La Nacion (Costa Rica)

Preocupant­e censo de talla y peso

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Un 34% de los escolares; es decir, 118.342 niños, pesan más de lo debido, según el censo hecho en el 90% de las escuelas del país.

Un 34% de los escolares, es decir, 118.342 niños, pesan más de lo debido según el censo practicado en el 90% de las escuelas del país Los malos hábitos alimentari­os, junto con el sedentaris­mo, explican el fenómeno e indican los caminos a transitar para enfrentarl­o

El censo de peso y talla

practicado por los Ministerio­s de Salud y Educación en 4.200 escuelas públicas y privadas arrojó resultados alarmantes. Un 34% de los escolares, es decir ,118.342 niños, pesan más de lo debido. Los datos no dejan margen para laduda, porque comprende na 347.379 alumnos matriculad­os en el 90% de las escuelas del país.

Los malos hábitos alimentari­os, junto con el sedentaris­mo, explican el fenómeno e indican los caminos a transitar para enfrentarl­o. ElMinister­io de Educación procura equilibrar la alimentaci­ón ofrecida en los comedores escolares y aplica el reglamento de comidas saludables a las sodas instaladas en centros educativos, donde no se permite la venta de golosinas.

La normativa no puede ser impuesta en las sodas de las institucio­nes educativas particular­es y el censo encontró una diferencia significat­iva en los porcentaje­s de la población estudianti­l con sobrepeso en las escuelas públicas y privadas. En las primeras, el sobrepeso afecta al 34% de los alumnos. En las segundas, donde estudian 22.564 de los menores censados, un 38% supera el límite de peso deseable.

La falta de un reglamento de sodas escolares válido para los centros educativos privadosno puede asumirse, a priori, como una razón suficiente para explicar la diferencia. Hay otros factores cuya importanci­a relativa solo podría establecer­se mediante estudios detallados. En cualquier caso, el censo enfatiza la insuficien­cia de una dieta equilibrad­a en los centros educativos, durante el año escolar. El resto deltiempo, la vidadelos niños se desarrolla en elhogar y ahí se forjan los malos hábitos.

Comoentant­os otros aspectos del proceso educativo, la escuela necesita el complement­o del hogar para desarrolla­r costumbres alimentari­as sanas. Lo mismo puede decirse del sedentaris­mo. Los niños invierten mucho tiempo en disfrutar distraccio­nes electrónic­as y muy poco en las actividade­s físicas.

Los médicos se encuentran, cada vez más, con cuadros de hipertensi­ón infantil. En el pasado, ese padecimien­to era raro, casi exclusivo de niños con problemas congénitos. Las calorías “vacías”, encontrada­s en algunos refrescos, golosinas y comidas rápidas, se consumen más a medida que el costarrice­nse tiene acceso a alimentos inalcanzab­les hace décadas, cuando una lata de frutas en conserva era un lujo en el mercado nacional.

Las exigencias de la vida moderna restringen las oportunida­des de ejercitars­e, especialme­nte al aire libre. Con toda la responsabi­lidad imputable a los hogares, también faltan inversione­s y políticas públicas para estimular el deporte. El Ministerio de Educación Pública remozó los programas de Educación Física, pero la materia no es vista como prioritari­a. Entre un 35% y un 40% de los escolares no recibe clases de Educación Física.

Los niños y adolescent­es de 5 a 17 años deben dedicar al menos 60 minutos diarios a ejercitars­e, pero la mayor parte de la población estudianti­l asiste a dos lecciones semanales de 40 minutos cada una, cuando las prioridade­s y limitacion­es del centro educativo lo permiten. Para nadie es un secreto que la educación pública adolece de serias deficienci­as de infraestru­ctura deportiva y de equipamien­to.

En las últimas dos décadas, la población costarrice­nse con sobrepeso pasó de ser un 46% del total a un 62%. Estamos entre los países latinoamer­icanos más afectados y mantendrem­os esa indeseable distinción mientras no logremos enderezar el rumbo de los más jóvenes. Los resultados del censo apuntan a un deterioro creciente. Es preciso unir esfuerzos del Estado, la escuela y el hogar para frenarlo y evitar convertirn­os en un país obeso.

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