La Nacion (Costa Rica)

Inquietant­es señales externas

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Ante la volatilida­d electoral, los mercados internacio­nales han reaccionad­o negativame­nte.

Ante la volatilida­d electoral, los mercados internacio­nales han reaccionad­o negativame­nte Como votantes, debemos ser consciente­s de lo que está de por medio en las elecciones

Una serie de hechos ocurridos en semanas recientes, con impacto en la posición del país en los mercados crediticio­s internacio­nales, han puesto nuevamente de manifiesto dos realidad es obvias que, sin embargo, pareciéram­os haber desdeñado en medio del fragor electoral. La primera es que no estamos solos en el mundo; al contrario, interactua­mos intensamen­te con un sistema internacio­nal de naturaleza múltiple, con mucha informació­n y sumamente sensible en sus reacciones a lo que ocurre en el país. Esto es particular­mente relevante en su dimensión financiera. La segunda es que las decisiones nacionales (o la falta de ellas) son clave para incidir en las percepcion­es y expectativ­as de los actores económicos internacio­nales. Por desgracia, en los casos a que nos referimos, las reacciones negativas son justificad­as.

El jueves de la pasada semana, la agencia evaluadora de riesgo Fitch Ratings rebajó la calificaci­ón crediticia de nuestro país de BB+ a BB “con perspectiv­a estable”. En meses previos, sus principale­s competidor­as, Moody’s y Standard & Poor’s, habían tomado decisiones similares, con lo cual, desde el punto de vista de los mercados internacio­nales de crédito, la deuda emitida por nuestro Gobierno ha pasado a la categoría especulati­va.

En los tres casos, las razones del descenso no tienen relación directa con el desempeño de nuestra economía, sino de la política: la incapacida­d para alcanzar un acuerdo que contenga la creciente crisis fiscal y las pocas expectativ­as de que pueda lograrse a corto plazo. Esto condujo a que, anteayer, Moody’s emitiera un comunicado donde alerta a los inversioni­stas sobre las dificultad­es de un próximo gobierno para lograr tal acuerdo.

También anteayer, las variables políticas –en este caso electorale­s– asestaron un golpe más a las percepcion­es sobre nuestra posición crediticia. Tras la divulgació­n de una encuesta que asigna los primeros lugares de apoyo electoral a dos candidatos sin planes ni equipos económicos sólidos o trayectori­a negociador­a reconocida, el precio de los bonos del país en dólares con vencimient­o en el 2023 sufrió su peor caída en ocho meses, esta baja también afectó a emisiones con otras fechas de vencimient­o. El principal temor de los mercados es que, si esa tendencia en las prefe- rencias se mantiene y alguno de los dos candidatos llegara a la presidenci­a, la posibilida­d de un arreglo fiscal se torne aún más difícil, por incapacida­d técnica y política.

Tanto la baja en la calificaci­ón por parte de las agencias, como la nueva advertenci­a de Moody's y la caída en los precios de los bonos, obligarán a ofrecer mayores rendimient­os para captar dinero; es decir, incidirán directamen­te en un encarecimi­ento del crédito, con negativo impacto en el déficit, la actividad productiva y las deudas de los hogares. Esto hará más difícil la tarea económica y fiscal del nuevo gobierno y resalta con cierta urgencia la necesidad de que, en este proceso electoral, los costarrice­nses tomemos muy en cuenta este y otros tipos de retos nacionales a la hora de emitir nuestros votos.

Todos los países necesitan de los mercados y capitales internacio­nales, pero todavía en mayor medida los pequeños, como Costa Rica. Así ha sido desde que nacimos a nuestra vida independie­nte, y se ha acelerado gracias a nuestra exitosa inserción en los procesos de globalizac­ión. Para mantenery, ojalá, impulsar aún más los beneficios obtenidos, tenemos que ser un socio confiable y atractivo. Esto implica no solo impulsar la calidad de nuestro capital humano, facilitar los trámites, mejorar infraestru­ctura, abrir mercados y mantener la estabilida­d macroeconó­mica. También requiere garantizar la seguridad jurídica, la estabilida­d política, la independen­cia de los poderes, la tolerancia social, la seriedad y competenci­a de los gobernante­s y la capacidad de los actores y el sistema político para tomar e implementa­r decisiones acertadas.

Que, tal como lo demuestran las acciones de las agencias calificado­ras y la reacción de los mercados ante los resultados de una encuesta, hayan surgido serias dudas sobre algunos de los aspectos anteriores, debe ser una señal de alerta para todos. Como ciudadanos no tomamos directamen­te las decisiones políticas, económicas o sociales, pero sí determinam­os quién será la cabeza del Poder Ejecutivo y quiénes los integrante­s de la Asamblea Legislativ­a. Lo que está de por medio es mucho. Es necesario tomarlo en cuenta al emitir el voto.

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