El Macho no sabe
H oy, don Oscar Ramírez puede ser un genio y ayer, o mañana, un miedoso empedernido, o un técnico de poca monta con el que no iríamos a Rusia ni siquiera por un buen vodka. Al seleccionador lo han acusado, desde sus tiempos de liguista, de atravesar toda la flotilla de Tuasa bajo el marco, para obtener resultados.
Esas apreciaciones tan contradictorias del quehacer de Ramírez, tienen que ver con dos cosas. El fanatismo, en caso de los aficionados, y la crítica sin análisis de parte de la prensa. Lo primero es comprensible, pues el fútbol es el menos objetivo de los deportes. Se alimenta del virus de la adicción por una camiseta y, casi siempre, esas pasiones determinan la actitud con quien llega a ponerse la casaca de seleccionador nacional.
Lo segundo es preocupante, por no decir, lamentable. Los periodistas, en su mayoría, ponen etiquetas a los entrenadores y se quedan allí. Confunden jugar bien con jugar bonito. Reclaman un fútbol ofensivo pese a que, en la estadística, la Sele es de las más goleadoras. Siempató contraPanamá en casa fue por la timidez del técnico (a pesar de que jugó con uno menos mucho tiempo), si sacó solo un punto de Honduras, fue por lo mismo (como si fuera tan fácil).
Pero si va a Estados Unidos y saca una victoria contun- dente, es “porque al fin se atrevió a jugar al ataque”. O sea, porque oyó y atendió el clamor de la prensa. Debemos estar entonces muy agradecidos con la clarividencia de esos comunicadores que se encargan de enseñarle al “argollero” y miedoso técnico cómo jugar.
Esa historia ya la viví. Jorge Luis Pinto solía ser el blanco al que apuntaban los dardos mediáticos. El colombiano se tambaleó cuando el toro brincaba más, después de la cuadrangular rumbo a Brasil. También era “miedoso”, “ultradefensivo” y “argollero” (lo declararon hasta padre biológico del Chiqui). Aun después de clasificar, los “expertos” lo tenían condenado aunfugaz y tenebroso paso por la cita mundialista.
Como periodista, cualquiera puede equivocarse al valorar. Al fin y al cabo, es un tema de apreciación y gusto. Lo que no sevale es ametrallar a un entrenador serio, caso de Pinto y Ramírez, y luego subirse al bus del éxito.
En lugar de ilustrar al público con un mea culpa, aceptar que se falló en la crítica, suelen atribuir los buenos resultados a “cambios tácticos”, que no existen, y que “fueron provocados” por señalamientos de la prensa o el clamor popular. O sea, para la próxima, o para Rusia, olvidémonos del Macho y pongamos a uno de esos periodistas que siempre saben lo que el técnico desconoce y tienen las fórmulas que, por evidentes, deberían ser obvias para el técnico.