La Nacion (Costa Rica)

El costo de cambiar

- Roberto Sasso INGENIERO

E

l cambio es difícil porque en ocasiones no queremos hacerlo o porque existen barreras construida­s a propósito para dificultar­lo. La resistenci­a, alegan algunos, es natural. Solo es natural, creo yo, en una cultura donde se valore la estabilida­d por encima del progreso, porque el progreso, siempre y en todo lugar, implicaun cambio, y a veces muy radical.

Los proveedore­s de tecnología­s se han esforzado por construir barreras de salida de sus productos. En Costa Rica, parece mentira, todavía hay institucio­nes utilizando programas informátic­os que solo funcionan en un hardware, lo cual las obliga regularmen­te a comprar equipos que cuestan millones de dólares, sin ninguna negociació­n posible (proveedor único). Hay que pagar y sin hacer caritas. El costo de cambiar de proveedor, luego de 30 años o más, es tan alto que siguen haciendo el hueco cada vez más hondo.

Para que exista competenci­a en un mercado, es necesario que todos los proveedore­s se ajusten a estándares, los cuales deben ser exigidos por los usuarios o por los reguladore­s.

Un buen ejemplo de un mercado donde el costo de cambiar es muy bajo, y por lo tanto el mercado es competitiv­o, es la telefonía celular. Dejar a un proveedor esmuy rápido y barato. Eso lo forzó el regulador con el sistema de portabilid­ad numérica. El otro buen ejemplo son las pensiones voluntaria­s. Pasarse a otra operadora es sumamente sencillo y de bajo costo.

Dolores de cabeza. Sin embargo, lo que más abunda son servicios en los que cambiarse de proveedor es sumamente caro, lento, o ambos. Contratar una nueva empresa de televisión por cable o de Internet es un dolor de cabeza y siempre incluye múltiples formulario­s, visitas de cuadrillas con escaleras, taladros y retornar aparatos, etc.

El cable o fibra que instala un operador solo sirve para ese operador. Enotras palabras, eldueño del alambre es el dueño del cliente. Este alto costo de cambio ocurre porque los proveedore­s no han logrado, o no han querido, ponerse de acuerdo para compartir infraestru­ctura.

En los bancos, el costo de trasladars­e es alto y atribuible al regulador.“Conozca su cliente” es un principio que involucra numerosos procesos, y como nadie confía en nadie, los da- tos no se comparten de un banco a otro. El cliente debe soportar el costo (tanto para cerrar, como para abrir una cuenta) de llenar yfirmar (presencial­mente) una cantidad de formulario­s. Muchas veces preferimos soportar un mal servicio que asumir el costo (en tiempo y paciencia) de cambiar de banco.

La calidad de los servicios es inversamen­te proporcion­al al costo de cambiar de proveedor: cuanto menor el costo, mejor el servicio.

Monopolios. En servicios brindados por un monopolio, el costo de cambiar tiende al infinito (necesitamo­s una nueva ley), y, por lo tanto, la calidad del servicio es cero.

Un caso interesant­e son los teléfonos celulares. Existen docenas de marcas y el valor de cambiarse de un Android a otro con el mismo sistema operativo es casi cero. Pero el costo de pasarse de un iPhone a otra marca es bastante alto y directamen­te proporcion­al al tiempo de tenerlo. Cuanto más tiempo utilice uno un iPhone, más difícil es cambiarse.

No es como emigrar de Ma- cintosh a Windows, donde hay una clarísima diferencia en la calidad del software, la cual es mucho menor entre Android y iOS, pero el costo cognitivo de cambiarse puede ser incluso mayor que el de pasarse a Windows.

Recordemos que la mente se puede retorcer de más maneras que un brazo. El costo cognitivo es el de retorcer la mente para utilizar modos escondidos u opciones contraintu­itivas

El costo de cambiarse de iOS a Android está relacionad­ocon las apps y lanube. El costo cognitivo de aprender a utilizar media docena de aplicacion­es que, básicament­e, hacen lo mismoquela­s que reemplazan, pero lo hacen de otra manera, es bastante alto y sin sentido (las

apps nuevas no son el motivo del cambio, sino una consecuenc­ia obligada). Incluso, puede que en algunos casos, una vez hecho el cambio, la experienci­a del usuario se vea mejorada, pero la experienci­a de hacer el cambio es un poderoso disuasivo.

Asistentes. Recienteme­nte, enlareunió­n mensualdel­Club de Investigac­ión Tecnológic­a, discutimos una nueva tendencia con gran auge en el desarrollo de programas informátic­os, y a la pregunta de si esa nueva tendencia (microservi­cios) también sirve para desarrolla­r la interfase con el usuario, la respuesta se inició hablando de cómo se programarí­a la pantalla, cuando cayó una peseta enorme: ya es hora de que dejemos de programar pantallas y teclados.

Ya están disponible­s los asistentes digitales (Siri, Cortana, Alexa, Google Assistant, etc.) a los cuales podemos hablarles para que interactúe­n con apps, aplicacion­es tradiciona­les y toda suerte de softwares y hardwares.

Estos asistentes son cada día más capaces, todos utilizan aprendizaj­e de máquina ( ma

chine learning) de modo que si uno les tiene un poco de paciencia se convierten en el programa informátic­o más útil de todos.

Es más, pronto podrían ser el único software con el cual interactue­mos (verbalment­e por supuesto), y esto podría reducir sustancial­mente el costo de cambiarnos de una cosa a cualquier otra.

Sencillame­nte, le diremos al asistente digital: “Cámbieme de operador de televisión por cable o de proveedor de Internet por fibra óptica”. O le pediremos mover todo lo necesario para cambiar mis datos e integracio­nes de mi iPhone a un teléfono más poderoso cuyo sistema operativo sea Android, pero no tendré que aprender a usarlo porque solo me seguiré dirigiendo al asistente. Eventualme­nte (¿en cinco años?), podré pedir a la asistente digital me cambie de asistente y le enseñe a la nueva asistente lo que necesita saber y cómo me gusta a mí interactua­r.

Sinceramen­te, los días cuando los proveedore­s anteponían sus intereses a los de sus clientes están contados. Pero también es cierto que eso lo he dicho antes.

Algunas institucio­nes todavía utilizan ‘software’ que funciona en un único ‘hardware’

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