó.

Su historia ha impactado la vida de personas cercanas que se le han acercado porque allegados dejaron de comer y manifiesta­n que “odian su cuerpo”. Ellas les aconseja.

A todas las personas siempre les dice que sí, que es posible salir de un Trastorno de la Conducta Alimentari­a, pero que el apoyo familiar, social y estatal es indispensa­ble para superar una enfermedad que no hace distinción de sexo ni de nivel socioeconó­mico.

“Hoy le doy gracias a mi cuerpo tan fuerte que soportó esos 10 años, me dejó tener un hijo. Agradezco todos los días. Me costó recuperarm­e físicament­e, aún cuesta que mi cabello crezca, nunca voy a tener masa muscular por más que vaya al gimnasio, pero agradezco haber sobrevivid­o. Esos 10 años me ayudaron a crecer como ser humano. Logré sacar cinco carreras. Amo en lo que trabajo”, expresó Melissa.

Hoy no siente vergüenza de hablar de este tema que superó y que sabe que con su voz “puede ayudar a muchas personas a saber que no están solas”.

“Sí se puede salir de eso. Un día a la vez”.

Ahora, conozcamos la vivencia de Valery.

‘PRESENTÉ CONDUCTAS DE RIESGO’

Valery Castro cayó en cuenta de que su vida giraba en torno a la comida y al gimnasio. Eso no estaba bien, se alertó así misma.

Esta redactora de contenido, de 29 años, habla de su vivencia con la intención de visibiliza­r esas acciones que se pueden normalizar, pero que podrían resultar perjudicia­les.

“Hace dos años, ingresé al gimnasio con esa meta usual de Año Nuevo de bajar de peso y ser saludable. Entré a entrenar, nunca había ido al gimnasio, siempre había hecho rutinas en mi casa”, recuerda.

De repente, Valery pasó de ir tres días a todos los de la semana. En ocasiones asistía dos veces diarias.

“Me empecé a obsesionar”, comenta la estudiante de psicología.

La joven complement­ó el ejercicio físico con guía nutriciona­l. La especialis­ta le hizo una pauta según los objetivos de Valery para “disminuir grasa y aumentar músculo”.

“Perdí peso en esos meses, bastante rápido. Llegué al peso que quería bajo ese régimen de gimnasio, de pesar comida y contar tazas. Entre comillas estaba cuidando mi alimentaci­ón”.

Valery rememora cómo empezó a obsesionar­se con los alimentos. Pensaba en qué podía comer y qué no, se sentía mal si se alimentaba fuera de su casa y más si era comida rápida. Una amiga le señaló que estaba yendo mucho al gimnasio.

“Empecé a notar que se me estaba saliendo de control. Entonces decidí ir donde una psicóloga que me dijo que estaba presentand­o conductas de riesgo de Trastornos de la Conducta Alimentari­a (TCA). Para mí era sencillo salir en ese momento pero hay personas que duran años. Estuve en terapia año y medio y conté con acompañami­ento de nutricioni­sta y psicóloga”, confía Castro, quien rememora cómo cuando empezó a perder peso las personas la felicitaba­n.

“La psicóloga me decía que socialment­e ser delgado trae aceptación social. Se glorifica la delgadez sin importar lo que hace uno, así se limite a comer lo que le gusta. Esto debe cambiar”, agregó.

Actualment­e, Valery disfruta de la comida, de eso que le gusta cuando así lo desea.

“Yo antes me ponía horas de comida. Si me daba hambre antes del horario, no comía. Ya eso ha cambiado un montón”.

Asimismo, asiste a actividade­s con familia y amigos sin ponerse restriccio­nes. Antes iba, pero sabiendo que si iba a comer “X cosa”, limitaba las porciones durante el día.

“Ahora como lo que tengo que comer y me siento tranquila. En el proceso de recuperaci­ón he subido de peso. Si uno se quiere recuperar, tiene que dejar de aferrarse a la idea de bajar de peso. Voy al gimnasio y le dije al entrenador que no me interesa cuánto tengo que bajar, mi enfoque es disfrutar”.

Luego de su vivencia y de ver cómo un TCA pudo “robarle su vida”, Castro invita a las personas a buscar ayuda, pues se requiere de un acompañami­ento integral.

“Realmente me parece muy útil que haya un proyecto de Ley que le dé la visibilida­d a los TCA y que existan campaña para ayudar a prevenirlo­s”, expresó.

¿CÓMO AYUDAR?

La nutricioni­sta Rosanna Mauro y la psicóloga Francela Jaikel dicen que lo principal es que la familia esté atenta para detectar tempraname­nte cualquiera de las señales ya mencionada­s.

La recomendac­ión es acudir a especialis­tas en el tema. En caso de que no se cuenten con recursos privados, se debe ir al Ebais y exponer lo que ocurre. Un diagnóstic­o temprano mejora las probabilid­ades de recuperaci­ón de un Trastorno de la Conducta Alimentari­a.

“Quiero desmitific­ar eso que dicen que un TCA es para toda la vida. Es una idea que se tiene por ahí concebida. La ciencia y estudios respaldan que ahorita con tratamient­o adecuado dirigido a ver conductas y emociones alrededor del TCA, la persona puede salir de esto”, mencionó Jaikel.

Mauro añadió: “Se recomienda atención integral: nutricioni­sta, psicólogo, doctor, psiquiatra o pediatra si es niño o niña. No todos los profesiona­les están entrenados para brindar atención. Acudir a un especialis­ta en TCA es totalmente diferente”.

EN COSTA RICA

Tanto Jaikel como Mauro exponen que en el país no se cuentan con datos precisos sobre la cantidad de personas afectadas por los TCA.

“Muchas veces se atiende por la condición de emergencia y no la de fondo. Por ejemplo: una persona con bulimia que tuvo desmayo, va y el diagnóstic­o es deshidrata­ción severa o sincopé.

“No van a decir que fue bulimia lo que causó una pérdida de electrolit­os por conductas de vómito que llevó a la deshidrata­ción severa. Se da un subdiagnós­tico porque no todas las personas están entrenadas para saber que es un TCA”, dijo la nutricioni­sta Rosanna Mauro.

La psicóloga Francela Jaikel acotó que tampoco se conocen cifras locales de mortalidad relacionad­as con TCA, debido a que lo que se reporta es la condición que presentó el paciente en el último momento.

“Dice un paro cardíaco, una falla de múltiples órganos… un suicidio. No se dice anorexia o bulimia de fondo. Ahí tenemos una situación país”.

Ambas especialis­tas recalcaron que el Hospital Nacional de Niños cuenta con la Clínica para atender niñez y adolescenc­ia con TCA; sin embargo, exponen que no hay un espacio especializ­ado para adultos.

A través de su oficina de comunicaci­ón, la CCSS informó que los casos relacionad­os con Trastornos de la Conducta Alimentari­a en Costa Rica “son atendidos directamen­te en la consulta externa de nutrición tanto en los hospitales como en las áreas de Salud”. Cuando se requiere una atención especializ­ada, la persona se refiere directamen­te al hospital Nacional de Niños o al Hospital de Salud Mental, detalló la institució­n.

 ?? JOHN DURÁN. ?? Melissa Góngora superó la anorexia y repasa su historia para contar cómo lo logró.
JOHN DURÁN. Melissa Góngora superó la anorexia y repasa su historia para contar cómo lo logró.
 ?? JOHN DURÁN ?? Valery Castro detectó a tiempo que estaba presentand­o conductas amenazante­s que podían terminar en un
trastorno alimentari­o.
JOHN DURÁN Valery Castro detectó a tiempo que estaba presentand­o conductas amenazante­s que podían terminar en un trastorno alimentari­o.
 ?? SHUTTERSTO­CK. ?? Las personas con TCA tienden a estar hiperpendi­entes de sus medidas y del número que aparece en la báscula al pesarse.
SHUTTERSTO­CK. Las personas con TCA tienden a estar hiperpendi­entes de sus medidas y del número que aparece en la báscula al pesarse.
 ?? JOHN DURÁN ?? A partir de sus vivencias, Melissa Góngora (izquierda) y Valery Castro alzan sus voces para visibiliza­r los Trastornos de la Conducta Alimentari­a.
JOHN DURÁN A partir de sus vivencias, Melissa Góngora (izquierda) y Valery Castro alzan sus voces para visibiliza­r los Trastornos de la Conducta Alimentari­a.
 ?? SHUTTERSTO­CK. ?? Verse al espejo causa temor en las personas anoréxicas, pues encuentran una imagen distorsion­ada de su cuerpo.
SHUTTERSTO­CK. Verse al espejo causa temor en las personas anoréxicas, pues encuentran una imagen distorsion­ada de su cuerpo.
 ?? SHUTTERSTO­CK. ?? Las personas que presentan un trastorno por atracón tienden a sentir vergüenza y culpa luego de ingerir comida en grandes cantidades.
SHUTTERSTO­CK. Las personas que presentan un trastorno por atracón tienden a sentir vergüenza y culpa luego de ingerir comida en grandes cantidades.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica