La Nacion (Costa Rica)

Aprendizaj­e práctico

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Según la CCSS, las empresas deben incluir a los aprendices en planilla y pagar la seguridad social correspond­iente El MEP y el INA reaccionar­on alarmados por la limitación de oportunida­des para sus alumnos. Lo mismo harán las universida­des

La Caja Costarrice­nse

de Seguro Social (CCSS) se está constituye­ndo en un formidable obstáculo para las empresas dispuestas a abrir sus puertas a estudiante­s interesado­s en hacer prácticas como parte de su formación técnica y profesiona­l. Según la Caja, las empresas deben incluir a los aprendices en planilla y pagar la seguridad social correspond­iente.

Si ese criterio se impone, la educación dual está condenada para siempre, no obstante el plan piloto y el proyecto de ley promovido por el Ministerio de Educación Pública (MEP), inspirado en el sistema alemán. Lo mismo puede decirse de otros métodos de aprendizaj­e práctico. El año pasado, el MEP envió a 12.772 alumnos de los colegios técnicos a hacer prácticas en empresas especializ­adas en informátic­a, contabilid­ad, secretaria­do, cocina, diseño y otras ramas.

El InstitutoN­acionalde Aprendizaj­e (INA) gestionóop­ortunidade­s de práctica para otros 2.070 alumnos ymuchas universida­des incorporan las pasantías a sus programas de estudios profesiona­les como requisito de graduación. No es de extrañar la oposición de las autoridade­s educativas a las pretension­es de la Caja. El MEP y el INA reaccionar­on alarmados por la limitación de oportunida­des para sus alumnos.

Las prácticas son una contribuci­ón de la empresa privada a la formación de técnicos y profesiona­les. También sirven a los estudiante­s para establecer relaciones en el mercado laboral y mostrar sus aptitudes a posibles empleadore­s. En los países desarrolla­dos, nadie se asombra por la existencia de semejantes acuerdos. Universida­des europeas y norteameri­canas incluso contactan a empresas de otros países para convenir pasantías que, además de la formación, ofrecen a sus estudiante­s la oportunida­d de observar otras culturas.

Imponerles a las prácticas técnicas y profesiona­les los costos de la seguridad social es invitar a las compañías a cerrar sus puertas a los estudiante­s. La Caja alega disposicio­nes de suLey Constituti­va y de laLey de Aprendizaj­e, vigente desde 1971. Es hora de cambiar esas disposicio­nes, pero la propia institució­n asegurador­a se opuso al proyecto de ley planteado por el diputado William Alvarado para regular las relaciones de aprendizaj­e entre empresas y estudiante­s.

Según la Caja, cuando un aprendiz ejecuta labores en una empresa, se expone a las mismas contingenc­ias de los demás trabajador­es. Lo mismo puede decirse del momento cuando el estudiante cruza la calle, con la diferencia de que en ese caso no aprende nada. No es la primera vez que una burocracia reglamenti­sta y divorciada de la realidad emprende una asfixiante “defensa” de ungrupo socialquen­ola ha solicitado, pero ojalá en esta ocasión prime el sentido común.

En el fondo, la “protección” no solicitada obedece a un prejuicio contra la empresa privada. Las prácticas, dicen sus detractore­s, son un medio para explotar a los estudiante­s. “No saben de qué hablan”, dijo la ministra de Educación alemana Johanna Wanka durante su visita al país el año pasado. La funcionari­a explicó las virtudes del programa de educación dual de su país y se mostró asombrada del absurdo debate desatado en nuestro medio.

El sistema también existe en Suiza, los Países Bajos y Austria, entre otros. Wanka no duda al atribuirle buena parte del éxito en la lucha contra el desempleo juvenil. Lo dicho para la educación dual vale para otros sistemas de práctica técnica y profesiona­l. Las pasantías, claro está, no deben servir de excusa para el aprovecham­ientoabusi­vo. Eso es lo que la leydebe regular con cuidado de no entorpecer las prácticas legítimas, como las propiciada­s por el MEP, el INA y las universida­des.

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