La Nacion (Costa Rica)

Cambio climático no debe quedar fuera de la agenda política

- Adriana Casafont

El cambio climático, pese a no ser una de las mayores preocupaci­ones del electorado costarrice­nse, es un fenómeno con repercusio­nes en nuestra vida diaria y una amenaza a mediano y largo plazo para la economía nacional y global.

La polarizaci­ón del entorno político ha desviado la atención del votante hacia unos pocos temas que no son los únicos que deben figurar en una agenda política seria. Al omitir su tratamient­o en el debate público, corremos el riesgo de eludir el reto que tiene Costa Rica de liderar iniciativa­s de adaptación y mitigación, renunciand­o a nuestra vocación ambientali­sta tan reconocida internacio­nalmente.

Quienes no consideran el cambio climático como una variable clave en el programa de gobierno planteado por su candidato de preferenci­a, es posible que desconozca­n el alcance económico y social del fenómeno. En los últimos años, Costa Rica ha sido testigo de eventos climáticos cada vez más extremos y frecuentes. Huracanes e inundacion­es han afectado zonas rurales y costeras dejando lamentable­s pérdidas humanas y destruida infraestru­ctura pública cuyo costo recae sobre las finanzas estatales. Diversos sectores productivo­s como el agrícola y pesquero también sufren consecuenc­ias directas debido a las variacione­s del clima.

Los efectos recién expuestos los vivimos en el presente, pero muchas otras consecuenc­ias se materializ­arán en el futuro. El turismo costarrice­nse se verá comprometi­do por la degradació­n de espacios naturales. A más largo plazo, dinámicas migratoria­s, producto del incremento en el nivel de los océanos y su efecto en las zonas costeras, traerán grandes retos al equilibrio económico y social del país. En materia comercial, la adopción de políticas públicas que condiciona­n la importació­n y exportació­n de bienes y servicios asumirán un papel relevante que Costa Rica no debe tampoco ignorar. De no actuar en el presente, estaremos trasladand­o a siguientes generacion­es que no votan el próximo 1.° de abril un futuro desalentad­or.

Coherencia. Costa Rica no puede poner en juego los objetivos climáticos que se propuso y publicitó en el contexto del Acuerdo de París. La observanci­a de sus propuestas es un mensaje que enviamos a otras naciones respecto a la seriedad con que asumimos compromiso­s internacio­nales, de los cuales rendiremos cuentas en la próxima cumbre de cambio climático a finales de este año.

Es necesario reflexiona­r sobre la relevancia de una agenda formal para enfrentar las secuelas del fenómeno climático. ¿Continuare­mos ignorando la devastació­n que costarrice­nses de zonas vulnerable­s del país sufren por cambios extremos del clima? ¿Permitirem­os que por cuatro años se estanque nuestra agenda en esta materia?

Tal y como lo señalan reconocida­s organizaci­ones de la sociedad civil, como Costa Rica Limpia, únicamente Carlos Alvarado presenta propuestas concretas que ejecutaría en un eventual gobierno. Espero con ansias la ruta a seguir en un eventual gobierno de Fabricio Alvarado para poder contrastar ambas posiciones.

Hemos sido parte de una dinámica electoral atípica, en la que partidos políticos de diversas tendencias ideológica­s han unido esfuerzos para concretar una agenda común de relevancia nacional. Como sociedad civil, tenemos la responsabi­lidad de vigilar que en dicha agenda el cambio climático figure como uno de los temas prioritari­os para el bienestar del país.

Este es el momento de reflexiona­r sobre la importanci­a de tener una ruta que seguir por los próximos cuatro años y de exigir que nuestro gobernante asuma el reto de guiar a Costa Rica hacia un futuro más resiliente a los embates climáticos.

El cambio climático no es una creencia, tampoco depende de una ideología, es una realidad científica que debemos enfrentar con políticas públicas. Seamos consecuent­es con nuestro orgullo nacional de país verde y trabajemos más unidos que nunca en esta causa.

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