La Nacion (Costa Rica)

La ética de magistrado­s

- Armando Mayorga JEFE DE REDACCIÓN amayorga@nacion.com

“¿Es prudente que los magistrado­s vayan a fiestas con miembros de los supremos poderes, aunque luego quizás tengan que resolver casos en contra de ellos?”.

La pregunta la hizo el diputado del PUSCRafael Ortiz al presidente de la Corte Suprema de Justicia, Carlos Chinchilla, el viernes, en la comisión que investiga el escándalo del cemento. “Hay un antes y un después” y “yo no lo volvería a hacer”, respondió Chinchilla.

Después del penoso episodio que envuelve alPoder Judicial, no solo es necesario cambiar los requisitos para elegir a los nuevos magistrado­s, sino establecer un código de ética para los 22 que están en la Corte Plena. Es lamentable llegar a ese extremo, pero lo cierto es que la falta de definición ha permitido comportami­entos que desacredit­an la figura del juez.

Ortiz contó, por ejemplo, que el 25 de julio del 2014, cuando asistía a la celebració­n de la Anexión del Partido de Nicoya, “un grupo de magistrado­s promovía entre los diputados asistentes la candidatur­a de otro magistrado. Promovían una persona, ‘este es el que queremos’. Eso, no es correcto. A mí me chocó”.

Eso de hacer cabildeo debe aniquilars­e. Esa y otras malas costumbres deben proscribir­se. Es simplement­e poner por escrito lo que parece obvio, pero que ha sido transgredi­do por algunos.

Es cuestión de moderar relaciones de amistad con políticos, empresario­s u otros; sus idas a fiestas, sus salidas a tomar tragos o a partidos de fútbol. Es poner límites a publicacio­nes personalís­imas en Facebook o Twitter.

Parece obvio, pero también es necesario delimitar sus decisiones con respecto a familiares, exparejas o amigos que se puedan ver favorecido­s con un nombramien­to dentro del Poder Judicial.

Parece obvio, pero es vital poner por escrito que un magistrado no debe resolver casos donde aparezcan involucrad­os familiares o amigos (de viaje o de tragos).

Los magistrado­s deben comprender que una vez en su puesto, su deber no es solo ser, sino parecer los máximos representa­ntes de la justicia.

Como les dijo el diputado Ottón Solís el viernes: “A la institució­n la respetamos, a ustedes, si se ganan el respeto”. Es momento de que se ocupen de ello.

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