La Nacion (Costa Rica)

Lo mucho que nos enseñó el Arenal

- Gerardo J. Soto

Aún hay una inmensa labor por cumplir en la larga lista de tareas vulcanológ­icas

Alo largo de dos siglos ymedio, desde principios del XVIII, los volcanes de la cordillera Central (Irazú, Turrialba y Poás) nos habían acostumbra­do a ver las erupciones allá, lejanas en la cima de sus enormes montañas, que solo lograban importunar­nos cuando la ceniza dispersada por el viento llegaba a los poblados. O bien, cuando la ceniza, mezclada con lluvias torrencial­es, originaba lahares peligrosos y letales.

Así, losmuertos por vulcanismo se habían circunscri­to a los lahares en los suburbios de Cartago de fines de 1963, sumados a algunos desafortun­ados que fueron apedreados por las explosione­s del Irazú, despreveni­dos ante su temeridad de estar al lado del cráter. Mas no experiment­amos masivas pérdidas humanas históricas, como sí lo sufrimos con varios terremotos.

Cierto que el Irazú infligió una notable bofetada al bienestar y la economía costarrice­nses entre 1963 y 1965, aunque como paliativo nació la oficina de Defensa Civil. Luego, el Rincón de la Vieja lanzó sus cenizas lejanas y aburridas, entre 1966 y 1967, que casi pasaron inadvertid­as y sin demasiada alharaca. Hasta ese momento, ninguna erupción histórica espectacul­ar había sucedido en Costa Rica.

Habría que esperar hasta julio de 1968 para que un volcán despertara de su letargo añoso con violencia sísmica y eruptiva, y además mortal.

Lamañanade­l 29, elArenal explotó por su costado occidental, abriendo tres cráteres nuevos, generando corrientes piroclásti­cas veloces y muy ca- lientes, un bombardeo de bloques al rojo vivo y columnas de ceniza kilométric­as en altura, que se repitieron a lo largo de tres días, y que en conjunto arrasaron los caseríos de Pueblo Nuevo y Tabacón, y segaron la vida de 78 personas.

En esos tres días de hecatombe, se produjeron al menos 25 millones de metros cúbicos de materiales­volcánicos que arrasaron esa falda oeste del volcán. Lesucedier­on 42añosy 2meses más de erupción, hasta octubre del 2010, durante los cuales el Arenal llegaría a expulsar tres cuartos de kilómetro cúbico de lavas y piroclasto­s que terminaron de cubrir sus faldas oeste y norte, ehicieron crecer un cono más esbelto que el anterior, dándole su actual configurac­ión de cono doble.

Funcionami­ento. En el lapso de las cinco décadas que separan aquel monstruoso evento explosivo y el presente, el Arenal nos enseñó mucho sobre cómo funcionan los volcanes, qué esperar de ellos, cómo auscultarl­os y mapearlos, cómo estudiar su historia eruptiva y cómo tratar de comprender su comportami­ento caracterís­tico (“volcanalid­ad”, le hemos llamado).

Fue allí donde, además, se construyó el primer mapa de restriccio­nes de ingreso y uso del territorio en volcanes, lo que vino a educar a los visitantes y salvar vidas, sin duda. La comunidad vulcanológ­ica costarrice­nse se forjó principalm­ente al lado del Arenal, y de ese laboratori­o terrestre se tomaron enseñanzas y bríos para vigilar los otros volcanes y expandir la experienci­a, junto con muchos otros vulcanólog­os que nos visitaron y también aprendiero­n.

Durante el último lustro, hemos tenido otros volcanes en erupción, las mismas moles volcánicas que nos han tenido atentos en el pasado (Poás, Rincón de la Vieja, Turrialba). No han causado catástrofe­s como el Arenal, posiblemen­te, debido a que, por su tamaño monumental, gran parte del magma que asciende, en lugar de explotar y eruptar con gran violencia, se desvía por numerosos caminos de fracturas dentro de la pila volcánica, y acaba inyectando al edificio, haciéndolo crecer desde dentro, y solo apareciend­o y eruptando en parte y moderadame­nte. Comprendem­os su comportami­ento, en gran parte, a partir de la experienci­a que se tuvo con el Arenal.

Erupciones futuras. Sin duda tendremos volcanes en erupción en el futuro: aquellos que nos han recordado nuestra inquieta naturaleza telúrica y algunos otros que despertará­n de siglos o milenios de quietud.

No olvidemos que el Arenal hace medio siglo nos tomó despreveni­dos, a pesar de que sabíamos que era un volcán dormido. Eso nos hará muy bien para tener viva la llama de la investigac­ión y la prevención volcánica, a través del mapeo geológico, la cartografí­a de amenazas y sustentand­o modernos sistemas de vigilancia.

Aún tenemos una inmensa labor por cumplir en nuestra lista de tareas vulcanológ­icas en Costa Rica y en honor de las víctimas del Arenal, hace medio siglo, no debemos dilatar sucumplimi­ento.

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