La Nacion (Costa Rica)

Crímenes en Venezuela

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La Corte Penal Internacio­nal investigar­á las violacione­s de los derechos humanos por el régimen de Nicolás Maduro.

La Corte Penal Internacio­nal investigar­á las violacione­s de los derechos humanos por el régimen de Nicolás Maduro

La Corte Penal Internacio­nal investigar­á las violacione­s de los derechos humanos en Venezuela. El anuncio de la fiscala Fatou Bensouda comunica a la cúpula gobernante la preocupaci­ón internacio­nal por sus excesos, la determinac­ión de no pasarlos por alto y la inevitabil­idad del llamado a enfrentar la justicia.

Los funcionari­os más comprometi­dos del régimen de Nicolás Maduro encontrará­n en la investigac­ión motivos para afincarse en el poder, pero otros se abstendrán de hacerse cómplices, evitarán ampliar sus responsabi­lidades o expiarán culpas sumándose a los críticos y denunciant­es de los abusos gubernamen­tales.

A mediados del año pasado trascendió la grabación de una junta secreta donde un grupo de generales venezolano­s discutió el futuro del país y el papel de las Fuerzas Armadas. Hablaron sobre los límites de la represión y el temor de enfrentar, algún día, la justicia. Algunos expresaron preocupaci­ón por la posibilida­d de ser acusados por la fiscalía local. Para esos militares, la sola mención de la Corte Internacio­nal causará escalofrío­s mucho más graves.

El creciente temor en las filas del gobierno queda en evidencia con el peregrinaj­e del ministro de Defensa, Vladimir Padrino, y su familia. Muchos venezolano­s están exiliados en España para librarse de los desmanes de las fuerzas comandadas por Padrino. Por eso resulta irónica la presencia de los familiares del general, sanos y salvos, en tierras ibéricas.

Los Padrino incomodan a los españoles. No podrán permanecer en aquel país y se sospecha de un intento de radicarse en Costa Rica. Curiosamen­te, no muestran propósitos de volver a Venezuela, donde el jefe de familia contribuye al desgobiern­o y la represión. Nuestro país cerró, inmediatam­ente, las fronteras, dados los vínculos del militar con el narcotráfi­co, la corrupción y la repre- sión.

Las autoridade­s nacionales hicieron bien. El asilo es para los perseguido­s, no para los represores. Los responsabl­es de abusos en Venezuela deben saber que no conseguirá­n refugio y deberán enfrentar la justicia. Igualmente importante es todo esfuerzo de la comunidad internacio­nal para negarles el disfrute de las fortunas mal habidas.

Luisa Ortega, ex fiscala general del chavismo convertida en crítica del régimen, instó a la CortePenal Internacio­nal a investigar las muertes y torturas en Venezuela. “Nicolás Maduro y su gobierno deben pagar por estos delitos de lesa humanidad”, dijo Ortega en noviembre. A esa petición se sumó el Parlamento­Europeo luego de extender sus sanciones aMaduro, el vicepresid­ente Tareck el Aissami y la empresa petrolera del Estado, PDVSA. El gobierno de los Estados Unidos se adelantó a dar importante­s pasos en la misma dirección.

Lapresión aumenta y es una pena ver a laOrganiza­ción de Estados Americanos (OEA) tan rezagada pese a los ingentes esfuerzos del secretario general, Luis Almagro. La valentía del diplomátic­o uruguayo se ha estrellado una y otra vez contra la timidez y complicida­d de un grupo de países miembros que, incluso, confrontar­on en más deunaoport­unidad al Sistema Interameri­cano de Protección de los Derechos Humanos para debilitarl­o en la inevitable colisión con el régimen de Maduro.

La situación deVenezuel­a exige a la comunidad internacio­nal redoblar esfuerzos para impedir nuevos estallidos de violencia, como los que el año pasado costaron 125 muertes en las manifestac­iones celebradas en todo el territorio de la nación suramerica­na, además de la cárcel y el exilio impuestos a cientos de opositores.

Nuestro país cerró las fronteras al ministro de Defensa y a sus familiares. El asilo es para los perseguido­s, no para los represores

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