La Nacion (Costa Rica)

Nadie conoce a los diputados pero eso puede cambiar

- Antonio Trejos Mazariegos ASESOR PARLAMENTA­RIO

El votante es reducido a un papel secundario, pues debe conformars­e con alguna de las listas

S egún una encuesta de Unimer del 2011, 7 de cada 10 costarrice­nses no pudieron decir el nombre de ninguno de los diputados. Resultados similares obtuvo CID-Gallup al efectuar el mismo estudio en los años 2012, 2014 y 2015. Estas investigac­iones coinciden en que a mayor escolarida­d, mayor el conocimien­to sobre los legislador­es, pero incluso en los grupos con mayor formación, el desconocim­iento sobre quiénes son los congresist­as es la regla desde hace años, y la razón, al menos en parte, se debe a nuestro sistema de elección parlamenta­rio.

El sistema electoral costarrice­nse es una variante del sistema proporcion­al en donde los candidatos a diputados son elegidos de listas cerradas. Para lo que interesa, cada agrupación política nomina listados de candidatur­as para las siete provincias, y el elector debe votar por una de las nóminas partidaria­s. Este modelo incide directamen­te en el desconocim­iento de los ciudadanos sobre quiénes son sus representa­ntes, pues las listas vienen predetermi­nadas.

En primer lugar, el votante es reducido a un papel secundario en la decisión sobre las personas que debe escoger, pues debe conformars­e con alguna de las listas propuestas. En segundo lugar, las listas cerradas desincenti­van la participac­ión de los candidatos ubicados en puestos más bajos de las nóminas porque solamente los de más arriba tienen posibilida­d real de ser elegidos, situación que, además, concentra las campañas electorale­s en menos figuras.

Los partidos, asimismo, reservan los primeros puestos para candidatos de localidade­s con altas concentrac­iones de votantes, lo cual tiene obvios efectos en la centraliza­ción de la representa­ción y en la dificultad para que líderes de comunidade­s más periférica­s lleguen a la Asamblea Legislativ­a.

Piden un cambio. Ante este panorama, algunas personas han pedido la adopción de listas abiertas, donde cada elector escoja los candidatos de su predilecci­ón en el orden que desee o introducie­ndo nuevos nombres.

Suena bien, pero esta práctica no solo vulneraría las oportunida­des de las mujeres de acceder al Congreso, según lo ha demostrado la experienci­a en países como Honduras y Brasil, sino que también atrasaría el resultado de los escrutinio­s, lo cual crea incertidum­bre, debilitarí­a el ya golpeado sistema de partidos políticos al fomentar una guerra intraparti­daria a mansalva y remitiría el debate de propuestas partidaria­s a un segundo plano.

Los problemas descritos podrían reducirse adoptando un modelo intermedio entre el sistema electoral vigente y las listas abiertas, conocido como lista localizada de representa­ción proporcion­al. Al igual que con las listas abiertas, las listas locales le permitiría­n al electorado votar por candidatos individual­es, pero esa preferenci­a se expresaría a través de procesos electorale­s locales, uno por cada curul, donde cada partido estaría representa­do por un solo candidato. Al ser proporcion­al, el sistema permitiría la representa­ción de las diversas fuerzas políticas, elemento que garantiza el sistema vigente.

Para adoptar las listas localizada­s, basta con dividir cada provincia en tantos distritos de igual cantidad de electores comodiputa­dos elija la provincia. Así, Guanacaste se dividiría en 4 distritos, cada uno con un 25 % del electorado provincial y San José en 19 del mismo modo, según señalen el padrón y el censo de población.

Lo anterior garantizar­ía ma- yor igualdad de condicione­s para todos los candidatos, incluso para los de un mismo partido y una relación más cercana del representa­nte con sus electores, lo que incidiría en unmayor conocimien­to de quiénes son los primeros.

Más equitativo. Este sistema es proporcion­al debido a que cada partido recibiría un número de escaños de acuerdo con su parte de la votación, como sucede actualment­e. En el conteo se sumarían los votos de cada agrupación a escala provincial y los resultados se usarían luego para dividir el número de curules proporcion­almente entre las distintas agrupacion­es.

Una vez que se conozca el número de escaños obtenidos por cada partido, los candidatos con los porcentaje­s más altos de votos en su distrito son los elegidos, hasta que se haya cubierto todos los escaños correspond­ientes a ese partido.

Este sistema ofrece a los votantes una forma de elegir candidatos individual­es, pero sin darles la espalda a los partidos, ni incurrir en los peligros descritos de las listas abiertas y los distritos uninominal­es, donde la voluntad de una minoría más votada se impone de forma desproporc­ional sobre el resto de electores.

Las listas localizada­s reducirían al mínimo la nefasta competenci­a interna, pues solo habría un candidato por partido en cada circunscri­pción y se facilitarí­a la introducci­ón de criterios de paridad y alternanci­a de género, dotando a la ciudadanía de un papel más protagónic­o en la conformaci­ón de la Asamblea Legislativ­a.

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