Animales amenazados por superstición y charlatanería
MEDELLÍN, COLOMBIA. AFP.- Una pizca de polvo de hueso de chimpancé, saliva de geco, una gota de cerebro de buitre...
No son los ingredientes de la pócima de una bruja de cuento, sino algunas de las preciadas sustancias que impulsan el multimillonario tráfico ilegal de partes de animales, pregonadas como remedios milagrosos para muchos padecimientos, desde el asma hasta el cáncer o el sida.
Junto a productos más conocidos, como el cuerno de rinoceronte, las escamas de pangolines o los huesos de tigre, el tráfico de otras sustancias –a menudo de especies en peligro o amenazadas– es más secreto, aunque no menos rentable: caballitos de mar disecados, garras de perezosos, branquias de mantarrayas o embriones de macacos.
Sin evidencia científica. Los productos “milagrosos” que se ofrecen, incluyen los cuernos de rinoceronte para curar el cáncer, una afirmación no demostrada que contribuye a diezmar las poblaciones de esas majestuosas bestias.
En 1960, unos 100.000 rinocerontes negros vivían en África. En el 2016 había menos de 28.000 rinocerontes de todas las especies en África y Asia, según un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“La crisis actual de la caza ilegal de rinocerontes, que comenzó alrededor del 2007 (...), tiene sus orígenes en un uso medicinal falso”, subraya Richard Thomas, de la organización Traffic. La demanda se alimenta simplemente de supersticiones, consideran los expertos.
Las escamas de pangolines –pequeños hormigueros de cola larga– son vendidos en Asia a $500 el kilo para tratar el asma o las migrañas, o estimular la producción de leche en una madre lactante.
“No hay ninguna evidencia científica para suponer que las escamas de pangolín poseen alguna propiedad”, así como tampoco las hay sobre las propiedades contra el sida de los geco tokay, o la inyección de virilidad que dan los huesos de tigre.
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