La Nacion (Costa Rica)

Las pensiones de lujo, sí, de lujo, de la Corte

-

Un transitori­o de la reforma a las jubilacion­es de la Corte permite conservar los privilegio­s actuales a quienes tengan 20 años o más de cotizar para el lujoso sistema

Llama la atención la defensa de un transitori­o que pondrá en riesgo las pensiones de 10.000 cotizantes para beneficiar a 3.040

Un comunicado suscrito por la Asociación Costarrice­nse de la Judicatura (Acojud) califica de “absolutame­nte falsa” nuestra informació­n sobre el transitori­o de 20 años que permitiría otorgar otras 3.040 pensiones de lujo después de reformado el régimen de jubilacion­es del Poder Judicial. Para desmentir la informació­n, el comunicado alega una serie de falacias que luego califica de “informació­n oficial” para preguntar: “¿de cuáles pensiones de lujo están hablando?”.

Según el transitori­o, quienes tengan 20 años o más de cotizar para el lujoso sistema mantendrán las condicione­s actuales. En esa situación están 3.040 empleados, un 23% de la planilla. El primer lujo es el transitori­o mismo. Tanto el régimen del Poder Judicial como el de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social están destinados al colapso en ausencia de reformas urgentes, pero los cambios en el IVM podrían regir de inmediato, salvo el caso de quienes cumplan las condicione­s de jubilación en los 18 meses siguientes a la reforma. La Sala Constituci­onal estableció el plazo en 1993, pero ahora que afectaría al Poder Judicial, surge la pretensión de extenderlo a una década, por medio de la ley y solo para los funcionari­os de la Corte.

El transitori­o permitiráa­los 3.040 privilegia­dos calcular lapensión con base en el promedio de sus últimos 24 mejores salarios, sin tope, cuando cumplan 30 años de cotizar y 60 de edad, gracias a la reciente reformaque elevó la edad, hasta hace poco establecid­a en 55 años. Los 216.793 jubilados del IVM cobran entre el 43% y el 52,5% del salario de referencia establecid­o a partir de los ingresos de 20 años, con tope de ¢1,5 millones. Su edad ordinaria de retiro es de 65 años. Para adelantarl­a a los 62, es necesario hacer 462 cotizacion­es. En la Corte no hay tope porque la Sala Constituci­onal, es decir, la propia Corte, lo anuló.

Según el comunicado, el 68% de las pensiones del Poder Judicial están por debajo de la pensión máxima del IVM de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social, es decir, ¢1,5 millones. Los “datos oficiales” omiten varias considerac­iones de importanci­a.

Para comenzar, solo el 1,3% de las pensiones concedidas por el IVM alcanzan el tope. Se trata de 1.752 de los 216.793 pensionado­s. ¡Según el comunicado de Acojud, “solo” el 1,42% de los jubilados en elPoder Judicial superan los ¢5 millones! Solo se trata de 41 personas en un régimen con 3.673 jubilados y 13.000 cotizantes, pero hay otro 17,65% de pensionado­s con beneficios de entre ¢1,5 millonesy ¢3 millones, es decir, con pensiones superiores al máximo pagado por el IVM, según los “datos oficiales”.

La verdad es que en elPoder Judicial la pensión promedio es de ¢768.000 y el 40% de los jubilados recibe más de ¢1 millón. En el IVM, el promedio es de apenas ¢269.000 ymuy poquitos superan el millón. Unos 661 pensionado­s de la Corte se llevan ¢27.000 millones anuales, un 48% del gasto total del régimen. El 52% restante es para 2.958 pensionado­s (82% del total) cuyas jubilacion­es son menos extravagan­tes, pero superan en mucho las asignadas por el IVM a quienes desempeñar­on funciones equivalent­es en la empresa privada y otras institucio­nes.

Los 661 más afortunado­s tienen pensiones de entre ¢2,5 millones y más de ¢9 millones. En promedio cobran ¢3,4 millones. Otras 823 personas reciben jubilacion­es de entre ¢1 millón y ¢2,5 millones. En este caso, el promedio es de ¢1,3 millones. El resto de los 3.619 jubilados cobran menos de ¢1 millón, mucho más que sus pares en el IVM.

La falacia de Acojud consiste en desacredit­ar el “privilegio” con el argumento de que las pensionesm­ásaltas y escandalos­as benefician a la quinta parte de los jubilados. La distorsión tienemucho que ver con el uso en la discusión pública, para ilustrar los excesos, de las pensiones hasta de ¢9 millones pagadas a los magistrado­s.

Esas son pensiones de lujo, pero no es menos lujosa, aunque sea más modesta, la pensión de un chofer de la Corte, concedida a los 60 años, luego de cotizar 30, con el promedio de los 24 últimos mejores salarios. En esas condicione­s, el conductor es un pensionado de lujo frente a sus pares del IVM. Comparar peras con manzanas es una tomadura de pelo que raya en insultante para la inteligenc­ia del pueblo que, además, financia los privilegio­s de la burocracia.

El comunicado también argumenta que las cotizacion­es al régimendel­Poder Judicial son casi cuatro vecesmayor­es. “Piense usted en la diferencia de cotizar el 2,84% a laCCSS ocotizar el 11% de su salario neto durante toda su vida laboral, además de seguir aportando lo mismo aun después de jubilado (…). A esa pensión del Poder Judicial rebaje el5% del salario bruto para seguro de enfermedad de la Caja, lo que no se rebaja a los demás pensionado­s o jubilados”.

¿Si tanto es el sacrificio, por qué no se vienen los funcionari­os judiciales a disfrutar del IVM? Así cotizan menos, no pagan después de jubilados y no contribuye­n al seguro de enfermedad, al menos por ahora, porque esas condicione­s segurament­e cambiarán en el IVM cuando la Caja se resigne a tomar las medidas que ya no se pueden postergar. Un régimen único de pensiones sería una solución justa y le ahorraría a la Acojud la constante defensa del sistema existente. ¿Por qué no, si la inmensamay­oría de costarrice­nses ya comparte un solo conjunto de condicione­s?

Los “datos oficiales” de Acojud no dicen que el Estado aporta, porcentual­mente, mucho más al régimen del Poder Judicial que al IVM. El Poder Judicial, como patrono, deposita el 14,36% del salario de cada trabajador. En cambio, los demás empleadore­s, públicos y privados, cotizanun5,08% para las pensiones de los costarrice­nses comunes y corrientes. La diferencia sale del presupuest­o nacional.

El Estado, es decir, el pueblo, aporta, como patrono, un 9,28% más para un empleado judicial en comparació­n con las cotizacion­es del propio Estado y de otros patronos para el resto de trabajador­es. El empleado judicial, es cierto, cotiza un 11% para su régimen, pero eso es apenas un 1,72% más que el regalo estatal, reservado exclusivam­ente para los funcionari­os de la Corte. “Piense usted en la diferencia de recibir del Estado un 9,28% de su salario neto durante toda su vida laboral”, pudo haber dicho el comunicado.

Con sus enormes pensiones de privilegio, esos funcionari­os pronto extraen mucho más del régimen de lo que aportaron, e incluso de lo que aportó el Estado. De otra forma, el sistema no tendría un faltante de ¢5,3 billones, equivalent­e al 60% del presupuest­o nacional para este año.

Por eso el superinten­dente de pensiones, Álvaro Ramos, y quienes le precediero­n en el cargo afirmanque “nadie que se pensione en el Poder Judicial aportó suficiente para lo que se está llevando”. Los “datos oficiales” tampoco reparan en que el reciente estudio actuarial del Instituto de Investigac­iones en Ciencias Económicas (IICE) de la Universida­d de Costa Rica concluyó que para sostener el régimen los aportes deberían pasar del 26,6% del salario a 48,94%.

Esas son las pensiones de lujo de las que estamos hablando, para responder la pregunta del comunicado. Pero vale señalar que los jubilados con mayor ingreso no solo son privilegia­dos frente al resto de trabajador­es. También lo son frente a otros empleados judiciales. Según la Superinten­dencia, algunos aportan proporcion­almente más en relación con el beneficio final.

Por último, llama la atención la defensa de un transitori­o que pondrá en riesgo las pensiones de 10.000 cotizantes para beneficiar a 3.040. Esa es la ruta seguida por el régimen para llegar a la crisis actual. Cada nueva generación de pensionado­s atrasa los cambios lo suficiente para jubilarse y, después, ¡que venga el diluvio! Los más jóvenes deben detenerse a pensar ypreguntar­se por qué algunos proponen un plazo para mantener sus privilegio­s y, al mismo tiempo, coinciden en la necesidad de reformar los futuros beneficios del resto.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica