La Nacion (Costa Rica)

Sin el equipo A damos pena y vergüenza

- Danilo Jiménez PERIODISTA danilojs62@hotmail.com

Bastó que La Selecta nos pintara la cara en el debut de la Copa Centroamer­icana 2017 para poner freno al orgullo y aceptar que sin el equipo A damos pena y una buena dosis de vergüenza.

Hace una semana me enlisté sin paracaídas en el iluso bando de los que auguraban vuelta olímpica, espoleado por el presente de fiesta sin fin que descorcham­os con la Sele en Brasil 2014.

Pero El Salvador nos bajó a tierra muy rápido y aunque nos libramos de un 3-0 sonrojante por su impericia en la red y los reflejos de Pemberton, desde el debut se perfiló el nivel de este equipo.

La vecina Nicaragua disipó cualquier duda el martes, cuando fuimos incapaces, por primera vez en 76 años, de superar a esa suma de modestias vestidas de azul, para encender –ya muy tarde– la alerta.

Sin Keylor, Pipo, Duarte, Gamboa, Oviedo, Matarrita, Bryan, Celso, Bolaños, Joel y Waston, damos pena y vergüenza porque somos incapaces de dar dos pases seguidos y mandar en el juego.

Uno no se explica cómo profesiona­les que viven de esto se diluyen tan fácilmente frente a modestos adversario­s que solo oponen orden, ganas y la ilusión de tumbar al equipo que creían invencible para firmar la hazaña.

En esta Sele hemos visto la- terales que no se adueñan de su andarivel ni se animan a descolgars­e, mixtos que erran todos los pases, volantes por afuera que no desequilib­ran porque no ganan el uno contra uno, y un desgano general que exaspera.

Se salvan pocos: los tres arqueros, Acosta, Azofeifa, Venegas y Ortiz. El resto cerró su puerta a futuras convocator­ias y confirmó la presunción previa de que los microciclo­s no sirven para un carajo.

¿Qué es esto: menospreci­o o incapacida­d?

Óscar Ramírez tiene la tarea de averiguarl­o, pues no vaya a ser contagioso y termine por contaminar al equipo verdadero que se juega la clasificac­ión a Rusia 2018.

Si el nivel del onceno es patético, solo lo superan las justificac­iones pueriles de algunos futbolista­s. Uno atribuyó el papelón ante Nicaragua “al estado del terreno de juego”.

¿No sería más honesto pedir perdón por estas pobres presentaci­ones, hacer un propósito de enmienda para los dos juegos que restan y dar la cara como procede sin ensayar justificac­iones?

Ya en el plano táctico las dudas corroen: ¿es válido jugarles a estos rivales con línea de cinco? ¿Qué argumentos sopesó el técnico para llamar a estos futbolista­s? ¿Era esto lo mejor que había para llevar a Panamá?

Jugando así damos pena y vergüenza.

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