La Nacion (Costa Rica)

Zona sur se siente olvidada un mes después de Nate

Vecinos critican la poca atención que han recibido por parte del Estado Autoridade­s salen al paso y destacan subsidios por ¢523 millones en el sur

- Katherine Chaves R. katherine.chaves@nacion.com

Pobladores alegan que superviven gracias a las ayudas de organizaci­ones y particular­es

OSA. - La tormenta Nate dejó sin enseres, sin comida y sin ropa a Juan Rodríguez, de 90 años, quien vive en finca 7 de Palmar Sur de Osa, Puntarenas. De su casa quedaron en pie solo las cuatro paredes y unas cuantas láminas de zinc que funcionan como techo.

Su hijo Alejandro, de 53 años, fue a las oficinas del Instituto Mixto de Ayuda Social (IMAS) a pedir ayuda, pero sus gestiones quedaron en nada.

Lo mismo le ocurrió a María Rojas, vecina de Ciudad Cortés de Osa. Su vivienda fue de las más afectadas, pero asegura que el auxilio nunca llegó.

A un mes de la emergencia, dice que ni el IMAS, ni la Comision Nacional de Emergencia­s (CNE) se han hecho presentes, por lo que ha tenido que ingeniárse­las para sobrevivir.

Nate dejó secuelas en el país el 4 y 5 de octubre, y hoy los pobladores de la zona sur lamentan sentirse olvidados por las autoridade­s. El IMAS y la CNE estuvieron días después en algunos sitios para hacer un recuento de daños, pero de eso no pasaron.

Los afectados aseguran que de no haber sido porayudas privadas, no tendrían ni un colchón para dormir.

En un recorrido realizado por La Nación a través Ciudad Cortés y Palmar Sur, solo una persona confirmó haber recibido ayuda del IMAS.

Sin dinero. Alejandro Rodríguez contó que acompañó a su papá Juan para hacer gestiones en el IMAS y un funcionari­o les indicó que cotizaran enseres y luego presentara­n la proforma para que fuera analizada.

“Fuimos y hasta incluimos un cilindro de gas porque hasta eso perdió mi papá”, detalló. Sin embargo, al volver al IMAS, les indicaron que Juan Rodríguez no calificaba porque recibía una pensión de ¢130.000 mensuales.

“¿Por qué no nos dijeron eso desde el principio? (...) Además, ¿quién puede levantarse de una emergencia como esta con ¢130.000”, reclamó, para luego afirmar que si tuvieran dinero, no acudirían a las institucio­nes estatales.

Alexánder Rojas, de 48 años, también vive en finca 7 de Palmar Sur de Osa.

“Estuvimos tres días sin comerdespu­és de la inundación y a nadie le importó. Si personas ajenas al Estado no hubieran venido a darnos algo, estaríamos muertos”, enfatizó.

Unos funcionari­os del IMAS visitaron su casa y le pidieron abrir cuenta de banco y hacer una proforma de artículos.

“Hicimos todo tal cual pero al final (...) me dijeron que, como yo nunca había recibido ayudas antes, no me la podían dar ahora. (...) Por dicha hay gente de buen corazón que nos ayudó”.

La decepción es compartida por más vecinos como María Bolaños, dePalmar Sur, quien, ante la falta de apoyo, empezó a recoger lo que otros botaban, pues no le quedó ni una cama.

En contra. El IMAS refuta lo dicho por los pobladores al señalar que 930 familias de la región Brunca han recibido ayudas por un total de ¢523 millones en subsidios como enseres, alimentos o alquileres.

Sin embargo, aunque es una de las zonas más afectadas, la asistencia aquí es menor a la asignada en la región Chorotega y Puntarenas, donde 2.247 y 1.991 familias recibieron ayudas, respectiva­mente.

Emilio Arias, presidente del IMAS, explicó que el proceso de identifica­ción de las necesidade­s le correspond­e a los comités locales de emergencia, quienes son los que elaboran los listados y los trasladan a ese instituto.

Por su parte, la CNE defendió el trabajo que hacen contratand­o a terceros para hacer labores de limpieza, entre otros.

Se solicitó un desglose del dinero destinado y cuáles obras se han hecho, pero no enviaron los dato antes del cierre de edición. También se intentó hablar con el alcalde de Osa, Alberto Cole, pero no respondió su celular.

Precisamen­te, los afectados como Rojas, dicen que el Gobierno es “despreocup­ado”.

“La gente de la CNE o del IMAS luego salen diciendo que dieron tantos millones en ayudas a los daminficad­os y esa plata, por lo menos aquí, no se ha visto”, reprochó.

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ALBERT MARÍN María Bolaños no tiene ni un colchón para dormir.
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