Besos, abrazos y caricias en pareja suscitan mayor bienestar
→Beneficios se ven por igual en hombres y mujeres, sin importar cuánto lleven juntos →Estado de ánimo no solo mejora al recibir muestras de afecto, sino también al ofrecerlas
Un abrazo, un beso tierno en la mejilla o la frente, caminar tomados de la mano, una suave caricia en el rostro, un masaje al final del día...
Estas manifestaciones de afecto entre las parejas, que muchas veces no van acompañadas de palabras ni tienen como propósito el coito, pueden marcar una gran diferencia para alcanzar el bienestar de quienes tienen una relación.
La científica de padre suizo y madre tica Anik Debrot investiga este contacto físico entre las parejas desde hace ya varios años. Sus pesquisas denotan que estas muestras de cariño mejoran la salud mental y emocional.
Los resultados, además, se ven por igual en hombres y mujeres, sin importar cuánto tiempo lleven juntos.
“Las personas se sienten más entendidas, con más seguridad, sus sentimientos positivos son mayores y los negativos, menores”, explicó la científica.
Debrot estuvo en Costa Rica para participar del TEDx Pura Vida 2018, que se llevó a cabo el 15 de marzo en el Teatro Nacional. La Nación conversó con ella después de su participación y analizó algunas de sus publicaciones científicas en las que se aborda este tema.
“La tecnología acorta distancias con nuestros seres queridos, pero no podemos consolar por teléfono a un bebé que llora, no podemos hacer una propuesta matrimonial por mensaje de voz al teléfono, ni asistir al funeral del abuelo a través de videoconferencia. No es lo mismo”, enfatizó durante su ponencia la especialista en Psicología de la Universidad de Lausana, Suiza.
“Hay algo llamado teoría de base social, que establece que el ser humano evoluciona para tener gente cerca. El cerebro funciona mejor cuando tenemos a otras personas cerca, y usualmente a la persona que más tenemos cerca y a quien más tocamos es a nuestra pareja”, detalló Debrot a La Nación.
Cuando la experta comenzó a estudiar todo esto, le llamó la atención ver que algunas líneas de investigación exploraban cómo el contacto físico ayudaba a mitigar el dolor en el organismo, pero no analizaban cómo influían las caricias en la salud mental o en las emociones de quienes conforman una pareja.
Debrot publicó por primera vez sobre el tema en el 2013 y desde entonces se mantiene buscando ángulos diferentes de cómo el contacto piel a piel, cariñoso y de mutuo acuerdo, genera beneficios.
‘Magia instantánea’. Una de sus primeras investigaciones pretendió medir los efectos del contacto físico no sexual en la vida cotidiana de las parejas durante el periodo del estudio y, luego, seis meses después.
Su hipótesis de trabajo era que la experiencia de ser tocado por la pareja se asociaría con estados de ánimo más positivos y generaría más compenetración psicológica con él o ella.
También tenía la premisa de que al tocar a la pareja, cada miembro se sentiría con mayor intimidad y esto los haría sentirse mejor.
En total, participaron 102 parejas heterosexuales, en Suiza, quienes llevaban entre cuatro meses y 15 años de relación, pero no se habían casado.
A cada uno de los integrantes se le facilitó una agenda electrónica en la que recibían una serie de preguntas cuatro veces por día durante una semana.
Además de interrogantes sobre su estado emocional en cada momento, se les preguntó si su pareja estaba cerca; si era así, la agenda desplegaba una serie de 16 afirmaciones sobre diferentes aspectos, por ejemplo: “Desde el momento del último cuestionario, he abrazado, acariciado o me he acercado físicamente a mi pareja”.
Se les pidió a los participantes responder estos cuestionarios en privado y no comentar con su pareja las respuestas dadas. Tras analizar los resultados, los investigadores vieron que, estadísticamente, no había diferencias entre las respuestas de hombres y de mujeres, y que ambos miembros tuvieron respuestas muy similares entre sí.
Así, Debrot y su equipo comprobaron que el contacto físico diario estaba relacionado con el estado de bienestar y con la intimidad que sentían con su com- pañero de vida.
“La asociación entre el contacto y la intimidad fue bidireccional y se sintió de inmediato”, cita el documento.
“Cuando somos tocados por nuestra pareja, experimentamos cercanía y eso nos hace sentirnos más íntimos hacia él o ella, y esto, a su vez, mejora nuestro estado de ánimo”, agrega la publicación.
“Me parece interesante saber que no es únicamente recibir (pasivamente) caricias lo que le mejora el bienestar; también darlas nos hace sentirnos mejor (...). Hacer bien (a otros) hace bien (a sí mismo); o sea, ser buenos, generosos, cariñosos, nos hace sentir bien”, comentó Debrot a La Nación.
Efectos en el mediano plazo. Seis meses después, a las parejas se les envió otro cuestionario por correo electrónico. Se observó que los individuos que reportaron ser tocados más frecuentemente por sus parejas en el primer ejercicio realizado con la agenda electrónica, seguían experimentando mayores niveles de bienestar durante ese periodo de tiempo.
“Fue algo que quisimos explorar desde el inicio del estudio. Fue muy interesante comprobar nuestra hipótesis de que estos gestitos cotidianos tuvieran beneficios seis meses después”, manifestó la psicóloga.
“HAY ALGUNOS ESTUDIOS QUE INDICAN QUE CUANDO NOS TOCAMOS, BAJAN LA FRECUENCIA CARDÍACA Y LA PRESIÓN ARTERIAL, HAY UNA SINCRONIZACIÓN FISIOLÓGICA ENTRE LAS PERSONAS. TAMBIÉN BAJA EL CORTISOL (HORMONA DEL ESTRÉS) Y SUBE LA OXITOCINA (HORMONA DEL AMOR), PERO NO SE HABÍA EXPLORADO CÓMO LAS CARIC IAS INFLUÍAN EN LAS EMOCIONES.
Anik Debrot
Psicóloga