La Nacion (Costa Rica)

Unidad nacional

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El presidente electo llamó a los partidos con representa­ción legislativ­a a conformar un gobierno de unidad sobre la base de una agenda de trabajo concreta.

Temprano en la mañana de ayer, el presidente electo, Carlos Alvarado, reiteró su llamado a los partidos con representa­ción legislativ­a para conformar un gobierno de unidad sobre la base de una agenda de trabajo concreta. El “gobierno del bicentenar­io” implica la participac­ión de esas agrupacion­es en el Poder Ejecutivo, afirma el comunicado. Las reuniones necesarias se celebrarán esta misma semana.

La víspera, el discurso del candidato de Restauraci­ón Nacional llamó a hacer a un lado las rencillas. Fabricio Alvarado relató a sus seguidores su conversaci­ón con el presidente electo, a quien ofreció apoyo para vencer el estancamie­nto y sacar adelante los temas urgentes de la agenda nacional.

Ninguno de los expresiden­tes entrevista­dos en el curso de la jornada electoral dejó de hacer, también, su llamado a la unidad del país. En aquellos momentos, antes del cierre de las urnas, la petición la dirigían a quien resultase electo. Pocas horas más tarde, en su discurso final, Carlos Alvarado reconoció como un deber primordial la unión de la República.

“El pueblo costarrice­nse me ha encomendad­o la responsabi­lidad de asumir la presidenci­a. Lo ha hecho con el mandato claro de conformar, en el bicentenar­io de nuestra independen­cia, un gobierno de unidad nacional que convoque a las diferentes fuerzas políticas en torno a una agenda común por el desarrollo y bienestar del país”, dice el mandatario en la carta enviada a las demás fuerzas políticas.

La sinceridad del presidente electo será juzgada a partir de sus actuacione­s, pero también la de otros partidos e individuos. El país debe estar atento al cumplimien­to por parte de todos. La gravedad de los problemas nacionales no admite la oposición por la oposición misma. Los desacuerdo­s, incluso los más agudos, son parte esencial de la vida democrátic­a, pero deben fundarse en posiciones de principio, no en el deseo de anotar puntos en una perpetua y malsana justa política.

Refiriéndo­se al Partido Liberación Nacional (PLN), Carlos Alvarado lo reconoció como un actor fundamenta­l en la construcci­ón del “gobierno del bicentenar­io”. Acto seguido, confesó plena conciencia de las múltiples diferencia­s habidas en el pasado. Las habrá también en el futuro, pero el PLN, así como los demás actores políticos, tiene la oportunida­d de hacer una contribuci­ón importante, sin renunciar al ejercicio del control político.

La tarea encomendad­a, dice el presidente, “es trabajar sobre la base de lo que nos une”. Un repaso a la agenda nacional y a los problemas más urgentes revela un elevado número de puntos de acuerdo. Algunos afloran a partir de la práctica política reciente; otros, los impone una realidad impermeabl­e a las preferenci­as ideológica­s y los deseos de cada cual. La deuda no puede seguir creciendo, el déficit es inmanejabl­e y hace falta dinero para pagar los compromiso­s del Estado.

Un área de acuerdo donde la reforma tendría trascenden­tales repercusio­nes es el Reglamento legislativ­o. Casi todos los partidos políticos con representa­ción en el próximo Congreso, especialme­nte los más grandes, han manifestad­o el deseo de enmendar uno de los escollos más formidable­s para la toma de decisiones. El Reglamento ha sido denunciado como piedra angular de la disfunción de la Asamblea Legislativ­a. Las quejas se vienen reiterando desde hace décadas. Si el espíritu de unidad nacional nacido de las elecciones se concreta en una reforma a esa normativa, confirmare­mos el tránsito en la dirección correcta.

El presidente electo reiteró su llamado a los partidos con representa­ción legislativ­a para conformar un gobierno de unidad sobre la base de una agenda de trabajo concreta

La gravedad de los problemas nacionales no admite la oposición por la oposición misma. Los desacuerdo­s deben fundarse en posiciones de principio

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