La Nacion (Costa Rica)

Cantidad y calidad del crecimient­o económico

- Carlos Blanco Odio

El producto interno bruto (PIB) es una medida muy utilizada para medir el rendimient­o económico de un país. El indicador es suficiente (provee toda la informació­n) cuando la acumulació­n de bienes y servicios se convierte en un objetivo estratégic­o, en particular cuando la tasa de crecimient­o del PIB es mayor que la tasa real de interés que paga el gobierno por su deuda.

En años recientes, el programa macroeconó­mico del Banco Central también ha dado relevancia a los indicadore­s de ingreso, como el ingreso nacional disponible bruto real, que nos dice qué puede comprar la población con el ingreso originado del proceso productivo, después de efectuados varios ajustes, entre ellos el de la relación de precios de intercambi­o con el exterior. PIB e ingreso no bastan. Sin embargo, no podríamos darnos por satisfecho­s al aceptar el PIB y el ingreso comolas únicas medidas de éxito de la gestión productiva, pues si bien ofrecen una idea de la cantidad de crecimient­o económico, revelan muy poco sobre la calidad del nivel de vida. Por ejemplo, hoy sabemos que parte del esfuerzo de asignar el 8% del PIB a la educación se diluye en burocracia y no se ve gran mejoraría en su calidad, a juzgar por las bajas notas que han obtenido nuestros jóvenes en las pruebas internacio­nales PISA.

También conocemos que, a pesar del relativame­nte alto crecimient­o de los últimos años, persisten desigualda­des importante­s en el ingreso, altos niveles de desempleo, informalid­ad y pobreza.

Medioambie­nte. Pero quizás la principal limitante del PIB es que no toma en cuenta la sostenibil­idad del medioambie­nte, cuando buena parte del crecimient­o se ha logrado a ex- pensas de su degradació­n, agotamient­o y destrucció­n, comprometi­endo de esa manera el potencial productivo de las próximas generacion­es.

Está claro que estamos viviendo por encima de nuestros medios y, consecuent­emente, embargando el futuro. Son deudas que no se ven y, por tanto, tampoco se pagan. El agravante de asumir que los recursos am- bientales son libres y que, por ello, no tienen precio y no deben contabiliz­arse, es que con mediciones inadecuada­s corremos el riesgo de tomar decisiones equi- vocadas.

El más claro ejemplo de divorcio entre crecimient­o económico y sostenibil­idad es la producción de bienes agropecuar­ios que destruyen y degradan el medioambie­nte: primero, por la deforestac­ión para las siembras agrícolas y cría extensiva de ganado; luego, por el uso de agroquímic­os que afectan nutrientes, mantos acuíferos, ríos, humedales y, finalmente, la salud de los habitantes.

Sería bueno emprender una reforma para que la Secretaría Técnica Nacional Ambiental, o el órganocomp­etente, descuente de los ingresos de estas actividade­s los daños al medioambie­nte a través de impuestos ambientale­s o eliminació­n de subsidios, cuando los hay.

Es preciso comprender que la sostenibil­idad es prioritari­a y holística para la superviven­cia –todo está interconec­tado– y que incidirá cada vezmás en la competitiv­idad de las empresas.

Según la OCDE la acción climática trascendió de ser un tema ambiental para convertirs­e en uno de desarrollo con potencial de mejorar la salud, la educación, el empleo y la pobreza. Por ello, celebramos los esfuerzos que se están haciendo para integrar esta contabilid­ad con la tradiciona­l de cuentas nacionales.

¿Cuál es la tasa de creci

miento adecuada? Si bien en ausencia de crecimient­o es difícil mejorar los estándares de vida, lo contrario no aplica, es decir, el crecimient­o no necesariam­ente beneficia a todos. Un país con un crecimient­o de alrededor del 4%, como el nuestro, no necesariam­ente está en mejor posición que otro con un 2%. Japón tiene años de crecer a tasas cercanas al 1% y los Estados Unidos –y gran parte de los países de la OCDE– lo están haciendo a tasas del 2% o menos, pero tienen estándares de vida superiores al nuestro, entre otros, con promedios de pobreza relativa del 10,6% y coeficient­es de desigualda­d de Gini de 0,32 –versus Costa Rica, con pobreza relativa del 20,5% y Gini de 0,51–.

En términos de desarrollo, importa tanto la cantidadco­mo la calidad del crecimient­o. Entonces, la respuesta a la pregunta la da el balance deseado entre las dos dimensione­s.

Ojalá los candidatos presidenci­ales revelen sus intencione­s por mejorar los índices de crecimient­o y bienestar de la nación, indicando no solo “el cuánto” sino también “el cómo” de las acciones prometidas.

La principal limitante del PIB es que no toma en cuenta la sostenibil­idad del medioambie­nte

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