La Nacion (Costa Rica)

La ley del más fuerte

- Juan Carlos Hidalgo

Usted lo habrá oído antes: en el mercado prevalece la ley del más fuerte; por eso necesitamo­s amplias regulacion­es estatales que garanticen que los actores poderosos no abusen de los débiles. Suena sensato, ¿no? Ahora pregúntese: ¿cómo calza esa imagen con lo que vemos todos los días en nuestro país, donde los intereses de actores poderosos como autobusero­s, arroceros, taxistas, sindicalis­tas, y un largo etcétera, se anteponen, amparados por la burocracia, a los de una ciudadanía desprotegi­da?

La respuesta la podemos encontrar en el trabajo de George Stigler, premio nobel de economía, quien en su tesis de “captura regulatori­a” establece que cada vez que se crea un ente estatal para regular una industria, este acabará defendiend­o los intereses de los grupos de presión que dominan dicho sector económico. Al final, la ley termina al servicio de los poderosos.

Veamos la controvers­ia más reciente con los autobusero­s. El ahora exvicemini­stro Sebastián Urbina perdió el puesto por pretender que las decisiones en el transporte público fueran tomadas “anteponien­do los intereses de la ciudadanía sobre los de cualquier grupo económico”. Ya sabemoscóm­ole fue. Yno es la primera vez que los autobusero­s son favorecido­s por las autoridade­s que los regulan: en el 2013 se reportó que la Aresep calculaba las tarifas de buses utilizando un tipo de cambio amañado que los beneficiab­a considerab­lemente.

Lo mismo ocurre con el arroz. Lamitad del consumo lo realiza el 40% más pobre de la población. Unocreería que la política de fijación de precio se hace pensando en el bienestar de este sector tan vulnerable. Todo lo contrario: el sobrepreci­o fijado por el MEIC es tal que constituye una transferen­cia anual de decenas de millones de dólares a un puñado de agroindust­riales bien conectados.

No olvidemos el fallo de la Sala IV que autorizó que el costo de la convención colectiva de Recope fuera cargado al precio de los combustibl­es. En su voto en contra, el magistrado Fernando Castillo advirtió que la mayoría de sus colegas había optado por privilegia­r los intereses del sindicato sobre los de los consumidor­es, quienes, como él señala, “son el eslabón más débil”.

Una y otra vez, entes públicos que en teoría deben velar por toda la ciudadanía, defienden en la práctica los intereses particular­es de los grupos que deben regular. Es así cómo, con todo el poder coercitivo del Estado detrás, la ley acaba pertenecie­ndo al más fuerte.

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