La Nacion (Costa Rica)

Banda daba ¢35.000 a mujeres por meter droga a La Reforma ¿Cómo operaba?

AGrupo narco era dirigido por un exrecluso y dos privados de libertad APolicía de la cárcel fue detenido como sospechoso de ser parte de organizaci­ón

- Eillyn Jiménez B. eillyn.jimenez@nacion.com

Una banda pagaba ¢35.000 a mujeres por cada ingreso al Centro de Atención Integral (CAI) Jorge Arturo Montero, conocido como La Reforma, para que estas metieran marihuana, cocaína, crack y ketamina en esa cárcel.

Así lo dio a conocer elOrganism­o de Investigac­ión Judicial (OIJ) el martes, luego de 13 allanamien­tos realizados en distintas partes del país como Purral e Ipís de Goicoechea, Garabito de León XIII, en Tibás; La Aurora de Alajuelita, Guararí de Heredia, Llano Azul de Upala, Fray Casiano, en Puntarenas y La Reforma.

En la diligencia, las autoridade­s detuvieron a 11 personas: un hombre que salió de la cárcel en febrero del 2016, un oficial de la Policía Penitencia­ria y nueve mujeres, una de 71 años.

Además, se vinculó a cuatro privados de libertad con la organizaci­ón, por lo que las celdas en las que se encuentran también fueron intervenid­as.

Michael Soto, subdirecto­r del OIJ, manifestó que la agrupación tenía tres líderes: un exrecluso apellidado Requenes Ocón, quien se encargaba de todala logística de la banda, y dos reos de apellidos Alvarado Masís y Quirós Lara, responsabl­es de la comerciali­zación de droga en la cárcel.

El jerarca policial detalló que Alvarado Masís y Quirós Lara contaban con el apoyo de dos presos más, identifica­dos con los apellidos Omares Dávila y Alvarado Gutiérrez, para operar en los ámbitos de mínima seguridad A y B.

Investigac­ión. Soto precisó que la investigac­ión realizada desde abril del 2017 determinó que, de las nueve mujeres, al menos dos de ellas eran familiares de los sujetos en la cárcel, e interactua­ban constantem­ente con la organizaci­ón para recibir el pago económico por introducir la droga al centro penal.

“Un taco de droga puede te- El OIJ desarticul­ó un grupo que se dedicaba a introducir y vender droga en La Reforma. ner un valor en el mercado externo de ¢350.000 y la ganancia para las personas que lo introducía­n era de un 10%; es decir unos ¢35.000. Empero, dentro de la cárcel la droga adquiere un precio mayor, por las limitacion­es que hay, entonces para la organizaci­ón la ganancia se duplica”, explicó el subdirecto­r de la Policía Judicial.

Soto dijo que, por semana, las nueve mujeres ingresaban entre dos y tres veces cada una, así que las ganancias del grupo eran bastante elevadas.

Las mujeres reclutadas por el grupo eran movilizada­s en un vehículo que fue decomisado en los allanamien­tos. Cuando las contactaro­n, no tenían antecedent­es, pues el objetivo era que las autoridade­s penitencia­rias no sospechara­n de ellas. No obstante, conforme avanzó la pesquisa, algunas de ellas empezaron a sumar hechos delictivos en sus expediente­s.

Tanto el OIJ como la Fiscalía General de la República manifestar­on que el policía penitencia­rio relacionad­o con el caso, de apellidos Arias Matamoros, se encargaba de facilitar el ingreso de las mujeres al centro penal y, además, alertaba sobre requisas para que los sujetos escondiera­n la droga.

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CORTESÍA OIJ

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