La Nacion (Costa Rica)

¿La Liga en otra casa? Ni soñarlo. . .

- Danilo Jiménez PERIODISTA danilojs62@hotmail.com

Justo cuando la gramilla híbrida del Alejandro Morera Soto empezaba a germinar, la dirigencia de Alajuelens­e nos sorprende con un plan para valorar la posibilida­d de cambiar de casa.

Fernando Ocampo quiere hacerse un hueco en la historia de la Liga y como por ahora el proyecto futbolísti­co no da, explora otros escenarios más estridente­s, pero irreales.

Sin un centavo para edificarlo con recursos propios y a expensas de que la Municipali­dad adquiera el inmueble actual, la idea es financiar el proyecto con lo que le den por el Morera Soto.

La economía del país no anda para una iniciativa de esta envergadur­a, que requeriría de una suma rocamboles­ca en millones de dólares para adquirir el terreno y levantar los graderíos.

¿O será que como plantea el presidente de la Liga, se desmontarí­an las estructura­s más modernas y se llevarían al nuevo reducto, algo así como construir casa, pero traerse las paredes de la sala vieja, para bajar costos?

¿De dónde tomaría dinero Alajuelens­e para edificar un estadio de primer mundo, como El Nacional, sin un padrino chino ni obreros de ojos almendrado­s para pararlo en pocos meses?

El proyecto es eso, un boceto, pero tiene algunas incongruen­cias y le llega a la feligresía rojinegra justo cuando la preocupaci­ón cimera es el nivel del equipo de cara al inminente Torneo de Apertura 2017.

Un estadio es un ancla, la casa para reunir a la familia, el escenario en donde conquistar las glorias nuevas y, para eso, el Alejandro Morera Soto actual y el momento del equipo se bastan.

Esto parece una fantasía fraguada en las sobremesas del festejo de los 98 años de fundación.

No creo que los alajuelens­es quieran otra casa que no lleve el nombre del Mago del balón, el referente que marcó el camino de gloria del equipo manudo.

En Alajuelens­e hay temas prioritari­os como, por ejemplo, apuntalar el equipo que, en palabras del propio Benito, podría verse hasta en el 2018 y quién sabe, entonces, si la segunda afición más grande del país soportará otro semestre sin protagonis­mo.

Lo mejor sería que la Liga se quede en el Alejandro Morera Soto, que juegue con el rojo intenso de sus días de gloria, que establezca una dictadura de títulos con el juego que enamora a su gente.

Cualquier rojinegro cambiaría eso por un estadio de primer mundo.

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