Dos yudocas ticos forjan en suelo nipón su senda a Tokio 2020
Obtuvieron una beca de 3 años para entrenar y estudiar en Universidad de Tokai
A 13.214 kilómetros de Costa Rica, dos ticos se acostumbran a ver con nuevos ojos el deporte que practican. En Japón, donde viven desde hace tres meses, los yudocas más destacados son casi celebridades.
Aparecen en televisión y en las portadas de los periódicos. Muchos ganan un salario similar al de un futbolista en Costa Rica, se dedican al yudo en jornada de tiempo completo y los gimnasios se abarrotan cada vez que se efectúa un campeonato.
En uno de los epicentros del yudo en Asia, los hermanos Ignacio y Julián Sancho contemplan un escenario tan desafiante como agotador: en el mismo tatami donde se entrenan tres campeones del mundo, ellos forjan el camino con el que esperan alcanzar el sueño de llegar a los próximos Juegos Olímpicos.
“La verdad, es duro estar acá, pero hay que aprovechar la oportunidad. Estudiar y entrenar en la Universidad de Tokai es, para un yudoca, como estudiar en Harvard para un ingeniero”, explicó Ignacio.
Ellos son la carta de presentación del yudo masculino de Costa Rica. Esto les permitió recibir una beca para entrenar y estudiar durante tres años en la Universidad de Tokai, la meca de estedeporte en Japón y cuna de más de una decena de medallistas olímpicos.
Extenuante. Lo de agotador es fácil de explicar. Entrenan dos veces al día, van a la universidad a estudiar japonés, llegan exhaustos a su apartamento, se alimentan y descansan.
Esta rutina se repite de lunes a sábado sin pausa, y todos los entrenamientos los realizan bajo la lupa de los mejores directores técnicos del mundo.
Todavía no logran comunicarse con fluidez y, por ahora, no hay tiempo para el turismo.
La exigencia es mayúscula en las prácticas diarias, y los domingos, lo único que quieren es descansar. “Todo gira alrededor del yudo. Es solo entrenamiento y estudio”, recalcó Ignacio, el mayor de los dos.
Los hermanos Sancho viven en Hadano, un pueblo de casi 170.000 habitantes, a 10 minutos en bicicleta de la Universidad de Tokai. Es un lugar tranquilo, sereno, rodeado de montañas y muy distinto a Tokio. Está lejos del bullicio, el tráfico y los enormes rascacielos.
Ambos lo abandonaron todo en Costa Rica, conscientes de que el nivel en el país se queda muy corto ante la enorme competencia que implica el yudo en el mundo.
Aun cuando la cultura japonesa resalta por su disciplina y exigencia, Ignacio reconoce que los entrenadores no son de “sacar el látigo”. Por el contrario, mantienen una relación amable con los alumnos.
Rozarse con la élite delmundo los obliga a fijarse objetivos altos; por eso, su meta en el corto plazo es una medalla de oro en los Juegos Panamericanos.
Juegos Olímpicos. Aunque aseguran que la prioridad, por ahora, son los Panamericanos, uno de los entrenadores, Kenji Mitsumoto, dijo que el plan es que los dos ticos puedan conseguir una presea en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
“Ese es nuestro sueño, que uno de ellos gane una medalla”, aseguró Mitsumoto.
Como en cualquier área, les ha tocado pagar un derecho de piso. En ocasiones, las instalaciones están reservadas para los número uno. En esos casos, solo les queda observar y tratar de aprender.
Es parte de un aprendizaje que acaba de empezar y que ellos esperan ver culminado dentro de tres años, en las justas de Tokio 2020.