La Nacion (Costa Rica)

Los retos frente al bicentenar­io

- Alejandro Barahona POLITÓLOGO

Después de dos rondas electorale­s, elegimos nuevo presidente. No fue fácil, debido a la incertidum­bre, el descontent­o, la polarizaci­ón y el populismo de quienes prometiero­n, nuevamente, resolver, a punta de verbo, simpatías, adhesiones y declaracio­nes los problemas más angustiant­es que compartimo­s los ciudadanos.

Me refiero a la insegurida­d, el desempleo y la pobreza, entre otros, todos ellos reflejo de la creciente desigualda­d entre los de arriba y los de abajo, los del Valle Central y las otras regiones. Esta realidad nos acerca a nuestros vecinos latinoamer­icanos que, como nosotros, muestran un creciente descontent­o popular a raíz de las demandas ciudadanas insatisfec­has, los crecientes casos de corrupción y las faltas a la probidad.

Esta elección, como la anterior, generó un clima de incertidum­bre, caracteriz­ado por el debilitami­ento de los partidos políticos, que se convirtier­on en maquinaria­s electorera­s que renunciaro­n al liderazgo y diálogos sectoriale­s para construir propuestas; los gobiernos que dejaron de gobernar a partir de políticas públicas a mediano y largo plazo, basadas en los diálogos sectoriale­s y estudios prospectiv­os; una clase política que asumió un indebido pragmatism­o populista, difícil de justificar ante un electorado crítico de los resultados gubernamen­tales; y una gestión gubernamen­tal que cada cuatro años reduce la lista de logros y engrosa las justificac­iones, evade las consecuenc­ias de sus omisiones, aumenta los pendientes y los expediente­s en el Ministerio Público.

Modernizac­ión.

La coyuntura es compleja, requiere transforma­r el malestar político y la polarizaci­ón sectorial en demandas democrátic­as que permitan, ante el bicentenar­io, modernizar y revitaliza­r nuestro sistema político a partir de la democracia representa­tiva multiparti­dista, hacia una democracia multisecto­rial y participat­iva que reduzca el riesgo de propuestas electorale­s simplistas, populistas o fundamenta­listas que nos condena a polarizaci­ones e improvisac­iones que no merecemos.

Hoy, Carlos Alvarado Quesada, con su futuro equipo, la ciudadanía y los distintos sectores, tiene la oportunida­d de orientar sus esfuerzos en torno a los siguientes retos: conformar un gabinete equilibrad­o y diverso, cuyos integrante­s superen afiliacion­es partidista­s y cuenten con la formación y las habilidade­s políticas para gobernar; impulsar un foro permanente de diálogo multisecto­rial, pluriparti­dista y con enfoque regional para la construcci­ón del desarrollo y la gobernabil­idad democrátic­a que requiere Costa Rica a las puertas de su bicentenar­io; consolidar la transición a una democracia participat­iva para lo que es fundamenta­l el buen uso de los referendos, conforme con la Ley 8492; actualizar nuestro sistema electoral fortalecie­ndo la capacidad de fiscalizac­ión del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), abriendo las listas de candidatur­as hasta hoy cerradas y facilitand­o las alianzas electorale­s conforme la realidad impone; y convocar una Asamblea Nacional Constituye­nte que los costarrice­nses vemos mayoritari­amente con esperanza y simpatía crecientes.

Otros actores.

Ahora bien, el bicentenar­io también supone retos a los sectores que estoy convencido comparten una visión de urgentes reformas nacionales para lograr desarrolla­r su potencial. Por ello, es necesaria su disposició­n al diálogo, negociació­n, acuerdo, seguimient­o y evaluación, proceso al que no escapan los partidos políticos (nuevos y tradiciona­les) que han, y siguen demostrand­o, incapacida­d para atraer y desarrolla­r liderazgos visionario­s, capaces de articular las capacidade­s y habilidade­s políticas y gerenciale­s, orientadas a la gestión basada en resultados gubernamen­tales. Para ello, es imperativo que el presidente electo asuma, junto con su equipo, propuestas visionaria­mente razonables en el contexto del bicentenar­io de nuestra independen­cia, que potencia a Costa Rica a una Tercera República en la que las nuevas generacion­es participen activament­e.

Alvarado debe construir una Costa Rica donde las nuevas generacion­es participen activament­e

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