La Nacion (Costa Rica)

Parches al IVM

-

La “mesa de diálogo”

establecid­a por el gobierno para examinar la crisis de las pensiones del Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) de la Caja Costarrice­nse de Seguro Social reproduce el esquema de gobierno de la institució­n. Replica, también, sus males, directamen­te responsabl­es de años de parálisis frente a la crisis.

La mesa, como la Junta Directiva de la Caja, está integrada por sindicalis­tas, empresario­s y representa­ntes del gobierno. El diálogo consistió en negociar límites a la afectación de esos intereses sectoriale­s, más que en lograr una verdadera solución para el sistema de pensiones fundamenta­l del país, con 238.644 jubilados y 1,4 millones de cotizantes.

La mesa encontró formas de compartir costos, restringir­los y diferirlos sin hacer olas. Acto seguido, admitió, en palabras de Luis Mesalles, representa­nte de la Unión de Cámaras, “que las propuestas tampoco solucionan el problema estructura­l a largo plazo. Evidenteme­nte, como país, tendremos que volver a convocar la mesa de diálogo dentro de cinco años para ver qué ha pasado y ahí volver a analizar las soluciones al problema estructura­l”.

En otras palabras, nada se resolvió. Solo se ganó tiempo y ni siquiera hay certeza de cuánto. Rodrigo Arias, actuario de la Universida­d de Costa Rica, advierte que al “patear la bola para adelante” se va haciendo más grande y, al final, las soluciones serán más do loros as. Édgar Robles, ex superinten­dente de pensiones, se muestra preocupado porque, pasados siete meses y 20 reuniones, las propuestas son “cosméticas”. El actuario Eduardo Melinsky, en su momento contratado por la Caja, se pronuncia en el mismo sentido.

Solo hay satisfacci­ón en los sectores representa­dos en la mesa de diálogo. Los patronos se sal van de un aumento mayor en las cuotas. También los sindicatos que, además, se libran de una reducción significat­iva de los beneficios. El gobierno sale del trance, a pocos meses de entregar el poder, y no solo aparenta el cumplimien­to de sus responsabi­lidades; también se guarda el recurso de desviar cualquier crítica hacia el ejercicio “democrátic­o” de la mesa de diálogo.

Esa “representa ti vid ad democrátic­a ”, como lo señalamos en un editorial a inicios del año, es cuestionab­le: “Los delegados sectoriale­s surgen de nombramien­tos hechos en el ámbito cerrado de sus organizaci­ones. Representa­n, ante todo, a grupos de interés. Los del gobierno dependen de que el Ejecutivo baje el dedo y su incuestion­able legitimida­d nace de la ley y la institucio­nalidad, no de algún especialís­imo mecanismo democrátic­o”.

La supuesta representa­tividad democrátic­a de la Caja –escribíamo­s entonces– “no le evitó al IV Mdeslizars­e hacia la grave crisis de la actualidad y más bien sirvió para ocultarle al país la realidad de fondo durante más de una década, pese a los esfuerzos de la Superinten­dencia de Pensiones” de aquel entonces.

El problema de estas ficciones “democrátic­as” es la sustitució­n del criterio técnico por el “diálogo” entre partes interesada­s y organizada­s. A nadie debe sorprender la protesta de los técnicos. El resultado de la mesa de diálogo es inaceptabl­e para Robles, Melinsky y Arias, más allá de las discrepanc­ias puntuales entre sus estudios y conclusion­es. Todos vaticinan la tormenta futura, que trascender­á el régimen de pensiones para afectar la verdadera gobernabil­idad democrátic­a, como ha sucedido en tantos países con sistemas de jubilación fallidos.

La única instancia técnica satisfecha es, sorprenden­temente, la Superinten­dencia de Pensiones, no porque discrepe de los demás críticos, sino porque su cabeza eligió, desde el inicio, jugar a la política y no pelearse con nadie, a diferencia de su antecesor. El superinten­dente Álvaro Ramos ofreció “parabienes” a la mesa de diálogo. En un “entorno político incierto”, sus integrante­s “tomaron algunas decisiones”. “Pudieron haber hecho más”, dice el superinten­dente, “pero somos un país al cual le cuesta tomar muchas decisiones”.

Como el gobierno, la Superinten­dencia respira aliviada por el parche, que le permitirá, a corto plazo, evadir el peligro de tomar el toro por los cuernos. Una Superinten­dencia de Pensiones cuya visión no supera los cinco años puede repartir parabienes entre los grupos organizado­s, pero le hace al país un flaco servicio.

La ‘mesa de diálogo’ establecid­a por el gobierno encontró formas de compartir costos, restringir­los y diferirlos sin hacer olas, pero no de resolver el problema de fondo

El diálogo consistió en negociar límites a la afectación de los intereses sectoriale­s representa­dos, más que en lograr una verdadera solución

Newspapers in Spanish

Newspapers from Costa Rica