Odebrecht terminó con el ‘gobierno de lujo’
LIMA. AFP. - Pedro Pablo Kuczynski, el “gringo” que llegó hace 20 meses a la Presidencia de Perú con el anuncio de que lideraría “un gobierno de lujo”, renunció ayer al poder, acosado por el escándalo de corrupción de la empresa constructora brasileña Odebrecht.
Hijo de un médico alemán que huyó del nazismo, Kuczynski, de 79 años, llegó al palacio gubernamental con dos lastres: escaso respaldo político en un Congreso que actúa como un contrapoder y su condición de empresario.
Sus opositores lo acusaban de mantener vínculos con grandes transnacionales y de actuar como cabildero.
Han sido precisamente los vínculos con la empresa brasileña, que ha repartido decenas de millones de dólares a políticos latinoamericanos a cambio de obras públicas, los que culminaron abruptamente con su presidencia, corolario de una exitosa carrera al servicio de su país desde 1968, cuando fue nombrado gerente del Banco Central de Reserva, antes de ser ministro en varias ocasiones y avezado inversor de Wall Street y economista del Banco Mundial.
Cuando asumió las riendas en julio del 2016, este hombre que pasó de vivir en la Amazonía en su infancia a estudiar en Oxford en su juventud, sorprendió a los peruanos dando pasos de baile y, durante la primera reunión del Consejo de Ministros, puso a todos a hacer gimnasia en el patio del Palacio de Gobierno.
Entre bromas decía que la presidencia sería su último trabajo, al alegar que por su edad estaba más cerca de una jubilación que de buscar perpetuarse en el poder.
Se jactaba de dirigir un gobierno de lujo, por su apabullante currículum y el de sus ministros. “Yo no soy político, soy un economista que quiere hacer algo por su país”.
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