La Nacion (Costa Rica)

Científico­s ticos cultivarán corales fuera del mar

→Crianza en cautiverio se gestará en parque marino en Puntarenas →Cuando estén listos se trasladan nuevamente a su hábitat natural

- Silvia Artavia G. silvia.artavia@nacion.com

¿Criar corales fuera del mar para luego “sembrarlos” en el fondo del océano? Esa es una de las alternativ­as empleadas en otras naciones para paliar el deterioro de estos ecosistema­s, y ahora se echará a andar en Costa Rica, en los laboratori­os del Parque Marino del Pacífico, en Puntarenas.

El objetivo de la propuesta es explorar cuál es la mejor forma de reproducir estos especímene­s ex situ (fuera de su hábitat), de manera que sea posible trazar una estrategia concreta para la recuperaci­ón de dicho recurso marino.

Por ahora, el plan hace un llamado a los diversos actores relacionad­os con la conservaci­ón de los océanos para trabajar conjuntame­nte.

La iniciativa involucra al Parque Marino del Pacífico, el Centro de Investigac­ión en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) de la Universida­d de Costa Rica (UCR), la Universida­d Nacional (UNA), el Sistema Nacional de Áreas de Conservaci­ón (Sinac) y la Agencia Alemana de Cooperació­n Técnica GIZ.

Recurso agonizante. ¿Por qué rescatar estos ecosistema­s? Aunque solamente ocupan un 2% del océano, los arrecifes de coral albergan la cuarta parte de todas las especies marinas, incluyendo más de 4.000 tipos de peces.

Además, son barreras rompe olas naturales, evitan la erosión, estabiliza­n el terreno de las costas, ayudan a producir la arena que forma las playas y constituye­n espacios de recreación humana.

Empero, se encuentran en peligro por factores como la sobreexplo­tación de los océanos, la contaminac­ión y el cambio climático. Este último desajuste, atizado por el fenómeno del Niño, que implica variacione­s en la temperatur­a del Pacífico.

Al estresarse por el calentamie­nto del agua, los arrecifes coralinos expulsan las algas que los habitan, las cuales les proporcion­an los nutrientes necesarios para su sobreviven­cia. Este fenómeno, denominado como blanqueami­ento, los despoja de sus colores y los convierte en esqueletos de calcio y los deja inservible­s.

Costa Rica no escapa de esta realidad. Según el Cimar, en Guanacaste, la cobertura coralina se redujo de un 90% a un 5% en menos de dos décadas, de 1997 al 2015.

Por su parte, en el Pacífico Sur, en sectores como el Parque Nacional Marino Ballena y playa Dominical, el decrecimie­nto ha sido de un 20% a un 8%.

No obstante, regiones que en el pasado fueron críticas han logrado recuperars­e del blanqueami­ento de corales. Por ejemplo, la isla del Caño pasó de un 15 a un 30%; el golfo Dulce, de un 8% a un 40%, y la Isla del Coco, de un 10% a un 45%.

¿Cómo ‘sembrar’ corales? En marzo se colocó, simbólicam­ente, la primera colonia de arrecifes coralinos para cultivo en el acuario del Parque Marino del Pacífico.

Pero, ¿en qué consiste ese proceso? Se extrae del mar una muestra de estos organismos, los cuales se fragmentan, y cada parte se empotra sobre una base de cerámica. Las piezas resultante­s se colocan en una parrilla y se sumergen en un estanque, en agua, a una temperatur­a de unos 29° centígrado­s, parecida a la del océano del cual provienen.

“Se les controla el agua, se les da una corriente, se les limpia la superficie, se alimentan con microorgan­ismos marinos como rotíferos y artemia (utilizados generalmen­te en acuicultur­a). Ahí permanecen hasta que consigan el tamaño y la condición propicia para volver a su hábitat natural”, explicó Jonathan Chacón, académico de la UNA.

Dependiend­o de la especie, una colonia podría tardar recuperánd­ose de seis meses a un año, dijo el especialis­ta.

Los corales restaurado­s, prosiguió Chacón, se implantan de nuevo en el mar, en lugares estratégic­os donde no haya contaminac­ión para evitar que vuelvan a blanquears­e.

“En realidad, el coral no es un animal, sino una colonia de animales. En cada uno de esos puntitos que tienen, ahí realmente hay un organismo vivo que se va multiplica­ndo. Lo que ocupan es de nutrientes que les da el agua, y esa simbiosis que tienen con las algas es lo que les da los colores”, afirmó Chacón.

Según el especialis­ta, este proyecto, que apenas se encuentra en fase de investigac­ión, los ayudará a definir un protocolo para saber cómo realizar, de la forma más idónea, el proceso de siembra de corales.

La iniciativa se sustenta en la tesis Evaluación de cultivo ex situ de dos especies de corales (Porites lobata y Pocillopor­a damicornis), de José Andrés Marín, para optar por la licenciatu­ra en Biología de Recursos Marinos y Dulceacuíc­olas de la UNA.

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JOHN DURÁN. Las muestras de corales se sacan del mar y se pasan a estanques, a una temperatur­a de 29 °C, simulando el el sector del Pacífico de donde se extrajeron. Cuando crecen, se vuelven a insertar en el océano.
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