JALONEOS DE NIÑOS, RECHAZO Y MUCHO MIEDO
Salgo del edificio de la Policía Penitenciaria, a eso de las 6:30 p. m., y me quedo en la acera. En ese instante, tres mujeres –una de ellas lleva a una niña agarrada de la mano– pasan cerca.
La muchacha que lleva a la menor, me ve de cabeza a pies y, como ando con un vestido, pudo observar el dispositivo. Sin pronunciar palabra, tomó más fuerte a la niña de lamano y, acto seguido, la jaloneó hacia ella. No había tenido la tobillera ni por media hora y ya había recibido el primer reproche.
Regreso al periódico, me lavo los dientes y, aunque estoy sola en el baño, me siento vigilada.
Son las 7 p. m. del lunes y tengo hambre. Recojo a mi mamá en la casa, en La Uruca, para irnos a un restaurante de comida rápida, en el paseo Colón.
Entro y una que otra mirada curiosa se posiciona sobre la tobillera, pero nadie se atreve a preguntar nada. Pero, más que curiosidad, percibo temor.
Las personas prefieren hasta cederme su lugar en la fila, antes de tenerme a su lado. Una situación que nunca antes había pasado. RVEA NOTA APARTE
Una hora después, estoy en un supermercado, en La Sabana. El rechazo es más evidente: para las personas resulta extraño ver a alguien con tobillera haciendo las compras.
No obstante, al igual que en el restaurante, la gente me abre espacio. Hay temor; eso se nota y me empodera.
Estanoche, la tobilleranovibró, pese a que me salí de la zona permitida. Justicia me había advertido que eso podría pasar si ocurría una emergencia con verdaderos reos.