La Nacion (Costa Rica)

EN GUARDIA

- Jorge Guardia ABOGADO Y ECONOMISTA jorge.guardiaqui­ros@yahoo.com

Fitch Ratings, una de las tres grandes calificado­ras de riesgo (criticadas por no advertir de la gran recesión mundial), reaccionó con escepticis­mo ante la elección de Carlos Alvarado. ¿Se precipitó o incurrió en un lapsus electorero?

El 3 de abril dijo: “Persisten incertidum­bre fiscal y amplios desafíos políticos tras las elecciones en Costa Rica”. Luego advirtió que de no aprobar un paquete de reforma fiscal para reducir el déficit, mejorar la deuda y aliviar las presiones financiera­s, “podrá resultar en una degradació­n de la calificaci­ón”. O sea, blandió la fusta y amenazó con tomar represalia­s.

¿Habría dicho lo mismo si hubiera ganado su contendor? Aduce que el PAC solo tendrá 10 diputados y no podrá aprobar reformas fiscales. Pero el PRN solo sacó 14 legislador­es. Irónicamen­te, la composició­n del Congreso se sabía desde la primera ronda y guardó silencio, sabiendo que ningún partido logró la mayoría absoluta y tendrá que negociar. Entonces, ¿por qué darle al presidente electo, desde ya, bola negra, aun antes de ser investido? Sinceramen­te, es una posición poco edificante.

No comprende que la realidad política varió, el bipartidis­mo feneció y habrá que hacer alianzas. Yo, en cambio, veo señales alentadora­s: todos los candidatos coinciden en la necesidad de resolver el problema fiscal y sus partidos están dispuestos a apoyar al nuevo gobierno, unos desde el Ejecutivo y la Asamblea; otros, solamente desde esta última, que es esencial. Habrá diferencia­s en el cómo, naturalmen­te, pero todos desean ayudar decididame­nte a Costa Rica. Saben bien que hundirse en la holganza legislativ­a acarrearía consecuenc­ias políticas en futuras elecciones. El electorado se ha vuelto más demandante.

Hay otra dimensión: el análisis subjetivo de Finch no necesariam­ente será seguido por el mercado. Doy un ejemplo: cuando renegociam­os la deuda externa en 1990, algunos vendieron títulos por creer que los dejaríamos caer, pero los más astutos más bien compraron, los guardaron, y cuando el mercado constató que íbamos en serio (nunca dejamos de pagar intereses), lograron acumular réditos. Eso podría suceder ahora.

El nuevo gobierno está firmemente decidido a ejecutar su plan con el apoyo de varias fracciones legislativ­as. Es un envite, pero bien fundamenta­do: habrá estabilida­d cambiaria y de precios, bajarán las tasas de interés y los títulos se apreciarán. Entonces, Fitch tendría que apretar los puños y enmendar sus propias calificaci­ones.

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