El sismo apagó la diversión
En el elegante vecindario de La Condesa, los jóvenes van a bares con pocas luces y restaurantes los viernes por la noche. Pero el primer fin de semana tras el terremoto de magnitud 7,1 comenzó con un tono sombrío.
En vez de gente tomando cerveza, unos puñados de socorristas con chalecos reflectantes tomaban turnos para descansar de su tarea de limpiar escombros.