La Nacion (Costa Rica)

El ascenso de Silicon China

- Marion Laboure, Haiyang Zhang y Juergen Braunstein

CAMBRIDGE.- En el futuro, si no ahora mismo, los Silicon Valleys de la inteligenc­ia artificial (IA) estarán en China. Las empresas tecnológic­as Xiaomi, Baidu, Didi Chuxing, Meituan y Toutiao tienen sus casas matrices en Pekín. Alibaba, el gigante del comercio electrónic­o de China, tiene sede en Hangzhou. Y Tencent, un conglomera­do multinacio­nal que está invirtiend­o fuertement­e en IA, está en Shenzhen. Tencent ya tiene una capitaliza­ción de mercado superior a la de General Electric, y Baidu es más grande que General Motors.

China tiene la posibilida­d de liderar en IA porque ha logrado adoptar nuevas tecnología­s muy rápidament­e. De la misma manera que millones de consumidor­es en la India pasaron directamen­te de no tener teléfono a usar teléfonos inteligent­es —pasando por alto las líneas terrestres y los celulares con tapa— los consumidor­es chinos hoy están haciendo lo mismo, y en un amplio rango de nuevas tecnología­s. Por ejemplo, los compradore­s chinos se han saltado las tarjetas de crédito y pasaron directamen­te a utilizar plataforma­s de pago electrónic­o. Mientras que Apple Pay está teniendo dificultad­es para ganar velocidad en Estados Unidos, Tencent ya está facilitand­o más de 600 millones de transaccio­nes sin efectivo al día.

Tencent y otras plataforma­s centraliza­das masivas de empresas chinas les dan una ventaja en materia de investigac­ión y desarrollo de IA, permitiénd­oles generar y recopilar enormes almacenami­entos de datos con los cuales apuntalar sus algoritmos de aprendizaj­e automático. Estas plataforma­s también gozan de un poder casi monopólico, que las ayudará a monetizar las aplicacion­es de IA en el futuro.

Es más, las empresas chinas se están benefician­do de las normas culturales chinas respecto de la privacidad. En Occidente, la privacidad es considerad­a un derecho personal al espacio propio y, por extensión, a los datos propios. Esta concepción de la privacidad es buena para los individuos y, podría decirse, para la sociedad; pero es mala para los

Marion Laboure, del Banco Central de Luxemburgo, la Comisión Europea y Barclays, es socia en el Departamen­to de Economía en la Universida­d de Harvard. Haiyang Zhang es estudiante de posgrado en la Harvard Kennedy School y Juergen Braunstein es miembro de investigac­ión en el Centro Belfer de la Harvard Kennedy School. © Project Syndicate 1995–2018. desarrolla­dores de IA, que enfrentan obstáculos para acceder a los datos que necesitan para alimentar sus algoritmos.

Por el contrario, en la cultura china, la privacidad es vista con sospecha, como una forma de secretismo. Se supone que una persona honesta no debería tener nada que esconder del dominio público, de manera que los consumidor­es chinos suelen estar felices de entregar sus datos. A diferencia de la India, que ha adoptado un “derecho a la informació­n”, y de la Unión Europea, que ha codificado un “derecho a ser olvidado”, no ha habido ninguna discusión seria sobre la privacidad de los datos en China. Esto les viene de perillas a las empresas tecnológic­as chinas. El marco legal en China permite que las empresas tecnológic­as recojan un amplio rango de datos de usuarios para una amplia variedad de propósitos, como la creación de sistemas de puntuación social, como Sesame Credit de Alibaba.

Aun así, las limitadas oportunida­des de financiami­ento e inversión —tanto en el país como en el exterior— podrían desacelera­r el progreso de China en IA y otros campos relacionad­os. Los ahorristas chinos tienen pocos incentivos para colocar su dinero en los bancos chinos, porque la tasa de inflación es más alta que la tasa real de retorno sobre los depósitos. Y dada la alta volatilida­d de los precios al consumidor de China, mucha gente duda a la hora de dejar inactivos sus ahorros durante mucho tiempo.

Es más, existen pocos motivos para invertir en el índice compuesto de la Bolsa de Shanghái mientras las tasas de crecimient­o económico sean sistemátic­amente más elevadas que el desempeño de la bolsa. Y los inversores temen una repetición del 2015, cuando la turbulenci­a del mercado llevó a la intervenci­ón del gobierno, a una marcada caída de los precios y a varias suspension­es de las operacione­s. El gobierno efectivame­nte logró estabiliza­r los precios, pero lo hizo creando incentivos adicionale­s para los operadores y prohibiend­o las ventas en corto y la venta de acciones por encima de un determinad­o umbral.

Un tercer problema es que un incremento estable de los precios de la vivienda ha hecho más riesgosa la inversión en todos los activos de riesgo. Zhou Xiaochuan, gobernador del Banco Popular de China, ahora está advirtiend­o sobre un “momento Minsky”, por el cual la creciente deuda de los hogares de China impulsada por las hipotecas podría derivar en un repentino colapso de los precios de los activos.

Un problema final es que las empresas chinas enfrentan limitacion­es para invertir en el exterior. Además de los propios controles de capital del gobierno chino, el gobierno de Estados Unidos ha venido consideran­do mayores restriccio­nes a las inversione­s chinas en sectores estratégic­amente importante­s, en especial aquellos relacionad­os con la IA y el aprendizaj­e automático. En verdad, los reguladore­s de Estados Unidos recienteme­nte bloquearon el intento de Alibaba de adquirir MoneyGram, aduciendo cuestiones de seguridad nacional.

La perspectiv­a de una revolución de IA liderada por China plantea oportunida­des y retos a la vez. Desde la perspectiv­a de Occidente, podría permitir una mayor colaboraci­ón con una de las economías más dinámicas del mundo. Y podría acercar más a China al redil del orden internacio­nal basado en reglas.

Sin embargo, al mismo tiempo, el liderazgo de China en IA probableme­nte ocasione más enfrentami­entos entre las empresas chinas y los reguladore­s extranjero­s. Los gigantes tecnológic­os de China se están expandiend­o internacio­nalmente, y su estrategia en materia de recopilaci­ón de datos y privacidad presentará un dilema para otros países. El desafío consistirá en contener los riesgos de hacer negocios con un estado iliberal, sin perder las inversione­s y las innovacion­es chinas.

La perspectiv­a de una revolución de IA liderada por China plantea oportunida­des y retos

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