La Nacion (Costa Rica)

Irma deja hambre y sed en isla San Martín

Afectados deben tener gran paciencia para conseguir agua o alimentos

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MARIGOT, ISLA DE SAN MARTÍN.

AFP.- “Tengo hambre y sed”. Una embarazada se abalanza llorando sobre la botella y el paquete de almendras que le entregan delante de un camión lleno de víveres, en un lugar de reparto instalado en la isla de San Martín para las víctimas del huracán Irma.

Son muchos y están cansados. Delante de la fila, la Cruz Roja hace un cordón de seguridad para contener la presión.

“Son alimentos que provienen de la reserva de una empresa y luego está previsto que pase un camión de agua”, afirma Joachim, encargado de organizar la distribuci­ón.

El huracán Irma golpeó, la semana anterior, la isla franco-holandesa, de 93 km² y 75.000 habitantes, con vientos de 298 km/hora, cuando tenía categoría 5. Causó almenos16 muertos y devastó la infraes- tructura del territorio ubicado a 240 km de Puerto Rico y que era escala de cruceros en el Caribe.

En el contenedor, los bomberos se pasan los productos para repartirlo­s. Otros están pendientes de lamuchedum­bre en busca de los más débiles, los ancianos, las embarazada­s y los niños. Ellos son prioritari­os.

También intentan tranquiliz­ar a quienes se asustan cuando ven el tamaño de la fila al llegar. “Mientras haya gente en el (camión) contenedor, señora, es que quedan cosas”, dice uno.

Reparten productos frescos, como huevos, pollo o leche. La fila comenzó a formarse antes de la llegada del camión contenedor, a las 10 a. m. Algunos llevan más de dos horas de espera bajo el sol. Hace mucho calor.

Agua y comida. En el lugar, la gente es ajena a los anuncios del presidente francés, Emmanuel Macron, quien llegó elmartes a la isla, donde fijó como una prioridad el restableci­miento de la seguridad, tras los saqueos de los últimos días. Para ella, lo prioritari­o es la comida y, sobre todo, el agua potable.

En respuesta a la furia porque su gobierno no hizo suficiente para gestionar la crisis, Macron prometió una rápida evacuación de los residentes en los territorio­s de ultramar de su país en el Caribe y proporcion­ar servicios y alojamient­o quienes elijan quedarse.

Sandrine espera desde las 7:45 a. m. Tiene sed y calor. “Ni siquiera hay agua. ¿Cómo vamos a hacer? No me queda nada en casa”. Mientras habla se le saltan las lágrimas. Una amiga a su lado la abraza: “Todo se arreglará. Nos vamos a ayudar los unos a los otros”.

En la fila, la tensión se dispara. “Nos llevan de una punta a la otra”, grita una mujer que dice llamarse MJ.

“Cuando llegamos, nos tenemos que ir a otro sitio porque no queda nada. ¡Nos hemosqueda­do sin coche, sin casa, sin agua, sin comida y esto dura demasiado tiempo!”.

Algunos dan por imposible conseguir algo y prueban suerte en una tienda cercana que abre de vez en cuando y elige a los clientes a la entrada para evitar un altercado en el interior.

Una hora más tarde, en el lugar del reparto, la fila ha disminuido y el contenedor está casi vacío. Todos los que han esperado han recibido víveres y se van con una sonrisa.

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AFP Tras hacer una larga fila, esta mujer y otros damnificad­os por el huracán Irma lograron recoger, el martes, alimentos que les donaron en Marigot, capital de la parte francesa de San Martín.
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AP Este joven consiguió agua embotellad­a en Cold Bay.

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