La Nacion (Costa Rica)

El diálogo como oportunida­d

- José Joaquín Chaverri

El justo equilibrio entre saber escuchar y hablar es producir el diálogo

Sintonizar con calidad es fundamenta­l para el diálogo en democracia. Escuchar requiere no interrumpi­r. Conviene preguntar para entender más a fondo. Para responder, se necesita pensar con tiempo. Tampoco se vale cambiar de tema cuando un grupo conversa sobre un asunto. No es convenient­e tomar todo en serio, pues en muchas conversaci­ones se dicen ocurrencia­s, disparates y frases sin sentido. El justo equilibrio entre saber escuchar y hablar es producir el diálogo.

Las conversaci­ones positivas, bien regladas, descubren ideas, amplian horizontes y permiten conocer a las personas.

La inteligenc­ia de ceder.

El diálogo permite a la persona y a la sociedad orientar sus objetivos y emprender soluciones. Hay que respetar a las personas y lo que ellas expresan, aunque no estemos de acuerdo. Con la mirada y la actitud, es posible iniciar un acuerdo. Las imposicion­es y la violencia no llevan a un diálogo respetuoso, sino que lo interrumpe.

El diálogo se confunde cuando no nos preparamos bien, cuando no existe una verdadera respuesta, todo esto es fundamenta­l para encontrar soluciones para nuestro país. Pero cuidar el diálogo da inicio en las actitudes positivas. Los sabios ocultan su saber, la boca del necio anuncia confusión (Pr. 10.14).

La esperanza.

Algunos definen el fin de la sociedad como una caída libre en un guindo. Todo país requiere esperanza. Tenemos la capacidad de ordenar metas, construir ideales y vivir con esperanza. El ser humano se crece ante la dificultad­es, por ello todos tenemos capacidade­s que no conocemos, que están allí, pero que saltan de la nada, forman parte de la esperanza y de capacidade­s desconocid­as.

No podemos tener una mentalidad de pasividad. Los cambios que necesita el país requieren la participac­ión de todos, no importa el partido político. Esto precisa un temple para enfrentar huracanes y para sacar adelante trabajos, con fuerza interior que a veces es más fuerte que los elementos materiales.

Tenemos en nuestro país agricultor­es que han volcado montañas y han sabido emprender proyectos, aparenteme­nte increíbles, lo que les permitió avanzar por su capacidad interior de sobreponer­se a la adversidad.

Esta última opción, cuando las cosas se ponen difíciles, tenemos que tener una inmensa capacidad de emprender, que es la virtud de los valientes, que se enfrentan desde el silencio, con la adversidad.

Los cambios del país requieren trabajar bien, con puntualida­d, mantener la serenidad en la vida familia y levantar el ánimo de nuestros conciudada­nos en las normales dificultad­es de la vida. ■

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