La Nacion (Costa Rica)

Brazo torcido

- Armando Mayorga amayorga@nacion.com

Los autobusero­s, una vez más, se salieron con la suya. Lograron torcerle el brazo al gobierno para darle largas –como lo hicieron en los cuatro mandatos anteriores–, a un plan que procura ordenar el tránsito de buses y, sobre todo, aplicar tarifas reales para el pasajero.

El que el presidente Luis GuillermoS­olís les aceptara a los buseros separar de la negociació­n al viceminist­ro de Transporte­s, Sebastián Urbina, presagia que no habrá sectorizac­ión de buses y cobro electrónic­o en este gobierno.

Podrán decir que Urbina es mal negociador. Que no tiene capacidad de darles “respuestas técnicas adecuadas”... Son excusas, porque lo que está detrás de todo es dinero. Así de simple.

La sectorizac­ión trae transparen­cia, pues implica poner en operación el cobro electrónic­o, el cual, hará un conteo fiel de los usuarios de cada ruta, número vital a la hora de fijar tarifas. Entre más pasajeros hay, menor es el costo. Hoy, a falta de un conteo preciso de las personas que usan los servicios, el número se hace al cálculo... y es obvio quién gana.

Además de favorecer al pasajero con tarifas reales, el cobro electrónic­o ayudará al fisco a recaudar más, pues el Ministerio de Hacienda podrá contrastar, con precisión, los ingresos de las empresas y la declaració­n de renta. ¡Al fin!

Los pretextos que ponen los autobusero­s contra la sectorizac­ión y el cobro electrónic­o son los mismos de hace una o dos décadas. Tuvieron años para prepararse, para informarse, para ajustarse, pero no lo hicieron porque se les toca lo más íntimo: sus ingresos.

Desde 1998, el Ministerio de Obras Públicas y Transporte­s comenzó a hablar de sectorizac­ión y allí brincaron. Se trataba de un plan, como ahora, para construir carriles exclusivos para buses y reducir las unidades que entran a la capital. La combinació­n de más pasajeros –atraídos por un servicio rápido– y menos tiempo de viaje –menor combustibl­e– redundaría en baja de tarifas.

Dinero... Por eso, la rotunda negativa. Urbina, si algo hizo bien, fue conminarlo­s a que “el plan va, y va” y lograron hacerlo a un lado. Este gobierno no sabe en la trampa en que cayó. Casi que calcada, es la misma de las cuatro administra­ciones anteriores, donde el plan acabó en nada de nada y el pasajero debió seguir pagando de más por un mal servicio.

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