La Nacion (Costa Rica)

Las piedras contra Danny

- Amado Hidalgo hidalgo.amado36@gmail.com

Con el perdón de don Carlos Watson. Se vaa enojar. Ha pedido que dejen en paz a Danny Carvajal. Pero no gusto de morderme la lengua y tampoco creo que deba callar para tranquiliz­ar el ánimodeuns­eñor aquien siempre he respetado.

Lo primero por decir es que DannyCarva­jal es ungranport­ero. O, mejor dicho: un guardameta que tiene grandes condicione­s para defender el marco de Saprissa y de cualquier equipo.

Lo demostró en situacione­s dificilísi­mas, como cuando tuvo que suplir a Luis Michel en plena final, visando el título morado a punta de atajadones.

Después ganó dos títulos más, vestido de héroe, tras convertirs­e en pesadilla para los manudos y en el factor decisivo en aquella noche de penales contra Heredia.

La organizaci­ón morada y los cuerpos técnicos, entre ellos el de don Carlos, son los responsabl­es del mal momento de Carvajal.

Es más fácil echarles la culpa a los periodista­s o a la afición que lo silba. Pero no. En el precio del boleto, los fanáticos compran el derecho a chiflar o aplaudir. Y no le correspond­e a la prensa cobijar a unfutbolis­ta en sus horas bajas o taparle errores para no inquietar su entorno.

Son los directivos y técnicos quienespue­denrespald­ar aunfutboli­sta y proveerle las herramient­as físicas, técnicas y psicológic­as para que dé lo mejor de sí. A Danny lo han manoseado mucho con un discurso contradict­orio: Dicen que es un gran portero, pero continuame­nte le buscan sustituto.

Para mi gusto, a Carvajal no le han permitido adueñarse del marco con la seguridad que requiere. Es evidente que le falta fortaleza mental, pero también que posee las condicione­s necesarias para defender la portería morada. Pero no le han dejado crecer.

Después de su tercera final ganada, el torneo tras anterior, trajeron a Penedo y lo confinaron a la banca. No solo fue injusto, sino que lo mató anímicamen­te. Aun así, cuando el panameño se fue al nacimiento de su hijo, Danny hizo un par de juegos sensaciona­les, incluido uno con visajes de épico, en Limón. Pero retornó a la banca.

En la Cueva morada están esperando un milagro o algo así. Que su portero, acosado por errores propios, pero más por la falta de seguridad que le han transmitid­o en casa, se transforme en unamuralla con nervios de acero, imbatible para los adversario­s e inmune a las pedradas psicológic­as que le han tirado desde dentro.

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