La Nacion (Costa Rica)

LETRAS DE CAMBIO

- ■ Luis Mesalles ECONOMISTA lmesalles@academiaca.or.cr

Al tomar una foto de la situación económica de Costa Rica, esta no se ven tan mal. La economía crece a un buen ritmo, la inflación es baja, la cuenta externa es ligerament­e deficitari­a, pero financiada sanamente con inversión extranjera directa. Lo malo es cuando uno proyecta la película hacia adelante. El elevado déficit fiscal empieza a reflejarse en tasas de interés al alza, algo de devaluació­n y en un estrujamie­nto del crédito privado que repercute en menos crecimient­o económico.

Claramente, Costa Rica tiene que hacer algo para resolver su situación fiscal. No hacer nada significa que cada día tomamos un paso más hacia el precipicio. Pero esto lo venimos diciendo desde hace años, sin que se tomen las decisiones necesarias para corregir el rumbo.

En la administra­ción de doña Laura Chinchilla se discutió ampliament­e una reforma tributaria, que eventualme­nte se aprobó, pero que la Sala IV se trajo abajo. Luego se perdió tiempo valioso al inicio de la administra­ción de don Luis Guillermo, porque este no le quiso dar importanci­a al tema. Tanto así que el primer presupuest­o que presentó contenía un nivel de crecimient­o del gasto desproporc­ionado con la realidad.

Si bien se ha avanzado en la aprobación de algunas leyes para mejorar la recaudació­n y disminuir el gasto, las más importante­s aún no se han aprobado. Regla fiscal, empleo público, IVA y renta, han entrado y salido de la corriente legislativ­a en varias ocasiones.

Hace pocas semanas, el presidente Solís le anunció a todo el mundo que el gobierno teníagrave­s problemasd­eliquidez, por lo que urgía tomar acciones. A finales de agosto, casi se llega a un acuerdo en la Asamblea, pero luego nada pasó. Setiembre se supone que es mes de discusión del presupuest­o, pero la interminab­le trama del “cementazo” ha acaparado la atención de los diputados.

Todo esto se complica aún más con la campaña política que ya empezó. Se puede prever que no se tomará ninguna nueva acción para corregir el rumbo fiscal, ni en el Ejecutivo ni en el Legislativ­o, entre ahora y mayo del año entrante.

Un día de estos me preguntaba un extranjero: “Si los costarrice­nses, que a todas luces tienen una gran capacidad técnica, y se distinguen de los demás países de la región, ¿por qué son incapaces de tomar las decisiones políticas que se requieren para resolver el problema fiscal?”. Con gran frustració­n tuve que contestarl­e: “No sé”.

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