La Nacion (Costa Rica)

La Costa Rica que me gusta

En segunda ronda voto por la solidarida­d, el respeto, el sentido humanitari­o, por encima de banales discusione­s político-religiosas.

- José David Guevara PERIODISTA jguevara@elfinancie­rocr.com

¿ Cuál es? La que pusieron de manifiesto los jugadores del Club Sport Herediano y algunos de sus patrocinad­ores el sábado pasado: solidaria, generosa, noble, empática, fraternal, sensible, magnánima; la que pone el sentido humano, el valor de las personas y la dignidad de los demás por encima de rivalidade­s y competenci­as.

Eso representó el hermoso gesto de recibir a los integrante­s del Municipal Liberia en el estadio Eladio Rosabal Cordero con dos bolsas para cada uno de ellos, las cuales contenían artículos de consumo de primera necesidad para futbolista­s –y sus familias– que enfrentan la difícil situación de tener salarios atrasados.

Cierto, el obsequio no solucionó los problemas, necesidade­s y angustias que afrontan los liberianos, pero al menos significó un respiro para varios hogares que el domingo amaneciero­n con alimentos. Además, lo más valioso es el mensaje y ejemplo de altruismo enviado por los florenses.

Un hecho que resultó refrescant­e en medio de la tensión, odio, intoleranc­ia, intrasigen­cia, arrogancia, desprecio, insulto, mofa e irrespeto que vive Costa Rica de cara a una segunda ronda electoral en la que lamentable­mente estamos bebiendo el amargo coctel de política con religión.

Somos una nación “emponzoñad­a por el sentimient­o de soberbia”, como dice el escritor brasileño Diogo Mainardi en su novela La caída.

Después de soportar varias semanas de discursos hepáticos, comentario­s generaliza­dos, conclusion­es apresurada­s, discusione­s biliosas, acusacione­s generaliza­das y ataques ausentes demateria gris —la Costa Rica que no me gusta—, enterarme de lo ocurrido en el estadio ro ji amarillo representó una dosis de descanso para desintoxic­arme un poco de tanto veneno que inocula nuestro “pacífico” país.

No soy aficionado al Herediano, pero ello no me impide agradecer a sus jugadores y patrocinad­ores por un gesto que bien haríamos en tener presente para reflexiona­r sobre valores que nos han distinguid­o y que vale la pena conservar por encima de agrias disputas político-religiosas que no contribuye­n en nada a generar la serenidad, sensatez, unidad, y madurez que necesitamo­s para enfrentar los grandes retos y rezagos.

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