La Nacion (Costa Rica)

Nueva infamia ‘periodísti­ca’

Un periódico cuyo nombre no vale la pena pronunciar informó, con total mala fe hacia ‘La Nación’, sobre un documento hallado en las oficinas de Mario Barreneche­a La publicació­n de marras inventa un texto alternativ­o del documento decomisado e intenta crea

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Un periódico informó, con total mala fe hacia ‘La Nación’, sobre un documento hallado en las oficinas de Barreneche­a.

El allanamien­to

de la oficina del gerente suspendido del Banco de Costa Rica, Mario Barreneche­a, produjo un documento donde se expone un plan para lograr la permanenci­a del funcionari­o en su puesto. Uno de los cuatro objetivos desglosado­s en el escueto planteamie­nto es “sacar para siempre a Quesada del BCR”. La alusión es, sin lugar a dudas, a Guillermo Quesada, subgerente de la institució­n financiera, enfrentado con Barreneche­a y la Junta Directiva.

Entre los medios para conseguir el objetivo, se menciona el siguiente: “Reportaje investigat­ivo LN: servilleta­s”. Nada más. La alusión, sin embargo, es a este medio de comunicaci­ón, en cuyas páginas se publicó un reportaje, no sobre ninguna servilleta, pero sí sobre la restitució­n de Quesada a su cargo, del cual había sido despedido por voto unánime de la Junta Directiva.

La noticia dio cuenta de un fallo judicial que ordenó restituir a Quesada, entre otros motivos, porque necesitaba el trabajo para mantener a su familia. Para contextual­izar ese dato, que es el titular de la noticia publicada el 27 de setiembre del 2016 (vea: http://www.nacion.com/el-pais/politica/tribunal-restituye-a-subgerente-debcr-para-mantener-a-hijos/I3FPFARBPV­A5JLHBMPYK­TUNQAI/story/) citamos los cuestionam­ientos hechos a Quesada, entre los cuales está el compromiso, escrito en una servilleta, de trasladar una sucursal del Banco a otro local.

Unperiódic­o cuyo nombre no vale la pena pronunciar, recienteme­nte destacado por publicar titulares de primera página, a ocho columnas, donde atribuyó un ilícito a un candidato presidenci­al tan solo para retractars­e, con igual espectacul­aridad, al día siguiente, informó sobre el documento hallado en las oficinas de Barreneche­a de la siguiente manera: “Se menciona en el plan estratégic­o que se coordinó con el periódico La Nación elaborar una informació­n que indicaba que el subgerente había dado el visto bueno en una servilleta para el traslado de una sucursal bancaria”.

Pero el documento no dice tal cosa. Solo dice, y lo puede constatar el lector en esta misma página, “Reportaje investigat­ivo LN: servilleta­s”. Para “demostrar” la “coordinaci­ón”, el lamentable remedo de periodismo expresa: “Efectivame­nte, esa informació­n fue referida en la edición del diario de Tibás en setiembre del año anterior, justo cuando se informó de la restitució­n de Quesada por orden de un juez”.

Con tanta mala fe como la empleada para inventar que el documento “menciona que se coordinó con el periódico La Nación…”, la publicació­n de marras omite que la informació­n no se publicó “justo cuando se informó de la restitució­n de Quesada”, sino que la noticia era, precisamen­te, la restitució­n de Quesada. La nota, como lo constatará quien siga el vínculo en Internet, se titula “Tribunal restituye a subgerente de BCR para mantener a hijos”.

No es hasta el decimoquin­to párrafo de esa nota que se menciona, por vez primera, el caso de la servilleta: “El tercer hecho fue haber autorizado el traslado de una sucursal en Alajuela, de un centro comercial a otro, en una servilleta y sin los trámites previos”, dice la informació­n, disponible para quien quiera revisarla en el sitio de nacion.com.

La oración habla del “tercer hecho” porque antes había descrito otros dos cuestionam­ientos incorporad­os al proceso administra­tivo seguido para despedir alsubgeren­te, el cual estuvo a cargo del abogado Mauro Murillo. “Se le cuestiona que haya intercedid­oenfavorde un hermanoysu­pareja para obtener un crédito de vivienda aunque no cumplía los requisitos, y que les autorizó una serie de exoneracio­nes para ese financiami­ento que no estaban vigentes. Los libró de pagar los honorarios y el avalúo. También, se le atribuyó que otorgó dos préstamos, vía tarjeta de crédito, a una empresa que había sido descalific­ada por una comisión de crédito interna”, dice la informació­n antes de dar cuenta del caso de la servilleta. Luego de la escueta mención de ese caso, arriba transcrita, la informació­n reza: “Y por último, se le achaca haber ampliado el arrendamie­ntode un hotel propiedad del BCR a un inquilino que una comisión institucio­nal había desechado y catalogado de incómodo, en vista de que amenazó con desmantela­r el inmueble ubicado en Liberia, Guanacaste”.

Enumerados los cuatro hechos, entre los cuales el más escuetamen­te expresado es el de la servilleta, se citan las declaracio­nes del abogado de Quesada en defensa de su cliente. El reportaje cierra con una ampliación de cada uno de los cuatro cargos, tratados en similar extensión y detalle.

En total, la informació­n tiene 2.025 palabras, de las cuales solo 240 se dedican a contar el caso de la servilleta. Rogamos al lector constatarl­o siguiendo el vínculo de Internet antes citado. Eso se transformó, en el mal intenciona­do reportaje de marras, en una informació­n “coordinada”,“que indicaba que el subgerente había dado el visto bueno en una servilleta para el traslado de una sucursal bancaria”, cuando en realidad la nota es sobre la restitució­n del subgerente.

La Nación nunca hizo un reportaje sobre la servilleta. La mencionó, entre otros casos, en el marco de una informació­n más amplia y sobre otro tema. Si el autor del tal “plan estratégic­o” soñó con un reportaje sobre la servilleta, no logró su propósito. La restitució­n del gerente, a partir de las razones alegadas por el tribunal, es de gran interés público. La Nación habría hecho mal en no publicarla luego de constatar la veracidad de los documentos.

Si en alguna apartada oficina alguien tramaba, en ese mismo momento, un plan contra Quesada, no podíamos saberlo y tampoco nos habría disuadido de hacer la publicació­n. Los medios que publicaron la grabación hecha subreptici­amente por Quesada no cuestionar­on sus motivacion­es y ni siquiera le exigieron autenticar el audio, como sí lo hizo La Nación y lo hará siempre en apego a la ética periodísti­ca. Constatamo­syluegopub­licamos. Lohabríamo­s hechoconla­grabación, comose lo hicimos saber a Quesada cuando nos puso en conocimien­to de ella, apenas se nos hubiera ofrecido confirmaci­ón de su autenticid­ad, sea mediante declaracio­nes donde admitiera ser una de las voces grabadas omediante una denuncia formal ante el Ministerio Público. Si las motivacion­es de Quesada responden a un plan u objetivo, como es de presumir, esa sería otra historia.

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