Sin el equipo A damos pena y vergüenza
Bastó que La Selecta nos pintara la cara en el debut de la Copa Centroamericana 2017 para poner freno al orgullo y aceptar que sin el equipo A damos pena y una buena dosis de vergüenza.
Hace una semana me enlisté sin paracaídas en el iluso bando de los que auguraban vuelta olímpica, espoleado por el presente de fiesta sin fin que descorchamos con la Sele en Brasil 2014.
Pero El Salvador nos bajó a tierra muy rápido y aunque nos libramos de un 3-0 sonrojante por su impericia en la red y los reflejos de Pemberton, desde el debut se perfiló el nivel de este equipo.
La vecina Nicaragua disipó cualquier duda el martes, cuando fuimos incapaces, por primera vez en 76 años, de superar a esa suma de modestias vestidas de azul, para encender –ya muy tarde– la alerta.
Sin Keylor, Pipo, Duarte, Gamboa, Oviedo, Matarrita, Bryan, Celso, Bolaños, Joel y Waston, damos pena y vergüenza porque somos incapaces de dar dos pases seguidos y mandar en el juego.
Uno no se explica cómo profesionales que viven de esto se diluyen tan fácilmente frente a modestos adversarios que solo oponen orden, ganas y la ilusión de tumbar al equipo que creían invencible para firmar la hazaña.
En esta Sele hemos visto la- terales que no se adueñan de su andarivel ni se animan a descolgarse, mixtos que erran todos los pases, volantes por afuera que no desequilibran porque no ganan el uno contra uno, y un desgano general que exaspera.
Se salvan pocos: los tres arqueros, Acosta, Azofeifa, Venegas y Ortiz. El resto cerró su puerta a futuras convocatorias y confirmó la presunción previa de que los microciclos no sirven para un carajo.
¿Qué es esto: menosprecio o incapacidad?
Óscar Ramírez tiene la tarea de averiguarlo, pues no vaya a ser contagioso y termine por contaminar al equipo verdadero que se juega la clasificación a Rusia 2018.
Si el nivel del onceno es patético, solo lo superan las justificaciones pueriles de algunos futbolistas. Uno atribuyó el papelón ante Nicaragua “al estado del terreno de juego”.
¿No sería más honesto pedir perdón por estas pobres presentaciones, hacer un propósito de enmienda para los dos juegos que restan y dar la cara como procede sin ensayar justificaciones?
Ya en el plano táctico las dudas corroen: ¿es válido jugarles a estos rivales con línea de cinco? ¿Qué argumentos sopesó el técnico para llamar a estos futbolistas? ¿Era esto lo mejor que había para llevar a Panamá?
Jugando así damos pena y vergüenza.