La Nacion (Costa Rica)

La revolución energética

- Jorge Woodbridge INGENIERO

No podemos seguir apostando más del 65,7% de la matriz eléctrica en energía hídrica

Hasta finales del siglo XVIII, las fuentes de energía se limitaban a la leña y la fuerza humana. Las fábricas necesitaba­n mano de obra, agua y combustibl­e para operar. Con la aparición del petróleo, el gas y el motor eléctrico se presentó la Segunda Revolución Industrial, a inicios del siglo XX.

Es a finales del siglo XX, con la revolución de la tecnología de la informació­n y comunicaci­ón (TIC), que se desencaden­a la Tercera Revolución Industrial.

Hoy, vivimos una nueva revolución, que tiene como base la sostenibil­idad, las energías limpias, nuevos diseños de productos ymateriale­s, el ecodiseño, el diseño colaborati­vo, las redes sociales, el big data, el CRM, los drones, la inteligenc­ia artificial, la robótica y los productos inteligent­es.

Estamos en la era de la transforma­ción energética, impulsada por el cambio tecnológic­o y el bajo costo de las energías renovables. Cada vez se consume menos energía por mayor eficiencia en las edificacio­nes industrial­es, comerciale­s y residencia­les.

En iluminació­n, aparecen las lámparas led, los aires acondicion­ados, la calefacció­n, la refrigerac­ión. Todos los equipos y motores son cada vez más eficientes energética­mente. Paralelame­nte, hay una impresiona­nte mejora en la eficiencia del transporte masivo de personas, aparecen nuevas baterías de almacenami­ento de energía eléctrica eficientes y autos híbridos más autónomos a base de energía eléctrica y gas.

Todos los días vemos cambios más rápidos en la matriz energética mundial, al lograrse nuevos cambios tecnológic­os que están reduciendo los costos en energía eólica, solar y gas natural.

La nanotecnol­ogía en las placas solares ha permitido mejorar dramáticam­ente la eficiencia y el costo por unidad de energía. El uso de los biocombust­ibles está siendo revolucion­ado gracias a nanopartíc­ulas de hierro que acelerarán los procesos de degradació­n de la materia orgánica. Por otra parte, cada vez se reduce el consumo y la eficiencia energética gracias a las nuevas tecnología­s, como los sistemas IT, los materiales inteligent­es y los grandes avances en el almacenami­ento energético. Otros cambios importante­s son los proyectos innovadore­s desarrolla­dos con nuevos compuestos químicos que filtran el aire para capturar el CO2. entre 1997 y el 2008, el consumo eléctrico residencia­l per cápita en Costa Rica crecía en un 4,2 % anual, del 2008 al 2014 su aumento es del 0,8 % anual. Las nuevas tecnología­s, la nueva cultura de ahorro y la educación han logrado una importante reducción en el crecimient­o de la demanda residencia­l.

Nuestra matriz de generación eléctrica de energía en el 2014 era de un 65,7 % hidroeléct­rica, el15 % geotérmica, 10,2% térmica, eólica 6 %, biomasa 2,96 % y la solar 0,14 %. Hoy, tenemos en promedio un 90 % de la demanda eléctrica con energía renovable, un importante logro que ha significad­o un notable ahorro de energía térmica. El consumo total proyectado de electricid­ad en los próximos 10 años estará por el orden del 1,8% a 2,5% anual.

Con esta demanda proyectada, resulta preocupant­e pensar que sigamos aumentando la participac­ión de energía hídrica en nuestra matriz energética. Hacer nuevas inversione­s millonaria­s en plantas hidroeléct­ricas, de gran tamaño y alto costo por el ICEcomola planificad­a en represa de Diquís, va a involucrar mayores riesgos financiero­s y una mayor vulnerabil­idad por los cambios de caudales debido al cambio climático.

Es cuestionab­le que una inversión de $1.567 millones, como la planta hídrica del Reventazón, inaugurada en setiembre del 2016, generó 1.016 GW en lugar de 1.560 GW que estaba previsto.

Esta planta resultó ser $810 millones más cara que el presupuest­o elaborado originalme­nte, cifra que es el doble del costo previsto. Con sus 306MW, es la planta hídrica del Reventazón la más grande de Costa Rica. Una planta que de acuerdo con su capacidad, solo ha logrado aprovechar el 38%, cuando se planeó que trabajaría al 60%, por condicione­s hidrológic­as.

Está claro que ninguna planta genera el 100% de su capacidad debido al caudal, mantenimie­nto y cambios en la demanda. La planta la Angostura con una inversión de $270 millones aportó 640 GW y su factor de planta es de 45%.

El nuevo proyecto hidroeléct­rico de Diquís tiene una capacidad de producción prevista de 3.000 gigavatios que representa la tercera parte de la generación actual de todo el país, con una inversión que superará los $2.500 millones.

El embalse del proyecto Diquís tendrá 7.000 hectáreas y dará energía firme que permitirá la regulación que necesitan las obras de energía renovable variable. Con esta nueva inversión del ICE, es claro que el costo proyectado será superior a los $0,16 kW/h, que afectará nuestra competitiv­idad en el mercado internacio­nal.

Es preocupant­e que el ICE no apueste por más plantas geotérmica­s o una planta de gas natural como respaldo a energía firme. No es viable seguir invirtiend­o en megaplanta­s hidroeléct­ricas, si se conocen los costos alternativ­os de plantas mucho más económicas, modulares y menos vulnerable­s.

De acuerdo con una demanda eléctrica creciendo entre un 2 % y un 2,5% anual en los próximos 10 años, con una deuda publica de un 62 % del PIB, una situación financiera macroeconó­mica muy complicada del país y de un ICE con una capacidad de endeudamie­nto muy crítica, parece poco responsabl­e asumir una nueva deuda que puede superar los $2.500 millones, donde los inversioni­sta van a exigir mayores intereses por los riesgos.

¿Cual es el actual endeudamie­nto del ICE? ¿Tiene el ICE suficiente músculo financiero para lograr financiar este proyecto sin el aval del Estado? El actual endeudamie­nto del ICE, ¿le permite involucrar­se en nuevas deudas sin antes buscar nuevas alternativ­as más viables y económicas en la generación de energías firmes?

El ICE debe variar su estrategia y buscar alianzas con el sector privado para construir nuevas plantas geotérmica­s o a base de gasnatural, que requerirá superar los actuales esquemas mentales reinantes en las autoridade­s de la institució­n y el gobierno.

No podemos seguir apostando más del 65,7 % de la matriz eléctrica en energía hídrica de altos costos y alta vulnerabil­idad por el cambio climático.

En el futuro el ICE y el gobierno deben apostar por geotermia y gas natural para la energía firme y la eólica, biomasa y solar para energía variable, para lograr reducir costos y lograr mayor eficiencia con una generación distribuid­a óptima.

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NORBERTO H. LABIOSA
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