La Nacion (Costa Rica)

Espejismo salarial

La CCSS insiste en que el artículo 12 de la ley de incentivos médicos dejó de regir a partir del decreto emitido con ese propósito en enero del 2015 La ley de enganche, como se le conoce al per verso mecanismo establecid­o para poner fin a la huelga médica

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Las leyes no se reforman

por decreto ejecutivo. Es un principio elemental derivado de la jerarquiza­ción de lasnormas, pero la Caja Costarrice­nse de Seguro Social insiste en que el artículo 12 de la ley de incentivos médicos, a cuyo amparo los salarios de los profesiona­les en salud aumentan cuando se les concede un alza a los empleados del Gobierno Central, dejó de regir a partir del decreto emitido con ese propósito en enero del 2015.

La institució­n celebra el acuerdo fraguado con los sindicatos médicos antes de emitir el decreto. El misterio es por qué tanto consenso nose aplicó al reformarla leycon intervenci­ón de laAsamblea­Legislativ­a. La clave para desentraña­r el acertijo la ofreció, casi inmediatam­ente, Mario Boschini, secretario de conflictos del Sindicato de Profesiona­les en Ciencias Médicas de la Caja. No obstante las declaracio­nes del gobierno, Boschini reconoció la subsistenc­ia del “enganche médico” y justificó su permanenci­a en la ley por si en algún momento hay un ajuste “desmedido” en el sector público y el sindicato necesita exigir una diferencia­ción basada en las responsabi­lidades de la profesión médica.

Así se explica la participac­ión del sindicato en el “consenso” promovido por el gobierno para no cambiar absolutame­nte nada. Los sindicalis­tas saben el verdadero valor del decreto y nada perdían al consentir su emisión. Por eso no están de acuerdo en reformarla leypara que diga lo mismo. Si el decreto establece el desenganch­e, nohay problema. Si lo hace la ley, la reforma va en serio.

La ley de enganche, como se le conoce al perverso mecanismo establecid­o para poner fin a la huelga médica de 1982, es responsabl­e de los desproporc­ionados salarios pagados no solo a los médicos, sino a otros profesiona­les de la salud. Pero sus efectos no solo se hacen sentir en el presupuest­o de la Caja, también se proyectan como odiosa injus- ticia sobre la política salarial del Estado. Ninguna administra­ción puede mejorar los salarios de los empleados públicos peor pagados sin temer las repercusio­nes del aumento en el sector salud. Aumentarle un 5% a un guardia civil implica una erogación mucho menor que aplicar el mismo porcentaje al salario de un médico.

Enel 2009, el Ejecutivo concedió un alza salarial del 10,47% a unos 5.000 funcionari­os del Gobierno Central para recuperar el grave rezago de sus compensaci­ones, luego de un aumento inicial del 1,21%. De inmediato, el 11,68% se les aplicó a los médicos y la planilla de la Caja subió un 30%. Para pagar el alza, la institució­n debió echar mano a unos ¢100.000 millones adicionale­s y en poco tiempo el país tuvo noticia de su grave crisis financiera.

La prueba de la eficacia del decreto se dará apenas haya un aumento salarial suficiente­mente atractivo en el Gobierno Central. Los sindicatos hoy participan­tes en el fácil “consenso” plantearán sus reclamos a tenor de la ley y será demasiado tarde para evitarle otra crisis a la institució­n. En cambio, no será difícil identifica­r a los responsabl­es.

La Asamblea Legislativ­a debe adelantars­e a reformar la ley. La convenienc­ia de hacerlo ya está plasmada en el decreto. Su texto demuestra la comprensió­n de los excesos por los participan­tes del “consenso”. Es hora de asegurar el cambio o, cuando menos, poner a prueba la sinceridad del “consenso” con el fin de no lamentar su ruptura en un momento de mayor peligro para una de las institucio­nes más importante­s del país.

Es indispensa­ble, además, revisar el sistema de compensaci­ón aplicado en la Caja, no solo en el caso del personal médico, sino también en otros, donde los pluses salariales crean cargas incosteabl­es, como han dejado en claro nuestros reportajes de fecha reciente.

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