Hospital Psiquiátrico pone candado a su asilo
→Pacientes están siendo preparados para ir a albergues o con sus familias →De casi 1.000 enfermos que ‘vivían’ allí; ahora solo falta trasladar a 35
Algunos llevaban allí más de 20 años
De casi 1.000 personas que ‘vivían’ recluidas en ese centenario hospital, ahora solo falta reubicar a 35
Van a albergues o con familias
Pacientes son preparados para efectuar tareas básicas como bañarse, vestirse o tomar medicinas
Nuevo uso para instalaciones
Salones ahora servirán para realizar talleres con jóvenes adictos, niños autistas y adultos mayores
“Desde chiquitico estoy en este hospital. Pero no me acuerdo cuántos años llevo aquí. Solo el doctor sabe.
“Mi papá trabajaba como chequeador de los buses de Escazú. Se ahorcó. Tomaba guaro, fumaba y andaba robando en las calles. Nosotros sufrimos mucho porque nos dejaba sin comer (…) vivíamos debajo del puente Los Anonos”.
Alexánder Vega Hidalgo, de 49 años, no guarda en su memoria el año exacto cuando llegó al Hospital Nacional Psiquiátrico, en Pavas, San José.
Solo recuerda que su familia lo dejó ahí desde que era un niño porque sufría convulsiones. Allí, en los salones de ese centenario hospital, creció hasta que se convirtió en adulto. Es uno de los cientos de hombres y mujeres que, con el paso del tiempo, hicieron de ese lugar su hogar permanente.
Sin embargo, Vega dejó el Psiquiátrico para irse a vivir con una de sus dos hermanas a San Josecito de Alajuelita.
Regresa al hospital todos los días para asistir al taller donde teje los tapetes y bufandas que luego vende. Pero ya no se queda a dormir en el legendario pabellón uno de hombres.
Tampoco viste las pijamas celestes de hospital ni se queda detrás del portón y de las rejas que, hasta hace poco, eran la frontera entre “los de afuera y los de adentro”.
Candado al “asilo”.
El próximo 23 de abril, el Psiquiátrico pondrá candado para siempre al legendario “asilo” donde alguna vez llegaron a vivir casi 1.000 enfermos mentales.
Similar proceso vive el otro centro psiquiátrico de la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), el Hospital Roberto Chacón Paut, en La Unión.
Será el final de una época caracterizada por imágenes de enfermos descalzos, deambulando por pasillos cercados por mallas y portones, y condenados a una “cadena perpetua” por padecer una enfermedad mental.
Casi desde los inicios del Hospital Psiquiátrico, a finales del siglo XIX, los salones de lo que alguna vez fue conocido como “Hospital de Dementes” y “Hospital Nacional de Locos”, albergaron pacientes permanentes.
Eran personas a quienes sus familiares abandonaron por creencias y concepciones que, a la luz del conocimiento actual y de la evolución de la Psiquiatría, se consideran erróneas.
Su situación dio un giro radical hace dos décadas, cuando el país firma la Declaración de Caracas y se compromete, junto al resto de los países de América, a cerrar estos asilos y promover la inserción familiar y comunitaria de estos pacientes.
“Es el primer paso que da el hospital para sacar a estos usuarios. Se empieza a trabajar en un nuevo modelo de atención que le permita a las personas salir y se empieza a trabajar con las familias", explicó Carolina Montoya Brenes, jefa de Rehabilitación del Hospital.
Aunque se comenzó a trabajar desde entonces, no fue sino hasta el 2016 cuando se aceleran los traslados hacia albergues, familias y residencias de larga estancia para adultos mayores, luego de que este gobierno promulgara la Política de Atención Integral de Personas en Situación de Abandono y Calle.
De los casi 1.000 pacientes que alguna vez llegó a asilar el Nacional Psiquiátrico, hoy solo faltan por ubicar 35.
Romper esquemas.
El enfoque para tratar enfermedades mentales se aleja cada vez más de los tratamientos institucionalizados. Estos se quedan para los casos agudos, que requieren alguna compensación inmediata.
Los salones que alguna vez albergaron a estos “residentes permanentes” ahora serán ocupados por pacientes jóvenes que, cada vez con más frecuencia, desarrollan enfermedades mentales tempranamente debido al consumo de drogas.
Los recursos también serán redirigidos a otros programas ambulatorios (no requieren internamiento) que este hospital está desarrollando.
Uno de ellos es un programa para niños con autismo, condición neurológica que comienza en la niñez y dura toda la vida.
Afecta el comportamiento de la persona, cómo interactúa con otros, se comunica y aprende.
También se están abriendo espacios para que las familias con adultos mayores con algún tipo de demencia (por ejemplo, alzhéimer o vascular), desarrollen capacidad para cuidarlos y para que estos pacientes conserven el mayor tiempo posible sus habilidades para funcionar (comer, vestirse, caminar, etc).
Duro camino.
Integrar a estos pacientes a la comunidad ha representado todo un trabajo para diferentes instituciones.
Como afirma la directora ejecutiva del Conejo Nacional de Personas con Discapacidad (Conapdis), Lizbeth Barrantes Arroyo, “una sola institución no hubiera podido con todo”.
“Ha sido un proceso de muchos años. Para el Conapdis, son casi 20 años bajo el Programa de Servicios de Convivencia Familiar, donde se atiende a mayores de 18 años en situación de abandono”, aseveró Barrantes.
Según dijo, desde setiembre anterior al día de hoy, han logrado que egresen 107 personas. Dicho grupo representa para el Conapdis un costo mensual de ¢50 millones por concepto de pago de albergues.
Los fondos para financiar estos albergues provienen del Fondo de Desarrollo Social y Asignaciones Familiares (Fodesaf), y de la ley general de control del tabaco.
El Consejo de la Persona Adulta Mayor (Conapam) también tiene proyectado invertir ¢5.000 millones anuales en este proceso. “Ya hemos trasladado a 250 adultos mayores. Tenemos 11 pendientes que tienen que estar reubicados antes del 23 de abril", comentó Zulema Villalta, presidenta de la entidad.
“ES EL PRIMER PASO QUE DA EL HOSPITAL PARA SACAR A ESTOS USUARIOS. SE EMPIEZA A TRABAJAR EN UN NUEVO MODELO DE ATENCIÓN QUE LE PERMITA A LAS PERSONAS SALIR Y SE EMPIEZA A TRABAJAR CON LAS FAMILIAS. Carolina Montoya Rehabilitación del Psiquiátrico
“ME SIENTO MIL VECES MEJOR. YO NUNCA TUVE MAL COMPORTAMIENTO; NO ERA MALCRIADA CON NADIE. CREO QUE ESO ME AYUDÓ. ESTOY FELIZ PORQUE AQUÍ LOGRÉ PENSIONARME DEL MAGISTERIO (NACIO NAL ). Catalina, 47 años Paciente del Psiquiátrico