Marlon y Joel, una historia de éxito cargada de baile y tecnología
→Estar indocumentados no les ha impedido estudiar y soñar con ser ingenieros en sistemas →Su paso por el Liceo Rural de Cartagena fue ejemplar y ya se alistan para llegar a la universidad
CuandoJoel yMarlon Bermúdez Estrada lograron obtener una computadora para usarla durantesus años en el colegio, se toparon con la que, en adelante, sería su pasión número uno: la tecnología.
Fue así como estos hermanos nicaragüenses, quienes 16 años atrás cruzaron junto con su familia el río San Juan sin papeles que los identificaran, llegaron a descubrir un mundo de posibilidades.
Aquella computadora se las otorgó la Fundación Omar Dengo, como parte del Programa Nacional de Informática Educativa Pronie MEP-FOD.
Desde entonces, han buscado la forma de romper barreras y superarse. Mientras Marlon, hoy de 20 años, aprendió a reparar aparatos, Joel, de 18, adquirió habilidades en pintura y seguridad informática. Además, ambos aprovecharon YouTube para volverse unos expertos en break dance.
“Hay gente que tiene el acceso a las computadoras y no le da ganas de aprender. En mi caso, yo nunca he estado acostumbrado a depender de nadie y también que si se descompone algo en la casa no tengo la ayuda económica para arreglarlo”, relató Marlon.
Ambos ya se graduaron del colegio, pero su paso por el Liceo Rural de Cartagena, en Guácimo de Sarapiquí, fue inolvidable, tanto para ellos como para sus compañeros y profesores, pues dejaron una huella en el centro educativo y en los corazones de quienes los conocieron. Fueron estudiantes sobresalientes.
Larsen Campos, quien impartió a los hermanos Bermúdez las materias de Estudios Sociales y Cívica, confesó que eran de lo más destacados en el aula. “Recurríamos a ellos para todo (…) No sé si estamos felices o tristes de que hayanganado bachillerato porque los vamos a extrañar”, aseguró.
Sin papeles, pero decididos. El Pronie MEP-FOD (Ministerio de Educación Pública y Fundación Omar Dengo) permite que cada alumno pueda usar una computadora mientras cursa la secundaria.
“Cuando llegó la Fundación Omar Dengo al colegio, nosotros nos preocupamos porque no teníamos documentos, pero ellos nos dijeron que a todos les iban a dar computadora. Cuando me la dieron comencé a apasionarme, fui averiguando yno meperdí ninguno de los campamentos (que hacían en vacaciones de 15 días)”, mencionó Marlon.
El profesor Campos explicó que los docentes son quienes se encargan de motivar a los alumnos a que usen las máquinas, por medio de talleresdonde les enseñan contenidos tan variados, como el empleo de Word, edición de videos yhasta creación de podcast.
El objetivo de los talleres de medio año es compensar con tecnología la parte de las otras materias que no reciben (solo se imparten seis). “Por eso es que la tecnología impacta tanto a cada chico”, dijo el docente.
Sin duda, el contar con una portátil despertó en estos hermanos la sed de aprendizaje: “Nosotros adquirimos un plan de Internet y mirábamos a esos bailarines de break dance en YouTube, nos apasionamos y buscamos tutoriales para hacer lo que ellos hacían”, contó Joel.
Pero tal y como funciona en la red, donde el conocimiento se construye de forma colectiva, estos jóvenes incentivaron a otros compañeros a aprender este baile y a mantenerse motivados para terminar el colegio.
Con su grupo de quinto año grabaron una película para tener un recuerdo, usando programas como Adobe After Effects y Sony Vegas, cuyo uso aprendieron gracias a Internet.
No contentos con eso, lograron ir más allá: Joel observó paisajes de Estados Unidos en línea y plasmó algunos de ellos en las paredes del colegio, pues tiene talento para la pintura. Además, ganó una feria en la que demostró cómo extraer información de dispositivos de terceros con solo una memoria USB.
Además, Marlon dejó clarísimo en el colegio que sabe reparar de todo, “desde el microondas hasta la computadora”, recordó el profesor Campos.
En busca de una identidad. Los jóvenes, vecinos de Carambola de Guácimo, sueñan con convertirse en ingenieros en sistemas. Eso, hasta el pasado lunes, parecía una quimera lejana.
A pesar de que cursaron la secundaria gracias a que el MEP lo permitió, no contaban con ningún documento de identificación, lo cual representaba un obstáculo para continuar con sus estudios.
El año anterior intentaron ingresar a las universidades públicas, matriculándose en los exámenes de admisión, pero no pudieron hacer las pruebas por no contar con pasaporte o cédula de identidad.
Inclusive perdieron oportunidades de recibir becas en universidades privadas, debido a no tener ese requisito.
Ahora su situación es otra. Una organización de jesuitas los ayudó con un proceso para que a ellos se les reconozca como apátridas (persona que no es reconocida por ningún país como ciudadano) y se les entregó un carné donde tendrán un número de cédula.
Según explicó el profesor Campos, ahora solo queda esperar una respuesta de Nicaragua que confirme que ellos tampoco aparecen registrados allá para luego iniciar un proceso de nacionalización en Costa Rica.