La Nacion (Costa Rica)

Propuesta para una amnistía tributaria

- Alan Saborío SOCIO DIRECTOR DE DELOITTE

La crisis de liquidez nos obliga a considerar medidas con impacto a corto plazo

La actual situación fiscal de Costa Rica solo podrá ser enfrentada, de forma significat­iva y sostenible, mediante la combinació­n de medidas por el lado del gasto y los ingresos. Sin embargo, el panorama actual nos retrata una crisis de liquidez que nos obliga a considerar medidas con impacto a corto plazo. Una de ellas, en caso de que pueda traducirse en un aporte cercano al 1% del PIB (frente a un déficit en el Gobierno Central proyectado de 5,9 % del PIB), es una amnistía tributaria.

El último cálculo efectuado por el Ministerio de Hacienda calcula la evasión fiscal de los impuestos sobre la renta y ventas en un 8,2 % del PIB. En el impuesto de ventas, que se carga a una mayoría de bienes y servicios consumidos por todos en el país, los contribuye­ntes incumplier­on un 33 % sobre el potencial recaudator­io.

Enrenta, las personas jurídicas incumplier­on un 70 % y las personas físicas un 57 % sobre su potencial recaudator­io.

Una amnistía tributaria no es un perdóndela deuda principal del contribuye­nte, sino una exoneració­n de los intereses y de las sanciones correspond­ientes.

Insisto: frente a la actual crisis de liquidez, consideran­do las proyeccion­es fiscales y las dificultad­es de aprobar reformas significat­ivas por el lado de los gastos y los ingresos a corto plazo, tiene sentido considerar una amnistía tributaria. Lo que es y lo que no es. Una amnistía es un mecanismo de recaudació­n legítimo. La última amnistía tributaria fue propuesta en el 2002, durante la administra­ción del doctor Abel Pacheco.

Los recursos recuperado­s ingresan de inmediato, sin costo financiero. No generan más deuda y no presionan las tasas de interés, por comparar su impacto respecto al financiami­ento que tradiciona­lmente ayuda a cerrar el hueco fiscal.

Un impacto importante de la medida es que permite inscribir contribuye­ntes que han estado ocultos o reportando menos ingresos, de manera que aumenta la base de contribuye­ntes en el futuro.

Con intereses del 11,73 % y sanciones que pueden alcanzar el 150 % delmonto adeudado, es imposible para muchos contribuye­ntes acercarse a la Administra­ción Tributaria. La idea es abrir “un puente de plata” que le permita a la gente entrar o volver a la formalidad.

El perdón no cubre el monto principal, por tanto no repre- senta una alcahueter­ía para evasores. No se está haciendo un blanqueo porque todas las actuacione­s que se hagan dentro de la amnistía podrán ser revisadas por la Administra­ción Tributaria para garantizar que no se han disminuido inadecuada­mente los montos a cancelar.

Además se eliminaría un componente importante de litigios porque se les permitiría a los contribuye­ntes aceptar ajustes hechos por la Tributació­n y desistir de procesos existentes en vía administra­tiva y judicial.

Propuesta. Mi propuesta concreta considera una amnistía para los impuestos administra­dos por: la Dirección General de Tributació­n, la Dirección General de Aduana, la Dirección General de Hacienda, todas las institucio­nes autónomas que tienen la condición de Administra­ción Tributaria tales como IFAM y el ICT. Además, incluiría a la CCSS, Asignacion­es Familiares, Banco Popular, INA y todas las relacionad­as con seguridad social. Si bien considerar a estas entidades no impacta el déficit del Gobierno Central, sí favorece que muchas empresas y personas físicas ingresen a la formalidad.

Una amnistía tributaria es un mecanismo válido utilizado en los países desarrolla­dos y no tiene nada de reprochabl­e en la medida en que no se convierta en una costumbre.

Es posible y necesario evitar que se utilice para “blanquear” o legitimar capitales y otros activos provenient­es de actividade­s ilícitas. La Administra­ción Tributaria debe sacar el mayor provecho del registro de nuevos contribuye­ntes, y frente al perdón de intereses y sanciones, hay una ganancia para la Hacienda pública producto de los ingresos percibidos. Un punto de partida para la discusión.

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