Jonathan McDonald
Lo confieso: el acucioso y efectivo delantero alajuelense Jonathan McDonald –otrora barbareño, carmelita yherediano– nunca ha sido santo de mi devoción; no lo idolatro nivenero, nome desvelo por leer ni escuchar sus declaraciones cada vez que perjudica a su equipo por una acción impulsiva o temperamental y considero que en múltiples ocasiones interpreta el papel de víctima aún cuando ha incurrido en acciones malintencionadas (por supuesto, no es exclusivo de él).
Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, en la actualidad no puedo ser mezquino con ese jugador nacido el 28 de octubre de 1987. Tengo que reconocer que es el futbolista de Alajuelense a quien más esforzado, comprometido y sacrificado he visto durante los tiempos difíciles por los que atraviesa la institución rojinegra.
Imposible hacerse de la vista gorda o permitir que el fanatismo prime ante la vergüenza, entrega, pundonor, lucha, honradez, dignidad y sentido de responsabilidad que derrocha este futbolista en cada partido del campeonato nacional.
McDonald corre los 90 minutos, pelea a muerte cada bola, colabora con funciones de sus compañeros, baja a aca- rrear balones, remata con la cabeza, la pierna izquierda, la derecha, de cerca, de lejos, no da por perdida así nomás cualquier ocasión, está siempre dispuesto a dar la milla extra y el pitazo final lo halla siempre con la camiseta empapada en sudor.
Lo veo jugar –porque como buen morado me interesa lo que pasa con la Liga– y salta a la vista que es un delantero con sangre caliente, todo corazón, pasión, entusiasmo, coraje, arrojo, osadía, brío, rabia, decidido, pujante, con garra y agallas. Se nota que está empeñado en darle alegrías, satisfacciones y títulos a su afición.
Dicho de otra manera, a pesar de lo que no me gusta de él (y lo digo con plena conciencia de que en este mundo no hay nadie perfecto ni la misión de cada ser humano es caerle bien a todo el mundo), admito que es un delantero que se gana el sueldo con absoluta honradez y que posee virtudes que se echan de menos en muchos de sus colegas, no solo alajuelenses sino también de otros equipos.
Sí, aunque sé que más de un fanático me va a odiar por decir esto, la pura y llana verdad es que hoy día admiro a Jonathan McDonald; con su compromiso en días de crisis me ha hecho ver el vaso medio lleno en lugar de observarlo medio vacío.