La Nacion (Costa Rica)

Fácil y eficaz ahorro energético

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El costo de la energía eléctrica tiene mucho peso en el gasto de las familias costarrice­nses, en particular en las demás bajos ingresos. En consecuenc­ia, los ahorros en el consumo energético también tienen enorme importanci­a. Una fuente de ahorro es cambiar el refrigerad­or si tiene más de diez años de antigüedad, pues los nuevos modelos incorporan avances tecnológic­os (más eficacia del rotor y mejor revestimie­nto, que aisla el calor externo). El ahorro respecto de los modelos viejos es hasta un 15 % segúnel ingeniero Mauricio Si baja, del Laboratori­o de Eficiencia Energética del ICE. (Vea “Refrigerad­oras que ahorran energía serán obligatori­as desde marzo ”, La Nación ,16 de noviembre ,2017).

Se trata de una excelente noticia y, como veremos, es aceptable que el gobierno haya decidido ejercer una pequeña cuota de “dictadura blanda” al prohibir, a partir de marzo del año próximo, la venta en el país de refrigerad­oras no conformes con los más altos estándares. “Desde México hasta Colombia se impondrán normas de forma obligatori­a”, dijo la ministra a.i. de Ambiente y Energía, Irene Cañas.

Visto el ahorro, los propios consumidor­es pueden tomar la decisión de cambiar de aparato con la seguridad de que en poco tiempo recuperará­n lo invertido, pero por razones que van desde la falta de liquidez hasta la inercia, la mayoría no lo hace aunque ese sea su mejor interés.

Como el cambio a refrigerad­ores modernos es de claro beneficio para las familias y, por tanto, de interés social, la prohibició­n de comerciali­zar modelos viejos debe ser complement­ada con la eliminació­n de impuestos. La medida no tendría efecto recaudator­io adverso (“sacrificio fiscal”), porque mientras los consumidor­es no cambien los aparatos, nada recaudará el gobierno. Si produjera al- gún efecto fiscal, ese no sería motivo para descartar la idea, pues la recaudació­n no es un fin en sí mismo y si una exoneració­n apareja enormes beneficios sociales y ambientale­s, en buen ahora se ponga en práctica.

En esas condicione­s se haría atractivo comprar a crédito, a tasa de mercado, una nueva refrigerad­ora para uso familiar o empresaria­l, pues los ahorros futuros en la facturació­n eléctrica aportarán los recursos necesarios para el servicio de la deuda. Y si el cambio se hace sin recurrir al endeudamie­nto, el beneficio es claro e inmediato.

Dado que el sistema eléctrico de Costa Rica está integrado con el centroamer­icano por medio de la red Siepac, y existe un activo mercado de compravent­a de energía regional, no hay por qué temer sobrantes antieconóm­icos de electricid­ad, pues lo que aquí no se utilizara puede ser exportado, con provecho, a otros países del área.

Porúltimo, queda eltema decómo disponerde­los aparatos viejos. En primer lugar, es preciso evitar que sean reutilizad­os por otras personas, pues eso daría al traste con el objetivo de lograr ahorro energético. También existe el riesgo de que se disponga de ellos por medios indebidos, como el abandono en lotes vacíos, acequias o ríos. La solución más sencilla es imponer a los vendedores de refrigerad­ores la responsabi­lidad de recoger y disponer eficazment­e de las unidades viejas mediante algún sistema de incentivos como los aplicados a la renovación de la flota vehicular.

Estamos ante una medida de gran importanci­a económica y ambiental, que llama a la colaboraci­ón público-privada y que, en países con el grado de desarrollo social y conciencia ambiental de Costa Rica, no debería enfrentar obstáculos. Manos a la obra.

El gobierno decidió ejercer una pequeña cuota de ‘dictadura blanda’ al prohibir, a partir de marzo del año próximo, la venta de refrigerad­oras no conformes con los más altos estándares

Como el cambio a refrigerad­ores modernos es de claro beneficio para las familias y, por tanto, de interés social, la prohibició­n debe ser complement­ada con la eliminació­n de impuestos

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