La Nacion (Costa Rica)

El miedo nos golea

- Amado Hidalgo PERIODISTA hidalgo.amado36@gmail.com

La superstici­ón va ligada al miedo de no poder controlars­e en situacione­s extremas. A la desconfian­za en las capacidade­s para superar retos. Y el deporte está lleno de tipos que confían su suerte a un ritual, una manía, un dios, un objeto.

Repetir la ropa interior, entrar con el pie derecho, besar los postes para evitar los goles, dedicar los festejos al cielo, poner medallas dentro del marco... Los episodioss­on muchos y en todas partes.

Ponen a Dios de compañero de equipo, con la 10 en la espalda, tratando de que haga el gol en la puerta contraria. Para hacer sufrir al rival y glorificar al conjunto que lo convocó como estrella de lujo. ¡Como si Dios estuviera para tomar partido con un soplo celestial!

Lo peor es esa mezcla entre lo divino y lo mágico, entre lo religioso y lo superstici­oso, que da campo a los mitos, a los muñecos enterrados, que les amarra a un destino inevitable. A la maldición por los siglos de los siglos por aquellos que irrumpiero­n al templo con sus caballos, en un festejo deportivo que nunca más puede repetirse.

Esas leyendas, cultivadas en el colectivo, que aparecen comofantas­mas cuando pare- cían derrotadas, tienen más peso que cuatro árbitros confabulad­os. Porque es difícil hacerle un gol a lo sobrenatur­al.

¿Cuál será el nivel de confianza del futbolista que, atrapado por las curvas de la porrista, olvidó su ritual de saltar a la cancha sobre el pie derecho?

El dios del fútbol, la mano de Dios, el mesías, el extraterre­stre, el ángel de la portería… El fútbol, y el deporte en sí, se va llenando de fichajes de lujo, invocados por los buenos y los malos, los perdedores y los ganadores, los que armantrifu­lca y los que no, los que juegan sucio y los que juegan rudo.

Muchos no fortalecen el templo del cuerpo y lo someten al maltrato de la mala noche, al exceso de la comida chatarra, a la bendición de las bebidas espirituos­as. ¡Y con toda la cáscara, al día siguiente, quieren que un amuleto, un crucifijo, o una oración los convierta en héroes!

Dios no mete goles, el diablo no los evita, el amuleto es “mantequill­a”, “la maldición” no vive, pues nuncanació y elmuñeco perdura solo en la imaginació­n de quienes le hicieron leyenda. La inteligenc­ia emocional, la buena toma de decisiones, el trabajo, el sacrificio, la disciplina y la seguridad en sí mismos, pueden más que cualquier conjuro.

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