EN GUARDIA
Fitch Ratings, una de las tres grandes calificadoras de riesgo (criticadas por no advertir de la gran recesión mundial), reaccionó con escepticismo ante la elección de Carlos Alvarado. ¿Se precipitó o incurrió en un lapsus electorero?
El 3 de abril dijo: “Persisten incertidumbre fiscal y amplios desafíos políticos tras las elecciones en Costa Rica”. Luego advirtió que de no aprobar un paquete de reforma fiscal para reducir el déficit, mejorar la deuda y aliviar las presiones financieras, “podrá resultar en una degradación de la calificación”. O sea, blandió la fusta y amenazó con tomar represalias.
¿Habría dicho lo mismo si hubiera ganado su contendor? Aduce que el PAC solo tendrá 10 diputados y no podrá aprobar reformas fiscales. Pero el PRN solo sacó 14 legisladores. Irónicamente, la composición del Congreso se sabía desde la primera ronda y guardó silencio, sabiendo que ningún partido logró la mayoría absoluta y tendrá que negociar. Entonces, ¿por qué darle al presidente electo, desde ya, bola negra, aun antes de ser investido? Sinceramente, es una posición poco edificante.
No comprende que la realidad política varió, el bipartidismo feneció y habrá que hacer alianzas. Yo, en cambio, veo señales alentadoras: todos los candidatos coinciden en la necesidad de resolver el problema fiscal y sus partidos están dispuestos a apoyar al nuevo gobierno, unos desde el Ejecutivo y la Asamblea; otros, solamente desde esta última, que es esencial. Habrá diferencias en el cómo, naturalmente, pero todos desean ayudar decididamente a Costa Rica. Saben bien que hundirse en la holganza legislativa acarrearía consecuencias políticas en futuras elecciones. El electorado se ha vuelto más demandante.
Hay otra dimensión: el análisis subjetivo de Finch no necesariamente será seguido por el mercado. Doy un ejemplo: cuando renegociamos la deuda externa en 1990, algunos vendieron títulos por creer que los dejaríamos caer, pero los más astutos más bien compraron, los guardaron, y cuando el mercado constató que íbamos en serio (nunca dejamos de pagar intereses), lograron acumular réditos. Eso podría suceder ahora.
El nuevo gobierno está firmemente decidido a ejecutar su plan con el apoyo de varias fracciones legislativas. Es un envite, pero bien fundamentado: habrá estabilidad cambiaria y de precios, bajarán las tasas de interés y los títulos se apreciarán. Entonces, Fitch tendría que apretar los puños y enmendar sus propias calificaciones.