La Nacion (Costa Rica)

Cómo cerramos nuestra brecha de habilidade­s

- Luis Alberto Moreno PRESIDENTE DEL BID

Tenemos que invertir mejor en educación y en el desarrollo de habilidade­s

¿ Qué tan preparados están nuestros países para un mundo donde se necesitan personas creativas, capaces de desempeñar­se en los trabajos del futuro, como operadores de drones, ingenieros de automóvile­s sin conductor y antropólog­os que puedan programar apps?

Costa Rica, al igual que el resto de América Latina, corre con unos años de rezago de la frontera de esas tendencias, pero el futuro es inevitable. Es urgente que los gobiernos implemente­n políticas hoy para asegurar que la ciudadanía tenga las habilidade­s del mañana.

Actualment­e, Costa Rica destina el 7,6% de su PIB a la educación, por encima de la media para la región (5,1%) y Estados Unidos (5,1%), y muy superior al gasto de economías de ingresos medios como Tailandia y Hungría (3,8%).

Desafortun­adamente, los resultados en Costa Rica y en el resto de la región están por debajo de los países más desarrolla­dos. El estudiante promedio de América Latina y el Caribe tiene un rezago académico de más de un año frente a lo esperado dado el nivel de desarrollo. Aunque puede que sea convenient­e invertir más, la falta de inversión no es la causa principal del problema. Tenemos que invertir mejor en educación y en el desarrollo de habilidade­s.

Evidencia científica. En nuestra publicació­n Aprender mejor: políticas públicas para el

desarrollo de habilidade­s, analizamos la evidencia científica sobre los efectos de las políticas públicas en el aprendizaj­e y sus costos en todo el ciclo de vida del individuo.

Numerosos expertos hablan de priorizar las inversione­s en los primeros años de la vida de un niño, cuando los cerebros son más maleables y receptivos y los retornos de las inversione­s son mayores. No podríamos estar más de acuerdo con la idea de que esos años son cruciales. Pero no hay motivo para detenerse en la edad temprana.

En la escuela existen intervenci­ones simples y costo efectivas que están siendo ignoradas o subutiliza­das. La región ha gastado demasiados recursos en políticas costosas que tienen un impacto pequeño en el aprendizaj­e de los alumnos. Políticas que distribuye­n una computador­a para cada niño en la escuela suenan bien, pero la evidencia muestra que estas iniciativa­s no logran fomentar el aprendizaj­e de los niños.

Varios estudios rigurosame­nte evaluados realizados en la India y China nos indican una mejor alternativ­a mucho más económica: laboratori­os de computació­n con la orientació­n pedagógica adecuada.

Apoyo al maestro. Otra política que sabemos que funciona y que no es cara: programas de apoyo a los maestros, que favorezcan su labor en las aulas con materiales relevantes y planes detallados de lecciones en el aula. Ayudan al aprendizaj­e de los niños y hacen la vida más fácil a los docentes.

La calidad de la educación superior ha sufrido por un crecimient­o desorganiz­ado de universida­des e institutos técnicos y profesiona­les. Es mejor instaurar mecanismos de acreditaci­ón que garanticen la calidad de los centros y programas. Proporcion­ar datos online de las posibilida­des de empleo y los salarios de diferentes vías profesiona­les ayudan a los alumnos a tomar mejores decisiones sobre el conjunto de opciones ofrecidas en la educación superior.

También hemos hecho poco para desarrolla­r políticas de formación de adultos.

Una apuesta prometedor­a son los programas de aprendices. Estos han tenido un enorme éxito en Europa para ayudar a los jóvenes adultos a acceder a buenos empleos. En nuestros países, pocos gobiernos han explorado su potencial para alejar a las personas del precario sector informal y los bajos ingresos. Pero hay algunas iniciativa­s prometedor­as que ya están funcionand­o, como Leido Aprendiz, en Brasil, y Primer Paso, en Argentina.

Como región, podemos ir mucho más lejos desarrolla­ndo sistemas, financiado­s por el Gobierno y el sector privado, que mezclan la escuela secundaria profesiona­l con largos períodos de aprendizaj­e en la empresa, a la vez que cultivan las habilidade­s socioemoci­onales y de lide- razgo de las personas y las preparan para carreras exitosas.

Somos una región de grandes recursos ymejores talentos que tiene todo que ganar de la revolución tecnológic­a. Sin embargo, para disfrutar de esa prosperida­d debemos utilizar un enfoque científico que guíe las políticas públicas para desarrolla­r masivament­e las habilidade­s. La elección es nuestra.

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